Bueno, las personas que nos gustan los relatos de este tipo, es decir, inexplicables o extraños, siempre estamos atentos a lo que se pueda contar en reuniones familiares o en alguna convivencia.
El siguiente relato es breve, pero muy curioso., me fue contado por un comandante recién retirado de la policía de la ciudad de Monterrey, Nuevo Leon, actualmente este comandante (del cual omitiré su nombre) se dedica a la seguridad privada, ya saben, da cursos sobre seguridad y capacitación a pequeñas y medianas empresas, el comandante “C” es una persona sencilla, sincera, muy seria en su trabajo y muy agradable para conversar, no es fantasioso, es muy metódico en su proceder así que cuando me contó sobre el asunto le creí, aunque su intención no era esa, es decir, no intentó convencerme de que realmente sucedió, sólo estaba comentando un caso.
Ahí va el caso.
Resulta que surgió el tema de las brujas.
Sí, las brujas, esos personajes que van volando por los cielos sobre escobas según se puede ver en múltiples caricaturas.
Sólo que no sé si muchos de ustedes sepan, las brujas existen, es decir, no van ataviadas con ropas negras, no tienen sombrero en forma de pico ni montan escobas, son personas reales que se dedican a ejercer su magia “blanca” o magia “negra” a las personas que se lo soliciten, son las que se anuncian en la prensa prometiendo regresar al ser amado o quitarte la “sal”
El comandante y su equipo incluso una vez recibieron el reporte de una persona que estaban intentando linchar en un asentamiento irregular, eso al sur de la ciudad de Monterrey, en un sitio llamado “San Angel”, el reporte decía que un grupo de vecinos habían arrinconado a una vecina del lugar e intentaban sacarla de su casa para prenderle fuego.
Esas denuncias son más comunes de lo que parece, en muchas colonias la ignorancia está bastante arraigada y muchas personas creen en la magia negra o blanca, lo cual es un mercado bastante atractivo para estas “brujas”, pues así como hay personas que se dedican “seriamente” a este “oficio”, hay muchas personas charlatanas que se aprovechan de la ignorancia de la gente.
En aquella ocasión el comandante y su equipo llegaron a rescatar a la mujer entre gritos de los vecinos que decían que ella era una bruja y que tenía embrujada a la colonia, sacaron a la mujer, la llevaron a la delegación más que para interponer una denuncia para rescatarla de la turba y cuando cerraban la puerta pudieron percatarse de decenas de velas encendidas dentro de la humilde vivienda, por precaución un cadete entró a apagarlas todas y ahí descubrió decenas de fotos tomadas con celular a muchas personas, al parecer, vecinos de la señora.
Total.
Ésta no es la historia principal, la historia principal que le fue contada al comandante y que luego me contó a mi ocurrió en El Carmen, Nuevo León, un municipio que está relativamente cerca del centro de la ciudad de Monterrey, y relativamente significa a una hora y media por carretera.
El pueblo o Municipio de El Carmen es pequeño, tiene 7000 habitantes y algunas personas ahí aún se dedican a la ganadería, agricultura o industria, aunque la mayoría tiene trabajos regulares en el centro de Monterrey.
El pueblo es pequeño y cuenta, cómo casi todos los pequeños pueblos de las entidades del País, con su iglesia, su plaza, su delegación, etc.
En la pequeña delegación no hay mucho personal de policía, tan sólo de 8 a 12 efectivos, realmente la seguridad pública no es uno de los principales problemas de la zona, por la noche se quedan dos efectivos de guardia, por lo general tienen noches muy tranquilas, por lo cual tienen tiempo de turnarse para tomar pequeñas siestas, solo a veces hay pequeñas riñas en los bailes locales, pero eso solo ocurre muy de vez en cuando y sólo por los fines de semana, fuera de eso el trabajo de los policías por la madrugada es de lo más tranquilo.
Un martes se rompió esa tranquilidad…
Andrés y Roberto eran los cadetes asignados a cubrir el turno nocturno esa madrugada, ambos eran jóvenes, 24 y 27 años, su trabajo hasta entonces consistía en patrullar los salones de baile las madrugadas de los fines de semana, recoger borrachitos o reprenderlos por orinarse en edificios públicos.
Esa noche el teléfono sonó a las 3 de la mañana
-Bueno… comandancia de la policía…- dijo Andrés en un tono severo, Roberto estaba dormido y él estaba cabeceando a ratos, no hay nada más molesto que un timbrazo del teléfono a mitad de la madrugada, te sacude las ideas.
-¿Hablo a la comandancia de la policía?- dijo una voz joven de mujer.
-¡Sí, comandancia!, dígame- dijo Andrés, sintiendo que la voz de la mujer le taladraba en los tímpanos.
-Bueno, lo que pasa es que necesitamos que vengan a la calle Mina y Zaragoza porque hay personas haciendo mucho ruido aquí afuera…- dijo la joven mujer con un tono de nerviosismo en la voz
-A ver señorita, dice que hay personas haciendo ruido afuera de su casa, ¿es una fiesta?-
-No sé. No he salido, Necesito que vengan a ver…- dijo la voz de mujer.
-¿Usted vive en ese cruce?- dijo Andrés.
-Sí. El número de mi casa es 1416…, por favor vengan-
-¿Cuál es su nombre señorita?-
-Judith…-
-Ok, vamos para allá…- dijo Andrés.
Luego se dirigió al cuarto siguiente donde su compañero Roberto descansaba tan plácidamente, mientras de lavaba la cara en el lavabo comenzó a decirle:
-¡Roberto, levántate!, tenemos un reporte, hay que salir-
Roberto se revolvió en el pequeño catre para luego levantarse con los codos apoyados sobre la tela gastada del catre
-¿Qué pasó?-
-No sé, parece que es una fiesta y la vecina se quejó- dijo Andrés.
Después de otro estiramiento y un bostezo prolongado, Roberto por fin bajó las piernas al piso para calzarse los botines oficiales de policía
-¿Una fiesta?. ¿Y dónde es eso?-
-Mina y Zaragoza…- dijo Roberto, que ya comenzaba a ponerse el chaquetín, era agosto la noche era cálida, y aún a esa hora, tres de la mañana, el viento corría cálido, muchas noches en Monterrey y su área metropolitana transcurren sin que el termómetro baje de los 30 grados centígrados.
-¿Mina y Zaragoza?- repitió Roberto
-¿A poco hay una fiesta en el cementerio?-
-¿A poco ahí está el cementerio?- dijo Andrés
-Por lo menos ahí está la pared sur del cementerio…- dijo Roberto
En pocos minutos ambos estaban subiendo a la patrulla para dirigirse al lugar…
(ya sigo…)