Los verdaderos agravios
Proceso
Jesusa Cervantes
http://jenarovillamil.wordpress.com/2011/02/07/los-verdaderos-agravios/
MÉXICO, DF, 4 de febrero (apro).- “Los  mexicanos están cansados de estos circos mediáticos; fue una ofensa a la  institución presidencial; una falta de respeto a los propios  legisladores”… y así proseguía la lista de reclamos, y todo por una  manta desplegada por legisladores petistas en la que aludían a un  presunto alcoholismo de Felipe Calderón.
 El mensaje desató la furia del panismo  en contra de los irreverentes, groseros y rebeldes diputados. Los  aliados del poder salieron en defensa de quien los puso en una curul.
 Cierto es que nadie justifica la ofensa  como método en los debates políticos y legislativos pero, aceptando que  el calificativo de “borracho” sea una ofensa –en todo caso, ello no  evidencia más que ignorancia de lo que implica la enfermedad del  alcoholismo–, el epíteto puede pasar a segundo término si hacemos una  lista de los verdaderos agravios que muchos mexicanos han padecido desde  el 1 de diciembre de 2006.
 El malestar  por la “manta de la discordia” en San Lázaro no tiene siquiera  comparación con la burla de Calderón hacia numerosos casos, entre ellos  el de las madres de los jóvenes de Salválcar en Ciudad Juárez,  Chihuahua.
 A un año de aquella brutal ejecución,  las madres no tienen siquiera la autopsia de sus hijos asesinados. Y la  burla es que en lugar dar respuesta a las demandas de las madres,  Calderón les construyó “una cancha”. ¿No es acaso eso una verdadera  ofensa?
 Y la muerte de 49 niños en Hermosillo,  Sonora, en una guardería subrogada por el gobierno federal, en donde  lentamente, por falta de aire o por quemaduras, se les apagó la vida.  ¿Tampoco ese hecho indigna?
 Desde que se produjo la tragedia, no  recuerdo a un solo diputado federal del PAN que haya levantado la voz en  contra del gobierno federal que encabeza Felipe Calderón, en primer  lugar por su permisividad y la evidente corrupción para que se careciera  de mínimas medidas de protección civil, acciones que pudieron evitar  las muertes de decenas de los pequeños.
 Más aún, los 35 mil muertos generados no  por la decisión del gobierno federal de pretender acabar con el  narcotráfico, sino por la falta de previsión de lo que esa “guerra”  desencadenaría, escenario en que se coloca en peligro la vida de “sus  gobernados”. ¿No es esta una falta de respeto a los derechos humanos de  parte de Calderón Hinojosa?
 Y qué decir de la ausencia de  enjuiciamiento a los políticos entreguistas y omisos del PAN que, en  bandeja de plata, dieron a empresa españolas el derecho, por 20 o 30  años, a explotar las riquezas nacionales, como sucedió con los ya  famosos contratos de servicios múltiples (CSM) de Petróleos Mexicanos  (Pemex). ¿Ese hecho no equivale a reírse de los mexicanos?
 Y el aumento al IVA que aprobaron  panistas y priistas en el mismo recinto en donde hoy se dicen  “ofendidos”, ¿no es eso pitorrearse de los mexicanos?, ¿no fue eso una  burla hacia ellos cuando fueron justamente los diputados quienes  pidieron el voto para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía  y, ya sentados cómodamente en una curul, se atrevieron a subir los  impuestos?
 Y no es una ofensa que cada uno de los  500 legisladores, que por una manta se sintieron agredidos, gane como  “mínimo” cien mil pesos al mes mientras hay 6 millones de mexicanos en  pobreza extrema. ¿O esto tampoco es una burla?
 Los panistas se ofendieron, se  indignaron, se alteraron, se sintieron agredidos cuando vieron que su  jefe máximo era señalado como “borracho”.
 La ira blanquiazul apenas y pudo  contenerse por un simple señalamiento, nada comparado con la muerte y  destrucción que Felipe Calderón y varios de sus secretarios de Estado  han dejado desde aquel 1 de diciembre de 2006.
 Y también se puede hablar de los obreros  de Lázaro Cárdenas, Michoacán; de los trabajadores de Luz y Fuerza del  Centro; los mineros de Cananea, Sonora; de los muertos de Coahuila; de  las decenas de niños mexicanos que mueren de una parasitosis curable en  las zonas más pobres del país; de la psicosis en que vive gran parte de  la población del norte del país por la escalara de narcoviolencia… Y la  lista puede ser interminable si el recuento tiene que ver con los actos  de la figura presidencial en manos del PAN, pero a los diputados del  blanquiazul, que mes con mes reciben 100 mil pesos, vehículo, viáticos,  boletos de avión, dinero para “gestiones” y muchas cosas más, nada de  esto los ofende o los pone iracundos.
 Cierto que la ofensa no es el mejor  método para el debate político, pero los panistas tampoco han debatido  de verdad, lo que han hecho en esta Legislatura es mantener un  contubernio con el PRI y, con su mayoría aplastante, burlase día a día  de los mexicanos, aunque claro, hay sus excepciones, pero –tristemente–  son las menos.
 Del gobierno calderonista pocas cosas no  indignan. Lo mismo sucede con los políticos, pero en lugar de exaltarse  por una manta, deberían reclamar por la inequidad, la violación a  derechos humanos, pobreza y muerte que se viven en el país y,  consecuentemente, actuar desde San Lázaro para acabar con todos esos  agravios.
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