Nada que ver con lo anterior
Hay una pieza instrumental que siempre me hace llorar. ¿Por qué? Por nada. Es simple y sencillamente la melodía más dulcemente triste o más tristemente dulce del mundo. Con ella se puede llorar a gusto por penas amargas o dulces, por nostalgias, añoranzas, fantasías, temores.
Una ventaja de esta obra de arte es que carece de letra. Es decir, no va dedicada a nada ni nadie en particular. Se puede disfrutar o padecer según las circunstancias. Tal vez haya una historia detrás, pero es mejor ignorarla. La música supera cualquier comentario.
Se trata del "Tema de O", interpretado por Franck Pourcell y su orquesta. Búsquenla.