Saludos a todos, yo tengo muchas historias por contar, comparto una que sucedió en la ciudad de Monterrey.
Aclaro, esta es una historia verídica, nada de copiar de otros foros o inventar
digo, tengo buena imaginación, pero no puedo atribuirme como mia
una historia que no lo es.
Sucedió en el Hospital de zona, o más bien dicho sucede en el hospital de zona de la ciudad,
este esa ubicado en pleno centro de la ciudad, Pino Suárez y Juan Ignacio Ramón.
Historias de fallecidos en el nosocomio hay miles, siendo un lugar donde se atienden urgencias,
se atiende traumatología y llevan a las personas recién accidentadas es normal que haya muertes reales
en el lugar.
Muchas muertes todos los días.
Yo tengo un amigo trabajando ahí desde hace mucho tiempo,
le pondré Ricardo, pues las historias son reales y no quiero comprometerlo
él me ha compartido algunas historias
reales de lo que pasa ahí, según lo que se cuenta el personal de el hospital.
Una de las historias cuenta que cuando estaba en entrenamiento de ayudante de cocina
y le tocaba doblar turnos para laborar en la madrugada, las instrucciones de los jefes
eran muy precisas, y algo extrañas para quién no esta acostumbrado a lo sobrenatural
A Ricardo le tocaba llevar la comida a los diferentes pisos del hospital, según recuerdo,
el hospital tiene ocho pisos, son instalaciones muy viejas y algo carentes de mantenimiento
así que su trabajo al principio consistía en llenar el carrito de
la comida, un carrito metálico con múltiples repisas y bandejas para llenarlas de platillos
y subir en el elevador de servicio para distribuirla a los pacientes en los pisos superiores,
trabajo que empezó a hace con gusto y diligencia pues sabía que al estudiar una especialidad
en el futuro ya no haría más ese trabajo, así que trataba de granjearse la confianza de sus
compañeros y jefes inmediatos.
Así que al poco tiempo Ricardo ya era un As para llenar el carrito metálico de platillos
salir corriendo de la cocina, manejar con destreza los pasillos, el elevador de servicios
y terminar de servir a todos antes del plazo señalado.
Muy rápido y hábil era Ricardo para ese trabajo, en esos días se le veía picarle al boton
del elevador correr con el carrito calculando cuando llegaría para ahorrar tiempo,
todo bien calculado.
Una noche llego un superior de otro hospital, un señor de 50 años
al ver las maniobras de Ricardo, le habló aparte para darle un consejo.
le dijo algo asi:
-Mira Ricardo, ¿tu eres nuevo verdad?- le dijo
-Si señor...- dijo Ricardo
-Bueno Ricardo, creo que nadie te ha dicho como funciona
este hospital, así que mas o menos te voy a dar una idea, creeme te servirá-
Ricardo lo escuchaba pensando en lo que el señor le iba a decir.
-Bueno Ricardo, para empezar, tienes que estar atento a tu trabajo siempre,
pero más en las noches, pues es cuando el hospital se torna más peligroso-
Ricardo solo asentía con la cabeza
-Para empezar Ricardo, no debes correr por los pasillos rumbo al elevador,
eso es lo más peligroso que puedes hacer-
Ricardo es regio, es decir, franco en sus respuestas, aunque se aguanto
las ganas de decirle lo que pensaba al señor, sabía que quizás le mencionaba
ese detalle para que le bajara al ritmo de trabajo, es decir, quizás a la usanza de las
grandes instituciones públicas, el señor quería que no hiciera lucir mal a sus compañeros
con su acelerado ritmo de trabajo, solo contesto...
-ok...-
El señor vio algo en su mirada, por lo cual le pregunto
-Ricardo, ¿Sabes porque te pido que no corras al elevador con el carrito metálico...? ¿Porqué
te pido mas serenidad en tu manera de desplazarte por el hospital de noche?...-
Ricardo se aventuro a contestar
-...Pues porque hago ver lentos a los demás?...-
El señor sonrio
-No Ricardo, te lo voy a decir sin mas rodeos, aquí ha habido muchas muertes,
es decir, es un hospital, es normal que haya muertes...¿no crees?-
-Si-
-Bueno, los muertos se van al semefo, luego con su familia y después tienen una cristiana
sepultura, pero las almas, algunas almas, se quedan vagando por aquí...-
Ricardo no contesto nada, solo volteo a ver las paredes y pasillos del hospital,
ahora se le antojaban mas tenebrosos, el señor continuo...
-... y esas almas necesitan compañía, así como hay hombres buenos
y hombres malos, hay almas buenas y almas malas,
no son tan feroces como los leones,
pero están cazando en las sombras esperando una oportunidad
para llevarse a los vivos...-
más incredulidad de parte de Ricardo
-...Pero es normal, no te asustes, es parte de la vida y la muerte, todo se magnifica
cuando se habla de fantasmas, pero creeme, si tienes cuidado la vas a librar...-
El señor saludo de mano a Ricardo,
una mano muy fria por cierto, o quizás ya estaba sugestionado, no lo sabe.
y el señor se despidió y se fue.
Obviamente Ricardo tomo a medias las palabras del señor supervisor
que alguien te diga unas palabras asi en medio de la noche
en un hospital impacta un poco, no le dio más importancia al asunto,
hasta el día siguiente.
Como siempre habiendo llenado el carrito metalico esta a mitad de sus labores
en el cuarto piso, con rumbo al elevador metálico, a medio camino por el pasillo
recuerda que olvido un par de gasas en una mesa de ese piso,
suelta el carrito, se adelanta por el pasillo, le pica al elevador de servicio,
regresa corriendo a la mesa, toma las gasas, las pone en su bolsillo
regresa al pasillo justo cuando el elevador se abre así que empujando el carrito
sale disparado por el pasillo para alcanzar el elevador antes de que se cierren
las puertas, casi llega, pero cuando esta a punto de llegar se da cuenta
que la puertas del elevador estaban abiertas, pero el elevador no esta ahí
es decir, solo hay un vacío, así que se frena en seco, pero no puede evitar
detener el carrito de la comida, que sale disparada al interior del hueco del elevador
y se estrella con un estrepitoso ruido 4 pisos abajo.
Ricardo tiene oportunidad de asomarse al hueco y observa cuatro pisos abajo
la mesita destrozada y todos los platillos que faltaban por entregar revueltos
Sí el hubiera seguido, sin duda estaría muerto.
Los técnicos lo atribuyen a falta de mantenimiento, a veces los elevadores
no funcionan como deben ser
la puerta se abre, pero no hay nada ahí.
A partir de ese día camina con sigilo por el hospital.
Claro, obviamente el señor que le dio ese consejo nunca más lo volvió a ver
y su descripción no encaja con nadie en ningún nosocomio cercano.
Supongo que si uno es bueno, su alma sera buena al final
y si el alma es mala, la muerte no la cambia....
Saludos