Creo que todos tienen derecho a una segunda oportunidad. Siento que está en el límite, pero que aún podemos darnos el lujo de ver qué más tiene para aportar.
Ninguna de las dos.
El problema contigo es que a fuerzas quieres estereotipar toda la expresión individual a un concepto tan humano como lo es lo "normal". Y ya lo he charlado mucho contigo, no existe el concepto de "normalidad", tal concepto es una invención humana. Dicho concepto no es algo inamovible, sino que es algo que varía con el tiempo, de hecho, en otras épocas lo que se entiende por "normalidad" era algo muy diferente. Para poner un ejemplo, cosas como las que hoy hacemos podrian ser catalogadas como anormales, tal es el caso del matrimonio.
Si leyeras un poco más sobre lo que representa el matrimonio, así como el nacimiento de las familias, verías que éste tiene que ver poco con el amor y mucho con la administración de los recursos. De hecho, tiene mucho más que ver con las alianzas para la supervivencia de la especie, más que con la sexualidad en sí.
Hasta hace unos años (y de hecho en muchas comunidades sigue siendo así), el matrimonio servían como alianzas comerciales, incluso las preferencias sexuales pasaban a segundo término, pues lo importante residía en los acuerdos políticos y/o económicos. El matrimonio empoderaba a ciertos círculos sociales. Incluso la procreación tampoco era un aspecto importante, pero se fue construyendo al lado del concepto de la "propiedad privada".
Tu problema es que te ciñes a un concepto de matrimonio muy moderno y occidentalizado, como si en el mundo todos fueran gringos o europeos. Ni siquiera te has tomado la molestia de averiguar como son las uniones matrimoniales en otras comunidades mexicanas.
El concepto del matrimonio no es algo "normal", porque lo normal es que los individuos se reproduzcan sin necesidad del matrimonio, tal y como sucede en la naturaleza. Pero ante esto vas a contestar con el clásico "es que no somos animales" (como ya has hecho con anterioridad).