Jesús estableció una regla confiable para identificar lo cierto y lo falso respecto a religión. Dijo: “Por sus frutos los reconocerán. [...] Todo árbol bueno produce fruto excelente, pero todo árbol podrido produce fruto inservible [...] Todo árbol que no produce fruto excelente llega a ser cortado y echado al fuego”. (Mateo 7:16-19.) Como se ve, para determinar quién es el Dios verdadero y quiénes son los falsos, y quiénes son los verdaderos adoradores y quiénes son los falsos, tenemos que examinar lo que producen. ¿Es “excelente” el fruto de ellos, o es “inservible”? Por ejemplo, ¿cuál de las religiones del mundo ha establecido paz genuina entre sus adherentes por toda la Tierra? De seguro los miembros de la religión verdadera, hermanos espirituales, no deberían estar matándose unos a otros. Pero cien millones de personas han muerto en las guerras de este siglo XX, y todas esas guerras han sido apoyadas por las religiones del mundo. Como resultado, personas religiosas han matado a otras personas religiosas. En muchas ocasiones han matado a personas de su propia religión. Católicos han matado a católicos, protestantes han matado a protestantes, musulmanes han matado a musulmanes, y los de otras religiones han seguido el mismo proceder. En un artículo de fondo titulado “La violencia perpetrada en el nombre de Dios”, Mike Royko, como si estuviera hablando a Dios, dijo esto sobre las religiones del mundo: “Expresan su devoción a ti matándose entre sí por centenares. Supongo que creen que si los de un lado pueden acabar con los del otro queda probado que los ganadores te adoran correctamente”. Dijo que aunque el papa se presenta como hombre de paz, “se sabe que sus seguidores han derramado unos cuantos millones de galones de sangre cuando se han encolerizado”. Además, el ex presidente Carter, de los Estados Unidos, cuando hizo el comentario de que “el mundo se ha vuelto loco”, dijo: “A menudo parece que una profunda convicción religiosa —algo que debería enlazar a las personas en amor— es parte de la locura y el asesinato”. Ese fruto inservible es lo contrario de lo que deben producir los que adoran al Dios verdadero. (Gálatas 5:19-23.) Por eso, los que apoyan a las religiones y filosofías en guerra son parte de la adoración falsa con tanta seguridad como lo fueron los antiguos egipcios, asirios, babilonios y otros que recurrían a “dioses que nada valen y que no pueden hablar”. (Habacuc 2:18.) Y tal como la palabra profética del Dios verdadero tuvo un cumplimiento que afectó a la adoración falsa de la antigüedad, así sucederá en nuestros tiempos: “Los mismísimos dioses que nada valen pasarán por completo”. (Isaías 2:18.) Confiable es su advertencia: “No se vuelvan a dioses que nada valen”. (Levítico 19:4.)