Cada país agrega su tradición al espíritu festivo global. Época de alegría y buenos deseos, pero también de discusiones y desencuentros, la Navidad es una fecha recordada por todos.
Los chicos por los regalos, las reuniones con primos y amigos, los juegos, Papá Noel (o Santa Claus) y por el hastío que les genera las interminables charlas y discusiones de los adultos. Pero entre los más grandes, no hay un consenso universal en torno al festejo. Cada persona tiene su propia visión sobre la conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén. Aunque poco quede del alma de esta fiesta, todavía sigue despertando adeptos y detractores.
El festejo que hoy conocemos nada tiene que ver con sus orígenes. Varias culturas aportaron sus tradiciones a la típica celebración que conocemos actualmente. La versión moderna surge en el siglo XIX en Europa, y luego se traslada a América. Muchos de los villancicos que aún entonamos y escuchamos provienen de esa época. La tradición de los arbolitos surge en Alemania, en tanto que en estas tierras americanas, sobre todo las del norte, le agrega la figura de Santa Claus, y su trineo tirado por renos con el que reparte regalos a los niños que se han comportado bien.
El viejo panzón y barbudo vestido de rojo es quien caracteriza el ingreso del aspecto comercial a una fiesta religiosa, modificándola de raíz. De esta manera, la conmemoración católica da lugar a un festejo profano, pero de orígenes religiosos. Ni una cosa ni la otra.
Así, ni los preocupados por las cuestiones religiosas, ni los amantes de los festejos terminan de estar cómodos en esta fiesta multicultural.
Pero como los festejos navideños van a seguir existiendo, y además tampoco son tan nocivos, armamos un listado de los principales motivos de quienes odian la Navidad, así, conociéndolos podemos evitarlos y tener unas fiestas en paz:
•El sentimentalismo reinante
•El engaño a los mas chicos
•La multiplicación de ropas rojas
•Las luces de las calles y las tiendas
•El tráfico y sus efectos perjudiciales
•Los colgantes dorados, verdes y rojos
•Los innumerables Papas Noel que se descuelgan por donde pueden
•Los omnipresentes villancicos repetitivos (y muchas veces mal ejecutados)
•Las glamorosas alfombras en la entrada de los negocios
•La invasión de cajas vacías disfrazadas de regalos
•Las colecciones de Navidad
•La subida de precios en todos los productos, regalos o comida.
•El espíritu navideño que todos pregonan pero que nadie sabe exactamente de qué se trata
•Los gastos para preparar la fiesta: desde luces, hasta comida (que siempre sobra); y, encima, el exceso se da en las familias pero también en los municipios
•Las visitas (si son familiares puede empeorar la situación)
•La diversidad de tradiciones provenientes de distintos países que pierden su sentido al importarlas
•El gasto en juguetes
•La costumbre de vestirse de gala
•Reuniones o comidas con personas a las que solo me unen lazos familiares pero no necesariamente afectivos (cuñado, suegro, primos, entre otros)
•La creencia de que a todo el mundo le divierte o al menos debería
•La cantidad de kilómetros que las visitas deben recorrer para llegar a destino
•El lío de la organización para quien hace las veces de anfitrión
•Los apuros para cumplir horarios y llegar a todos lados
•La gran cantidad de pesebres dispuestos por toda la ciudad
•La lotería
•La falta de imaginación en las publicidades
•La gran cantidad de bebidas alcohólicas omnipresentes y obligatorias
•Los cotillones
•La innumerable cantidad de mails cargados de buenos deseos (y virus)
•Los millones de SMS (peor los que quieren ser originales)
•El acordarse de enviárselos a todos los que esperan recibirlos
•Los fuegos artificiales
•Las discusiones en la mesa por las cuestiones mas superfluas al igual que las mas profundas
•Las películas "para-toda-la-familia"
•El excesivo tiempo de antelación con que todas estas cosas empiezan a manifestarse, por lo menos un mes antes del 25 de diciembre
Son bastantes, y ¡eso que no es el listado completo! Pensándolo bien, no creo que podamos evitarlos, de hecho, muchos no dependen sólo de nosotros; pero al menos los conocemos y, aquellos que indefectiblemente sucederán, no son un problema (al menos en el sentido acabado del término) ya que no tienen solución. A preparase y ¡Feliz Navidad!
