En Guatemala, los grupos llamados ladinos temen en forma abierta, aunque muy interiormente a la llamada mariposa negra, cuando ésta se posa en una casa y permanece allí ante la vista de todos sin que nadie se digne a espantarla. Ella se va hasta que así lo desea, se dice que esta mariposa negra anuncia el fallecimiento de un pariente cercano o lejano o de un amigo.
Lo peor del caso es que el asunto, digo, la visita de la mariposa, nunca falla previa al fallecimiento de alguien. Como nunca había dado crédito a semejante creencia y en cierta oportunidad cuando conversaba de este tema con una ancianita indígena que vendía venduras en el mercado de la zona 12, me dijo algo más en relación a esta superstición, ampliando la explicación, expresó que si se ve detenidamente a la mariposa negra y ésta tiene algunas manchitas blancas en las alas, la tragedia que se cierne puede ser peor. Me limité a escuchar a la anciana indígena, sin dar créito a sus palabras que aún resuenan en mis oídos, después de dar la impresión vivida en forma personal.
Una mañana que visitaba a una amiga en una de las zonas residenciales de la capital, me vi obligado a esperarla ya que se estaba bañando y en la sala de espera tomé el periódico del día viendo las noticias de la primera plana. La ventana del jardín estaba abierta ya que momentos antes la empleada, después de sacudir todo la había dejado así, para que entrar la ventilación y el sol. En ese momento penetró una mariposa negra de regular tamaño y a manera de decoración se posó en la celeste pared de la sala formando un contraste muy apreciativo.
Sobre la mesita del amueblado había un pequeño catalejo y por curiosidad enfoqué a la mariposa desde el sitio donde me sentaba cómodamente. Pude apreciar dos puntos blancos diminutos y rápidamente pensé en lo que la indíggena de la zona 12 me había dicho en relación a la aparición de la mariposa. Mi amiga salió como a los diez minutos y no dió crédito al pequeño animalejo, sonrió y partimos rumbo al centro de la ciduad a realizar algunas compras. Yo olvidé por completo el asunto, pero justamente a los dos días un frío muy especial me sacudió cuando vi en la prensa, la foto de mi amiga que junto con su primo habían muerto en un accidente de tránsito en la carretera al Atlántico. Recordé a la indígena una vez más y la aparición de la mariposa en la sala de la residencia de mi amiga.
Dicen que para que se vayan simplemente hay que ponerles en un guacal con agua un limon partido en cruz.