Memo Ochoa la pasa mal en la banca
Guillermo Ochoa experimentó su primer partido en la banca del
América después de casi cinco años considerando partidos de la Liga.
Desde que llegó al Estadio Hidalgo, en todo momento su rostro lució
serio, incluso cuando algunos aficionados le solicitaban alguna
fotografía o autógrafo y, a pesar de que los trataba con cortesía, no
había tiempo para las sonrisas.
Los equipos no salieron a realizar sus ejercicios previos al inicio
del partido por la intensa lluvia que caía en la ‘Bella Airosa’, aunque
los únicos que lo hicieron fueron los arqueros (incluyendo) suplentes de
ambas escuadras. La cara de Memo al salir de los vestidores no estaba
llena de enjundia como en ocasiones anteriores, primero salió Armando
Navarrete, detrás iba él, caminando por el túnel que sale a la cancha a
paso firme, pero desangelado.
El silbatazo inicial llegó. Desde la tarde del 26 de noviembre del
2005, en el Estadio Tecnológico, Ochoa no salía en la hilera de los
suplentes. No hablaba con ninguno de sus compañeros, iba con un
impermeable que le tapaba la cabeza e inmediatamente se dispuso a
colocarse en la banca.
Los goles cayeron, Memo lucía aún más serio, a su lado se encontraba
Cecilio de los Santos que intercambiaba puntos de vista con Manuel
Lapuente que evidenció su molestia por la derrota con ademanes y
pateando levemente el suelo en una de las anotaciones.
Memo seguía congelado, tanto en su semblante como por el intenso
frío, ahí postrado en el banquillo, ni siquiera salió a calentar con los
suplentes que estaban prestos para recibir en cualquier momento la
indicación de Lapuente para entrar al partido. Tras el silbatazo final,
el arquero azulcrema se dirigió directo a los vestidores y una sonrisa
jamás apareció.