Colegiaturas deducibles: ¿y la ayuda a los estudiantes pobres?
Julio Serrano
Milenio Diario
http://impreso.milenio.com/node/8912702
Mediante un decreto dado a conocer el lunes pasado por el presidente  Calderón, padres de familia podrán deducir de manera parcial las  colegiaturas de sus hijos que cursan desde preescolar hasta  preparatoria. Las reacciones han sido en su inmensa mayoría positivas.  Yo tengo mis serias dudas.
 ¿A quién está beneficiando el gobierno con esta medida? Básicamente a  la población más privilegiada del país, aquella que tiene la  posibilidad de tener a sus hijos en escuelas privadas. Los más pobres,  aquellos que más requieren de impulsos educativos para progresar, no  reciben beneficio alguno. 
 El porcentaje de la población que tiene la suerte de poder enviar a  sus hijos a una escuela privada —y digo suerte porque el desempeño de  los alumnos en escuelas privadas en México es muy superior a los que  acuden a públicas— es mínimo. En preescolar, por ejemplo, sólo 14 por  ciento asiste a una escuela privada; en primaria y secundaria menos de 9  por ciento. 
 Por lo tanto, los principales beneficiados de la deducibilidad son un  reducido grupo de padres de familia que ya tienen la fortuna de poder  pagar la colegiatura de sus hijos en escuelas privadas. ¿Y los demás?  Puede que un grupo pequeño de padres de familia que tienen a sus hijos  en escuelas públicas pueda, con el ahorro que le da la deducibilidad,  cambiar a sus hijos a escuelas privadas y por lo tanto salir  beneficiado. Pero con una posibilidad de ahorro anual de menos de 4 mil  pesos en el caso de primaria, por poner un ejemplo, se ve difícil que se  de un éxodo de alumnos de escuelas públicas a escuelas privadas.
 No hay que engañarnos. A quienes privilegia esta medida es a los ya  privilegiados. A los pobres, quienes no tienen posibilidad alguna de  beneficiarse de una deducibilidad parcial en la colegiatura de escuelas  privadas puesto que no las pueden pagar, no les ayuda en nada. Y esto es  una pena puesto que son quienes más necesitan un empujón educativo.
 Yo me pregunto: ¿por qué no usar mejor los 11 mil millones de pesos,  que es lo que se estima le cueste el programa al año al gobierno como  mínimo, en apoyar la educación de los más pobres? Se me ocurren muchas  maneras de hacerlo. ¿Por qué no, por ejemplo, darles vales educativos  que cubran la totalidad de la colegiatura de una escuela privada a  cierto número de estudiantes de escasos recursos? 
 El gobierno está tomando una medida que favorece desproporcionalmente  a las clases más favorecidas. Políticamente hace sentido dada la  influencia que poseen. Pero dinero no le sobra. Y por más que me  gustaría que tuviera suficiente para apoyar a todas las familias  mexicanas, incluyendo a las mejor acomodadas, la realidad es que debería  enfocar sus limitados recursos educativos en los que menos tienen. 
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