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Siempre quieren algo más
Hace unos días recibí un e-mail de mi cuñado que además de ser absolutamente cierto, me divirtió mucho.
Decía que PARA que una mujer esté absolutamente feliz con un hombre, éste debe ser: Fachero, alto, viril, amigo, compañero, amante, hermano, padre, maestro, cocinero, mecánico, gomero, plomero, jardinero, decorador de interiores, electricista, ginecólogo, psicólogo, psiquiatra, audaz, simpático, atlético, cariñoso, atento, caballero, inteligente, imaginativo, creativo, gracioso, dulce, fuerte, comprensivo, tolerante, prudente, ambicioso, capaz, valiente, decidido, confiable, respetuoso, apasionado y sobre todo muy solvente.
Tal vez tengas todas las cualidades menos la de electricista.
No sirve.
Vas a cansarte de escuchar frases como: “¡A ti te parece que tengamos la lámpara quemada desde hace quince días! ¡El marido de Marta le arregló hasta la licuadora cuando se le quemó!”
¿Y todo lo demás no sirve? Y… en ese momento parece que no.
Pero así y todo, si tuvieras todas las cualidades, con la de electricista incluido, hay otras cosas que tendrías que tener en cuenta como por ejemplo no ser celoso, pero tampoco parecer desinteresado. Tener otras actividades pero no dedicarles más tiempo que a ella. Darle su espacio pero mostrarle preocupado por donde estuvo. Y muy importante: no olvidar las fechas de cumpleaños, aniversario de novios, de casamiento, graduación, santo, última menstruación, primer beso, cumpleaños de la madre, padre y hermanos.
Es importante tener en cuenta que cumplir con todos estos requisitos no garantiza el 100% de la felicidad de las mujeres, porque podrían sentirse inmersas en una vida de sofocante perfección y fijarse en el primer sorete, vago, borracho y golpeador que se les cruce.
¿A qué apuntamos con todo esto? A que en determinado momento ella va a hacerte cuestionamientos por equis motivos. Que no eres lo suficientemente comprensivo, que no la escuchas, que estás demasiado pendiente de ella, que comes mucho, que vas a jugar fútbol, que te pones la camisa adentro, que no quieres a su mamá, que no te cortaste el pelo, que no te afeitaste, que te bañas muy seguido,
que en lo único que piensas es en el sexo, que ella sexualmente ya no te interesa como antes, que no te caen bien sus amigas, que estás caliente con sus amigas, que vas a comer muy seguido con tus amigos, que se ven muy poco, que se ven mucho, que nunca le haces regalos, que no le llenas el vaso, que no te pones la servilleta, que le dedicas mucho tiempo al estudio, que no estudias, en fin… equis motivos. Y por más que intentes modificarlos, aparecerán indefectiblemente otros equis motivos para que te sigua rompiendo las pelotas.
Si ella se está alejando de ti porque te está dejando de querer, o porque le gusta otro, lo primero que va a hacer es echarte la culpa aduciendo alguno de los ítems mencionados anteriormente o alguno similar.
Tú, en el afán de retenerla, vas a hacer lo imposible por cambiar tu conducta. Te tengo una mala noticia. Por más que cambies lo que cambies, la vas a perder igual.
Porque en el 90% de los casos, el problema no está en ti, sino en ella. O lo que es peor aún, en algún tercero del cual desconoces su existencia.
Una vez una novia me dejó con el argumento de que en mí, encontraba todo lo que una mujer puede desear de un hombre. Por lo cual, ya no tenía nada que buscar.
Hija de puta. Y mentirosa. Algún buitre le estaría rondando.
¿Yo que tendría que haber hecho entonces? ¿Ser un poco más vago? ¿Un poco más tonto?
¿No laburar ni estudiar? ¿Pegarle de vez en cuando? Lo dudo.
Ojo, no en todos los casos en que las mujeres te rompen las pelotas es porque piensan dejarte, pero si es así, no te sientas culpable de que la relación se rompió porque tu no cambiaste determinada cosa.
Romper las pelotas está en su esencia.
Si vas todos los domingos a jugar fut, te rompen las pelotas porque no estás con ellas. Entonces dejas de ir a jugar fut y miras los partidos por televisión. Ahí te rompen las pelotas porque a ellas les aburre el fútbol. Entonces dejas de ver los partidos por televisión y ahí viene tal vez el planteo: “A ti te parece, están todos reunidos en la casa de mamá viendo el partido y tú no quieres ir. ¡Siempre el mismo antisocial!”
No tratemos de conformarlas. No se puede.
