Pues recién platicando con un amigo me acordé de un par de cosas que sucedieron mientras hacía mi servicio social.
En la carrera de medicina, después de estudiar en la facultad tienes que hacer un año de internado, es decir pasar un año en un hospital poniéndote en práctica los conocimientos adquiridos y aprendiendo cosas que en la facultad no ves, es como pulir al futuro médico, también hay anécdotas de este periodo, luego las pondré. Y terminada la facultad y el internado hay que hacer un año de servicio social que es como un limbo pues no eres médico titulado pero tienes todas las responsabilidades y por lo general a tu cargo una comunidad o más y por lo general eres el único acceso a los sistemas de salud que tienen alrededor y en la mayoría de ocasiones hay que vivir en la clínica de lunes a sábado como fue mi caso. En ese año se termina de forjar el médico general y es un año en el que desgraciadamente muchos compañeros y compañeras han perdido la vida (QEPD).
Bueno pues a mi me tocó realizar mi servicio en una comunidad llamada Boca de Lima, Veracruz, cerca de Gutiérrez Zamora, cerca de Papantla y no tan cerca de Poza Rica, ahí para que se den una idea. La comunidad era pequeña pero entre las 3 comunidades grandes las dos rancherías tenía bastante gente, por lo general todos los días la consulta era de 20-25 pacientes diarios y comenzando desde las 8 am hasta las 14:00-15:00 hrs era non-stop, y termina uno bastante exhausto.
La recepción en cuanto a lo sobrenatural fue uno de los primeros días que me quedé en la clínica a dormir, recuerdo que durante la capacitación nos dijeron que no debía haber muertes maternas por ningún motivo así que si alguien iba a tocarnos tenía que identificarse y si era una urgencia real y máxime si era algo obstétrico lo teníamos que atender, así que aunque a nadie le hace gracia que te despierten en la madrugada a atender un dolor de cabeza (que suelen ser sus “urgencias” en aquellos lugares) pues ni modo teníamos la indicación, así que un buen día estaba yo totalmente perdido cuando escuché que tocaron la puerta de mi habitación y la tocaron bastante fuerte como para despertarme, abrí los ojos y pensé que era un sueño cuando me volvieron a tocar fuertemente, así que grité pidiendo que se identificara la persona, no hubo respuesta, así que me tocaron de nuevo y me levanté, me puse algo para no salir en cueros, abrí la puerta de mi cuarto y salí a la recepción de la clínica, encendí y vi que no había nadie, abrí la puerta de la clínica y me asomé y me puse a gritar que si andaba alguien por ahí, que si alguien quería consulta, nadie me respondió y cerré la clínica y ahí me cayó el veinte: cómo me iban a tocar la puerta de mi cuarto si la clínica estaba cerrada y mi cuarto estaba dentro de la clínica, a lo mucho podían gritar hacia adentro de la clínica pero no tocar la puerta o al menos no tantas veces. En fin me fui a dormir refunfuñando y diciendo “ya me despertaste, ¿contento?”.
También recuerdo un día que después de tanta consulta y después de comer, ayudé a la enfermera a lavar instrumental ya que había habido suturas y tomas de papanicolau, así que había un buen para lavar, después de eso me fui a hacer reportes (papelería y más papelería) y pues para colmo no había mucho en qué entreternerse pues en el día no había señal celular, no había teléfono en la clínica (ni internet por supuesto) ni tenía yo vaya ni un ábaco para hacer cuentas, así que como no había nada interesante en la T. V. y el calor era bastante persuasivo para que uno se quedara en casa, pues después de que la enfermera se fue, en la nochecita me salí a captar la poca señal que llegaba Dior sabe de dónde, pero bueno había señal por lo menos y aprovechaba para reportarme con la reina Madre, con mis amigos y para compartir pequeñas historias con los compañeros en la misma situación que yo. En la clínica había una radio que por la noche utilizábamos para comunicarnos entre las clínicas y a veces para platicar y no sentirnos tan solos, a eso de las 21:00 hrs el pueblo se moría, hasta los animales que andaban en la calle e increíblemente todos tenían dueño, hasta esos los metían a sus respectivas casas y el pueblo sede donde estaba la clínica y yo vivía quedaba en silencio… Así que imagínense el aburrimiento, pues bien yo me fui a dormir cuando en eso ya que estaba conciliando el sueño escuché claramente cómo el material que había lavado junto con la enfermera se caía de la charola de instrumental, escuché rodar el estetoscopio de pinar, las pinzas caer una sobre otra e incluso “algo” que movía el instrumental en el piso, sin moverme seguí escuchando y claramente se escuchaba cómo se movía el material en el piso, lo primero que pensé fue “uy no esta mujer se va a enojar mañana porque de por si es floja y tener que lavar nuevamente el material, seguro le da algo” y después pensé en qué tipo de animal podría haber tirado las cosas, un gato, un sapo, etc hasta que pensé en una serpiente, muy común de por esa zona y ahí si me dio miedo, así que preventivamente puse una toalla debajo de la puerta y me dormí. Hasta ahí normal todo hasta que al día siguiente me debatía con mi conciencia si ir a recoger el material o esperar a la enfermera y escuchar sus gritos y ver su cara, al final pudo mas mi poca buena ondez y decidí ir a recoger el material, cual fue mi sorpresa que al buscar el material en el piso no había nada, todo estaba envuelto en papel destraza y esterilizado y en su vitrina, hasta el pinar. Todo en su lugar, busqué algún sapo o alguna serpiente y nada. No dije nada y el día transcurrió normal.