Los chicos por los regalos, las reuniones con primos y amigos, los juegos, Papá Noel (o Santa Claus) y por el hastío que les genera las interminables charlas y discusiones de los adultos. Pero entre los más grandes, no hay un consenso universal en torno al festejo. Cada persona tiene su propia visión sobre la conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén. Aunque poco quede del alma de esta fiesta, todavía sigue despertando adeptos y detractores.
El festejo que hoy conocemos nada tiene que ver con sus orígenes. Varias culturas aportaron sus tradiciones a la típica celebración que conocemos actualmente. La versión moderna surge en el siglo XIX en Europa, y luego se traslada a América. Muchos de los villancicos que aún entonamos y escuchamos provienen de esa época. La tradición de los arbolitos surge en Alemania, en tanto que en estas tierras americanas, sobre todo las del norte, le agrega la figura de Santa Claus, y su trineo tirado por renos con el que reparte regalos a los niños que se han comportado bien.
El viejo panzón y barbudo vestido de rojo es quien caracteriza el ingreso del aspecto comercial a una fiesta religiosa, modificándola de raíz. De esta manera, la conmemoración católica da lugar a un festejo profano, pero de orígenes religiosos. Ni una cosa ni la otra.
Así, ni los preocupados por las cuestiones religiosas, ni los amantes de los festejos terminan de estar cómodos en esta fiesta multicultural.
Pero como los festejos navideños van a seguir existiendo, y además tampoco son tan nocivos, armamos un listado de los principales motivos de quienes odian la Navidad, así, conociéndolos podemos evitarlos y tener unas fiestas en paz:
•El sentimentalismo reinante
•El engaño a los mas chicos
•La multiplicación de ropas rojas
•Las luces de las calles y las tiendas
•El tráfico y sus efectos perjudiciales
•Los colgantes dorados, verdes y rojos
•Los innumerables Papas Noel que se descuelgan por donde pueden
•Los omnipresentes villancicos repetitivos (y muchas veces mal ejecutados)
•Las glamorosas alfombras en la entrada de los negocios
•La invasión de cajas vacías disfrazadas de regalos
•Las colecciones de Navidad
•La subida de precios en todos los productos, regalos o comida.
•El espíritu navideño que todos pregonan pero que nadie sabe exactamente de qué se trata
•Los gastos para preparar la fiesta: desde luces, hasta comida (que siempre sobra); y, encima, el exceso se da en las familias pero también en los municipios
•Las visitas (si son familiares puede empeorar la situación)
•La diversidad de tradiciones provenientes de distintos países que pierden su sentido al importarlas
•El gasto en juguetes
•La costumbre de vestirse de gala
•Reuniones o comidas con personas a las que solo me unen lazos familiares pero no necesariamente afectivos (cuñado, suegro, primos, entre otros)
•La creencia de que a todo el mundo le divierte o al menos debería
•La cantidad de kilómetros que las visitas deben recorrer para llegar a destino
•El lío de la organización para quien hace las veces de anfitrión
•Los apuros para cumplir horarios y llegar a todos lados
•La gran cantidad de pesebres dispuestos por toda la ciudad
•La lotería
•La falta de imaginación en las publicidades
•La gran cantidad de bebidas alcohólicas omnipresentes y obligatorias
•Los cotillones
•La innumerable cantidad de mails cargados de buenos deseos (y virus)
•Los millones de SMS (peor los que quieren ser originales)
•El acordarse de enviárselos a todos los que esperan recibirlos
•Los fuegos artificiales
•Las discusiones en la mesa por las cuestiones mas superfluas al igual que las mas profundas
•Las películas "para-toda-la-familia"
•El excesivo tiempo de antelación con que todas estas cosas empiezan a manifestarse, por lo menos un mes antes del 25 de diciembre
Son bastantes, y ¡eso que no es el listado completo! Pensándolo bien, no creo que podamos evitarlos, de hecho, muchos no dependen sólo de nosotros; pero al menos los conocemos y, aquellos que indefectiblemente sucederán, no son un problema (al menos en el sentido acabado del término) ya que no tienen solución. A preparase y ¡Feliz Navidad!
