Morbosísima esta señora. Patorras, muslazos, brazacos y culazo. La cintura, mínima. Las caderas, amplias. Los pechos, pequeños. El abdomen, perfecto.
Altiva, nos observa reclamando sexo y ofreciendo goce de calidad. Sabe que está buena, sus carnes son apetecibles, rebosan morbo y seducción. Las exhibe con descaro, gusto y orgullo. Eso las hace más hermosas y voluptuosas.
Las curvas abundantes y excesivas en la justa medida en muslos, pantorrillas, glúteos prominentes y evocadores de cópulas interminables, estéticas.
Hasta sabe cómo exhibir para más excitarnos los pechos pequeñitos y preciosos y los pezones aprisionados por cepos y collares colgantes.
Nada queda sin estudio. Hasta el corte de pelo a lo garçon queda a medias entre una esplendorosa juventud casi intacta y una soberbia madurez plena y sana.
Quizá echemos en falta algunos cruces de piernas, ligueros y corsés apretados. Pero bella, hermosísima, bellísima. El tipo de señora que soñamos y seduce como ninguna otra a muchos fans de estas páginas para incondicionales de las "mujeres sólo para muy hombres". Nosotros nos entendemos. Sabemos de qué hablamos. Disfrutamos admirando.
Ojalá supiéramos cómo encontrarlas para poder rendirles nuestra admiración más absoluta.
De diez sobre diez.