Ah que recuerdos…
¿Ustedes han experimentado un Jamais-vú? (se pronuncia shame-vú) lo opuesto al Déja vù, pues bien según la psiquiatría dice que es un “corto circuito” en nuestro cerebro, quizás por falta de irrigación sanguínea o alguna obstrucción, un coágulo quizás, en fin.
Resulta que una tarde, después de las 16:00 hrs me dieron ganas de ir a la playa, y como la tenía a 20 minutos caminando de la clínica, pues me aventé a ir para refrescarme un poco y olvidarme del día pesado de consulta, ya saben en una mochila de esas tipo bolsa metí toalla, bloqueador, mi ipod y nada más, me fui a la playa caminando con mi gorra y aunque el sol ya no estaba tan intenso si se sentía el calorcito bien fuerte. Llegué a la playa, en el camino me topé con gente que me saludaba y los que me reconocían me invitaban a comer a sus casas. Llegué a la playa y estuve tumbado en la arena cual iguana y después me fui a meter al mar, una playa que como casi nadie usa, podríamos decir que se encuentra libre de contaminación, así que realmente es un sitio muy agradable para estar toda la tarde, cabe mencionar que en otras ocasiones llegaba mas tarde tipo 18:30 o algo así y me quedaba hasta que anochecía y me regresaba a la clínica caminando bajo la luz de la luna y relajado. Pues en esa ocasión no sé porque pero no me quise quedar hasta tarde, así que recogí todo, medio me sequé y me fui por el único camino que iba de la playa a la “calle” principal del pueblo, pero al comenzar a avanzar me invadió una especie de miedo, miedo a lo desconocido. Fue una sensación muy singular ya que una parte de mi cerebro procesaba la información y me decía que el camino era el correcto y otra parte de mi mente tenía miedo porque sentía que era la primera vez que andaba por esa zona, daba unos pasos y el camino me era totalmente ajeno, así que daba unos pasos y me sentaba y nada, me invadía una especie de miedo a terminar perdido en quien sabe que lugar, así que caminaba un poco e iba dejando algún rastro por si tenía que regresar por el camino, de repente veía gente que pasaba y me saludaba muy natural y se iban a sus casas, yo con ganas de salir corriendo tras de ellos, pero por pena o lo que sea me aguantaba pero observaba en que punto los había visto y me iba caminando hacia ese lugar y así fue como logré terminar de caminar ese sendero, lo curioso fue cuando llegué a la secundaria que estaba en la esquina en el cruce que hacen ese sendero a la playa y la calle principal y a pesar de tocar la pared de la escuela con mi manos, sentía como si fuera algo irreal, no sé que pero se sentía como si estuviera en un sueño, así que me fui caminando a la clínica que estaba como a dos cuadras y saludando a quien me encontraba en el camino, cuando entré a la clínica la misma sensación de que todo me era ajeno, sentía como si fuera la primera vez que entraba a la clínica, todo me era ajeno y nuevo, aunque repito una parte de mi cerebro me decía que era el sitio donde había vivido por lo menos los últimos cuatro meses. Así que decidí entrar a mi cuarto y bañarme, quizás tenía un golpe de calor, al sentir el agua fresca y cerrar los ojos sentí como si estuviera yo como intruso en un lugar ajeno y en cualquier momento alguien vendría a sacarme del baño y correrme de la clínica. Decidí acostarme y al hacerlo vinieron a mi todas las sensaciones, así como si todo me cayera de golpe, sentí de nuevo esa cotidianidad de estar en un sitio conocido, me sentí bien y seguro nuevamente en la clínica, todo se sentía “normal” nuevamente. ¿Qué habrá sido? quien sabe… quien sabe.
Pues ahora los dejo descansar un rato, luego les pondré el día que si se puso medio denso ahí en la clínica…