El pitufo asesino (La historia del Asesino de Piel Azul)
Mucho se ha contado de esta historia, pero no puedo creer que hayan llegado a deformarla tanto. Yo la recuerdo bien porque tengo la mala fortuna de ser uno de los testigos presenciales de aquella historia y también uno de los sobrevivientes...
Lo que aquí ocurrió fue que en realidad el niño si tenía un pitufo, pero este pitufo era otro niño que tenía una enfermedad circulatoria que lo hacía ver de un ligero color azul (debido a la falta de oxigenación de la sangre). Este niño se llamaba Juan Pablo Ibarra García, y nadie sabe como llego a la colonia, solo apareció un día y todos nos quedamos asombrados del color de su piel, al principio le teníamos miedo pero mi hermano Andrés, le tomo afecto. Eso sí, en la colonia el apodo fue automático "EL PITUFO".
Con el paso de los días se hizo más y más amigo de mi hermano, incluso mi mamá que nunca lo trago, lo empezó a tolerar en la casa, y muy pronto se convirtió en compañero de juegos de mi hermano...
La tarde del viernes 23 de abril de 1983, mi hermano llego como de costumbre de la escuela y después de comer, llego “EL PITUFO”, mi mamá tenía que salir y se metió a bañar, dejo que los dos niños jugaran en el cuarto de mi hermano, trascurrido poco tiempo, oyó que mi hermano gritaba, pero creyó que era parte del juego, se oyeron ruidos fuertes en la habitación de arriba, pero no le hizo más caso, limitándose a gritarles que no jugaran pesado.
Cuando mi madre salió de bañarse sonó el teléfono y atendió la llamada, la cual tardo unos minutos…
Al terminar la llamada, el silencio era tan pesado que le grito a mi hermano para saber que hacían. Nadie contesto… subió las escaleras con un temor oprimiéndole el pecho y las entrañas…ni un ruido.
La puerta del cuarto estaba entreabierta, a mi mamá le temblaban las piernas… al abrir la puerta sus ojos buscaron a mi hermano, pero no lo encontraba. De pronto noto que sus pies salían un poco detrás de la cama y lo llamo, pero no contesto, fue entonces que temiendo lo peor se acerco rápidamente a la cama y lo comenzó a sacar… fue en ese momento que soltó el grito más aterrador que aún me despierta en las noches, el grito de una madre que pierde a su hijo. Mi madre sostenía a mi hermano en sus brazos, la sangre le cubría el cuerpo… ella se aferraba al cuerpo del niño y fue cuando pude darme cuenta que a mi hermano le habían arrancado el rostro… de una manera que hoy que soy adulto se solo tiene alguien que ha estudiado medicina, el corte en todo su horror era perfecto, y dejaba a la vista los huesos de la cara de un blanco perfecto**
No sé como sobreviví a aquel horror, mi madre perdió la razón y estuvo un tiempo de hospital psiquiátrico en hospital psiquiátrico, hasta que finalmente una mañana la encontraron colgada en su habitación. A mi padre nunca lo conocimos, pues nos dejo cuando mi hermano nació y mi memoria aún no registraba sus recuerdos. Con lo que respecta a mí, me quede un tiempo con unos tíos… Todavía cierro los ojos y recuerdo el horror, cierro los ojos y escucho el grito de mi madre desgarrándose el alma, cierro los ojos y veo el cadáver de mi hermano, cuya cara sin rostro me ve profundamente desde sus cuencas sin ojos… y sonríe…sonríe como lo suelen hacer los muertos…
** En el Servicio Médico Forense, nunca se pudieron explicar cómo se había logrado este efecto, pues lo normal es que los huesos se vieran rojos, aunado a que las técnicas utilizadas revelaban un conocimiento superior de anatomía y un manejo de los instrumentos punzo cortantes bastante avanzados.
Mucho se ha contado de esta historia, pero no puedo creer que hayan llegado a deformarla tanto. Yo la recuerdo bien porque tengo la mala fortuna de ser uno de los testigos presenciales de aquella historia y también uno de los sobrevivientes...
Lo que aquí ocurrió fue que en realidad el niño si tenía un pitufo, pero este pitufo era otro niño que tenía una enfermedad circulatoria que lo hacía ver de un ligero color azul (debido a la falta de oxigenación de la sangre). Este niño se llamaba Juan Pablo Ibarra García, y nadie sabe como llego a la colonia, solo apareció un día y todos nos quedamos asombrados del color de su piel, al principio le teníamos miedo pero mi hermano Andrés, le tomo afecto. Eso sí, en la colonia el apodo fue automático "EL PITUFO".
Con el paso de los días se hizo más y más amigo de mi hermano, incluso mi mamá que nunca lo trago, lo empezó a tolerar en la casa, y muy pronto se convirtió en compañero de juegos de mi hermano...
La tarde del viernes 23 de abril de 1983, mi hermano llego como de costumbre de la escuela y después de comer, llego “EL PITUFO”, mi mamá tenía que salir y se metió a bañar, dejo que los dos niños jugaran en el cuarto de mi hermano, trascurrido poco tiempo, oyó que mi hermano gritaba, pero creyó que era parte del juego, se oyeron ruidos fuertes en la habitación de arriba, pero no le hizo más caso, limitándose a gritarles que no jugaran pesado.
Cuando mi madre salió de bañarse sonó el teléfono y atendió la llamada, la cual tardo unos minutos…
Al terminar la llamada, el silencio era tan pesado que le grito a mi hermano para saber que hacían. Nadie contesto… subió las escaleras con un temor oprimiéndole el pecho y las entrañas…ni un ruido.
La puerta del cuarto estaba entreabierta, a mi mamá le temblaban las piernas… al abrir la puerta sus ojos buscaron a mi hermano, pero no lo encontraba. De pronto noto que sus pies salían un poco detrás de la cama y lo llamo, pero no contesto, fue entonces que temiendo lo peor se acerco rápidamente a la cama y lo comenzó a sacar… fue en ese momento que soltó el grito más aterrador que aún me despierta en las noches, el grito de una madre que pierde a su hijo. Mi madre sostenía a mi hermano en sus brazos, la sangre le cubría el cuerpo… ella se aferraba al cuerpo del niño y fue cuando pude darme cuenta que a mi hermano le habían arrancado el rostro… de una manera que hoy que soy adulto se solo tiene alguien que ha estudiado medicina, el corte en todo su horror era perfecto, y dejaba a la vista los huesos de la cara de un blanco perfecto**
No sé como sobreviví a aquel horror, mi madre perdió la razón y estuvo un tiempo de hospital psiquiátrico en hospital psiquiátrico, hasta que finalmente una mañana la encontraron colgada en su habitación. A mi padre nunca lo conocimos, pues nos dejo cuando mi hermano nació y mi memoria aún no registraba sus recuerdos. Con lo que respecta a mí, me quede un tiempo con unos tíos… Todavía cierro los ojos y recuerdo el horror, cierro los ojos y escucho el grito de mi madre desgarrándose el alma, cierro los ojos y veo el cadáver de mi hermano, cuya cara sin rostro me ve profundamente desde sus cuencas sin ojos… y sonríe…sonríe como lo suelen hacer los muertos…
Metralla_1976.
** En el Servicio Médico Forense, nunca se pudieron explicar cómo se había logrado este efecto, pues lo normal es que los huesos se vieran rojos, aunado a que las técnicas utilizadas revelaban un conocimiento superior de anatomía y un manejo de los instrumentos punzo cortantes bastante avanzados.
me dio meyo ...