Hace unos días recibí un e-mail de mi cuñado que además de ser absolutamente cierto, me divirtió mucho.
Decía que PARA que una mujer esté absolutamente feliz con un hombre, éste debe ser: Fachero, alto, viril, amigo, compañero, amante, hermano, padre, maestro, cocinero, mecánico, gomero, plomero, jardinero, decorador de interiores, electricista, ginecólogo, psicólogo, psiquiatra, audaz, simpático, atlético, cariñoso, atento, caballero, inteligente, imaginativo, creativo, gracioso, dulce, fuerte, comprensivo, tolerante, prudente, ambicioso, capaz, valiente, decidido, confiable, respetuoso, apasionado y sobre todo muy solvente.
Tal vez tengas todas las cualidades menos la de electricista.
No sirve.
Vas a cansarte de escuchar frases como: “¡A ti te parece que tengamos la lámpara quemada desde hace quince días! ¡El marido de Marta le arregló hasta la licuadora cuando se le quemó!”
¿Y todo lo demás no sirve? Y… en ese momento parece que no.
Pero así y todo, si tuvieras todas las cualidades, con la de electricista incluido, hay otras cosas que tendrías que tener en cuenta como por ejemplo no ser celoso, pero tampoco parecer desinteresado. Tener otras actividades pero no dedicarles más tiempo que a ella. Darle su espacio pero mostrarle preocupado por donde estuvo. Y muy importante: no olvidar las fechas de cumpleaños, aniversario de novios, de casamiento, graduación, santo, última menstruación, primer beso, cumpleaños de la madre, padre y hermanos.
Es importante tener en cuenta que cumplir con todos estos requisitos no garantiza el 100% de la felicidad de las mujeres, porque podrían sentirse inmersas en una vida de sofocante perfección y fijarse en el primer sorete, vago, borracho y golpeador que se les cruce.
¿A qué apuntamos con todo esto? A que en determinado momento ella va a hacerte cuestionamientos por equis motivos. Que no eres lo suficientemente comprensivo, que no la escuchas, que estás demasiado pendiente de ella, que comes mucho, que vas a jugar fútbol, que te pones la camisa adentro, que no quieres a su mamá, que no te cortaste el pelo, que no te afeitaste, que te bañas muy seguido,
que en lo único que piensas es en el sexo, que ella sexualmente ya no te interesa como antes, que no te caen bien sus amigas, que estás caliente con sus amigas, que vas a comer muy seguido con tus amigos, que se ven muy poco, que se ven mucho, que nunca le haces regalos, que no le llenas el vaso, que no te pones la servilleta, que le dedicas mucho tiempo al estudio, que no estudias, en fin… equis motivos. Y por más que intentes modificarlos, aparecerán indefectiblemente otros equis motivos para que te sigua rompiendo las pelotas.
Si ella se está alejando de ti porque te está dejando de querer, o porque le gusta otro, lo primero que va a hacer es echarte la culpa aduciendo alguno de los ítems mencionados anteriormente o alguno similar.
Tú, en el afán de retenerla, vas a hacer lo imposible por cambiar tu conducta. Te tengo una mala noticia. Por más que cambies lo que cambies, la vas a perder igual.
Porque en el 90% de los casos, el problema no está en ti, sino en ella. O lo que es peor aún, en algún tercero del cual desconoces su existencia.
Una vez una novia me dejó con el argumento de que en mí, encontraba todo lo que una mujer puede desear de un hombre. Por lo cual, ya no tenía nada que buscar.
Hija de puta. Y mentirosa. Algún buitre le estaría rondando.
¿Yo que tendría que haber hecho entonces? ¿Ser un poco más vago? ¿Un poco más tonto?
¿No laburar ni estudiar? ¿Pegarle de vez en cuando? Lo dudo.
Ojo, no en todos los casos en que las mujeres te rompen las pelotas es porque piensan dejarte, pero si es así, no te sientas culpable de que la relación se rompió porque tu no cambiaste determinada cosa.
Romper las pelotas está en su esencia.
Si vas todos los domingos a jugar fut, te rompen las pelotas porque no estás con ellas. Entonces dejas de ir a jugar fut y miras los partidos por televisión. Ahí te rompen las pelotas porque a ellas les aburre el fútbol. Entonces dejas de ver los partidos por televisión y ahí viene tal vez el planteo: “A ti te parece, están todos reunidos en la casa de mamá viendo el partido y tú no quieres ir. ¡Siempre el mismo antisocial!”
No tratemos de conformarlas. No se puede.