La evolución sólo es una teoría.
Si cada vez que esa frase ha llegado a mis oídos me hubiesen dado un euro hoy no estaría retirado, pero sí disfrutaría de una enorme pantalla de plasma en la pared de mi habitación. Es tan fácil utilizarla que incluso, de vez en cuando, se desliza entre las páginas de algún periódico, para alborozo de fundamentalistas y confusión del público en general.
El problema es la definición de la palabra. Teoría no tiene el mismo significado en el lenguaje coloquial que en el científico. Esto ha sido utilizado durante mucho tiempo por aquellos que creen en un ser cósmico todopoderoso (de distintas denominaciones) y que la ciencia es la cosa esa que no concuerda con nuestros cuentos, y no son los únicos que lo han hecho y lo siguen haciendo, pero sí los más notables. En realidad es sencillo: una vez explicado, incluso una persona de bien podrá entender la diferencia entre los distintos usos y no volver a equivocarse en sus argumentaciones (si las hubiere).
Vamos a ver si podemos repasar unos cuantos conceptos que, a estas alturas de la civilización, deberían ser básicos. Y de paso le volvemos a echar un ojo a algunos engranajes del funcionamiento de la ciencia.
Hecho
Esta palabra tiene definiciones similares tanto en el entorno coloquial como en el científico. Un hecho científico, de acuerdo a la definición de la
National Academy of Sciences (NAS) es
“una observación que ha sido confirmada repetidamente y que para todo propósito práctico es considerada ‘cierta’.”. O, en palabras de
Stephen Jay Gould,
“en ciencia, ‘hecho’ sólo puede significar ‘confirmado hasta tal punto que mantener reservas sería una perversión’.”
Sin embargo, recuerden: la
verdad, en la ciencia, nunca es final. Lo que hoy es un hecho puede ser modificado o incluso desechado mañana.
Teoría
En el hablar coloquial, normalmente una teoría implica la falta de datos que la respalden. En la vida cotidiana, comenzar una frase con “Mi teoría es…” equivale a “Supongo que…”, “Podría especularse que…” o “Creo, pero no puedo demostrar, que…”. Como se puede ver, decir que la evolución es
sólo una teoría e igualar su significado con el que tendría en el hablar coloquial es darle completamente la vuelta a lo que realmente quiere decir esa frase. Porque
teoría, de nuevo según la definición de la NAS, es
“una explicación bien respaldada de ciertos aspectos del mundo natural que puede incorporar hechos, leyes, inferencias e hipótesis probadas.” Como se puede ver, todo lo contrario.
Hipótesis
La validez de las teorías científicas no se determina únicamente por su habilidad para adaptarse y explicar nuevos hechos. También se prueban constantemente. Aquí es donde entran en juego las
hipótesis. Una hipótesis es
“una suposición sobre el mundo natural que lleva a deducciones que se pueden probar.” Estas pruebas pueden realizarse mediante experimentación directa o mediante la creación de predicciones sobre hechos que aún no han sido observados y que se comprobarán más adelante. Este segundo proceso juega un rol importante en campos como la astronomía o la geología, donde la manipulación experimental directa es difícil y, en muchos casos, imposible. Si las deducciones se verifican, la hipótesis es corroborada provisionalmente. Si son incorrectas, la hipótesis original es por lo tanto falsa y debe ser modificada o desechada.
Ley
Otro caso en los que el hablar coloquial y el científico se dan la espalda. En la lengua común, una ley es
prescriptiva: dicta qué comportamientos debe tener una persona y cuáles deben ser evitados. Una señal de tráfico, por ejemplo, intenta modificar el comportamiento de un conductor. Por contra, en el terreno científico las leyes son
descriptivas: es una generalización sobre el comportamiento del mundo bajo unas condiciones específicas. En ciencia, una ley describe y predice qué ocurrirá en un determinado entorno bajo unas ciertas premisas.
Conclusión
Hemos visto que los conceptos básicos en ciencia no siempre tienen el mismo significado en el lenguaje que empleamos día a día. Cuando algo en ciencia es una teoría, significa que es una explicación sobre el mundo que ha sido contrastada mediante pruebas y sobre la que se sigue trabajando en base a hipótesis que tienen, a su vez, que ser probadas.
La próxima vez que lean un rebuzno del calibre del que abre este artículo, no se queden callados. Recuerden:
La evolución
ya es una teoría.
(Las definiciones de “hecho”, “teoría”, “hipótesis” y “ley” son una traducción (libre, en muchos casos. No se busca la literalidad sino la transmisión de la idea) de fragmentos de
Evolution as Fact, Theory, and Path, de T. Ryan Gregory, publicado en la revista científica de reciente aparición titulada
Evolution: Education and Outreach, cuyos artículos están disponibles libremente.)