[FONT="]Cinco de la tarde con cuarenta y siete minutos. Estoy aquí parado frente a la mítica [FONT="]puerta[/FONT] [FONT="]14 de General[/FONT] y mis ganas de verte jugar no disminuyen ni siquiera ante el antojo de esas tortas que a mi parecer están más vacías de lo que merecen. Después de una pequeña caminata desde el Ruta Uno hasta acá y después de haber esquivado a tanto [FONT="]hermano[/FONT] [FONT="]Rayado[/FONT] que, de haberles apoyado la causa me hubiese quedado sin un peso para mi regreso, después de encontrarme con [FONT="]Geradikto[/FONT] en la puerta 15 y después de ver pasar a tanta gente que sin saberlo ya es parte de mí como yo de ellos por simplemente tener el mismo [FONT="]Sueño Libertador[/FONT], después de todo eso me decido a entrar a esta segunda casa mía. Casa que está de más decirlo es fea pero pronto la dejaremos en el olvido para que mi hinchada aliente desde una tribuna más digna de estos colores.[/FONT]
[FONT="]Nací para alentarte. [/FONT][FONT="]Ni con mil mantas más hubiesen podido explicar de mejor forma lo que deseaba expresarle a esta nación azul y blanco. Me decido a tomar un extremo de ella y sin pensarlo elijo la decisión menos inteligente del día. No porque cargarla haya sido malo sino más bien porque al hacerlo opto por alentarte antes que verte jugar; Nueve valientes más deciden acompañarme cargando este pedazo de tela durante los 90 minutos y aunque las plantas de mis pies no merecían este calvario de estar sobre una pequeña barda de piedra tú lo mereces. Tú. Tan parecido a un verdadero amor y tan diferente a todo lo demás. Tú. Mi conjunto de dogmas de lo que creo Divino. Tú. Mi pequeña máquina de futbol tal vez carente de un delantero matón pero al fin y al cabo mi máquina. Mis 90 minutos de alegría. Mi estado de ánimo durante una semana entera. Mi equipo. Mi mejor decisión.[/FONT]
[FONT="]El balón casi no conoce los guantes de arquero y el partido se torna en una media cancha secuestrada por un mar de piernas. Yo no paro de gritar, pero ese gordito que le enseña al mundo lo que Dios le dio de carnes lo hace mejor que yo. Eso no importa porque lo nuestro no es una competencia sino más bien una constante bocanada de oxígeno para ti que portas mi estandarte con tanto orgullo. O eso quiero creer. O eso me haces creer. Mi voz aún siendo un grito constante no deja de ser un susurro entre tanto canto. Eso no importa porque al corear tu nombre en la imaginación siento que puedes escucharme como yo escucho a mi hinchada increpar cada jugada no marcada por el árbitro.[/FONT]
[FONT="]El segundo tiempo casi muere y aún no he visto a los 5 mil que suelen bajar por esos escalones cada que el sonido local grita la palabra más esperada por los 34 mil en el estadio. Mis ganas de verte anotar no disminuyen ni aun a sabiendas de que en el lugar en el que estoy un gol se tornaría dañino para mi bienestar físico. Minuto noventa y uno y se viene el motivo por el cuál mi cuerpo quedo sin alma porque ésta, decidió abandonarme en ese tremendo exhalar al ver que Ayoví después de un recorte hace la jugada del partido. Maldito el día en el que decidieron darle esas medidas a la portería y no pensaron en 30 cm más sabiendo que mi contención ecuatoriano le pega de esa manera. Maldito ese día.[/FONT]
[FONT="]El árbitro me dice con un soplido que el partido ha muerto. Mis palmas y las de cada humano más en el estadio te agradecen tu entrega. Tal vez no goleamos al mitológico Sao Paulo, tal vez el Once Caldas supo sacarnos el partido. Tal vez no vuelva a verte en esta copa hasta en 10 meses más. Tal vez aún no somos equipo de Libertadores. Tal vez fue lo mejor que pudo pasarnos. Tal vez.[/FONT]
[FONT="]Tortas de a diez y cinco pesos. Tacos de harina. Pulseras de Osvaldito Martínez que ha cambiado de nacionalidad y ahora es argentino según la señora. Peregrinación bastante larga hasta mi limosina el Ruta 1. Sonrisas. A pesar de no ganar eso provoca verte jugar. Para Todo México tú sigues siendo equipo de Rancho que no es capaz de pasar a la siguiente ronda en un torneo que deja mucho que desear. Para mí sigues siendo El [FONT="]Campeón[/FONT]. Y yo, como José Ramón Fernández le llamo a las cosas por su nombre
fuente: zonarayada.com
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