Concuerdo con el post. Sin embargo pienso que no es la forma. El dinero ya lo gastaron, y se cobraron al triple todo lo de la fiesta. Cada quién sacó partida del presupuesto. Para la gente pobre, que no tiene nada, que no tiene donde vivir, que no tiene a veces que comer, es la única diversión que le queda. El único rato para salir con la familia. Además, los políticos saben, siempre han sabido que no tienen el cariño del pueblo, que no están haciendo para lo que fueron elegidos, lo saben muy bien, ¿entonces para que hacércelos saber?
Que despilfarran el presupuesto y lo reparten entre sus cuates ya lo sabemos todos. Lo malo es que la mayoría de la gente quiere participar en el despilfarro y no participar de lo que se puede lograr con el presupuesto bien implementado. En una palabra: Corrupción.
Hay que cambiar la manera de pensar del pueblo entero. Y eso, es casi imposible. Tenemos 200 años como pueblo endeudado, lo de independiente y revolucionado, realmente nunca pasó. La mentalidad de fregar al vecino y la semilla malinchista la tenemos bien arraigada.
La única que no estará presente, en las fiestas del 15 de septiembre al mandar el mail, será la aporreada clase media mexicana, la que lee, la que se educa, la que critíca, la que ya no sabe que hacer al verse indefensa, extorsionada y cada vez más fregada, sin poder darle al abuelo para la medicina, ni al hijo para educación, ni al nieto para diversión, porque no hay trabajo y el que lo hay es muy mal pagado, la que se pasa la tarde en la computadora viendo como viven en un país ordenado y soñando con algún día poder viajar aunque sabe que tal vez nunca sea posible, pagando un alto precio por todos los servicios y agobiada además por tanto impuesto que tiene, a fuerza que pagar.
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La clase política estará presente para ver el espectaculo por el cual buscarán reelegirse en otro puesto y seguir chupando la chiche del presupuesto. Como chapulines brincando de puesto en puesto. Prometiendo migajas a los más pobres. La clase media, que les puede exigir, ya la destruyeron, con ese fin, precisamente.
La clase alta, estará viendo la transmisión del evento desde el extranjero, Miami, Paris, Madrid, San Antonio, con los bolsillos hinchados de dinero, salido del presupuesto, con sus familiares, que hace tiempo salieron corriendo del país, por el miedo a ser secuestradas, extorsionadas y asesinadas. Pero parece ser, que México se ve más bonito desde fuera.
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Y la clase pobre, 90% de la población, estará echando espuma, tomando alcohol y comiendo masa con chile.
Por último, todos los mencionados anteriormente sólo le tienen miedo a los Zetas, al Chápo, a la Barbie, y a todos esos malandros, enjendros del demonio, que florecen en un territorio excento de un Estado que les haga frente.
Cuando nos demos cuenta que podemos ser un pueblo civilizado, que somos todos mexicanos, independientemente del color, región, dialecto, hombre o mujer, entonces las cosas serán diferentes. Pero para eso se requiere educación, participación ciudadana, y desterrar la corrupción, que nos impide crecer como sociedad y nos hace vivir permanentemente en éste remedo de Estado, en el que se nos va la vida, sin poder disfrutarla.