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Un pueblo devorado por la sal:eolo:
Es una de las regiones más desérticas y extremas del mundo, en Etiopía. Un viejo pueblo construido por una compañía italiana, como base junto a una mina para explotar los minerales a cielo abierto, quedó totalmente abandonado hacia 1960. Conocido actualmente como el pueblo fantasma de Dallol, el lugar ofrece hoy un paisaje como mínimo extraño: la sal utilizada como material de construcción en bloques para algunas viviendas, sumada a la acción erosiva natural del entorno y el clima, devoraron cada rincón del viejo campamento:
Las ruinas carcomidas por sal del antiguo pueblo, están situadas en una de las regiones más inhóspitas del mundo, en la depresión de Afar, cercano al volcán Dallol, del que el pueblo toma su nombre. Dallol es un poblado considerado fantasma, y de hecho no registra población ni es fácilmente accesible: no cuenta con carreteras y el único medio de transporte para llegar es a través de caravanas de camellos que cruzan el desierto hasta las minas de sal. La zona es famosa por estar entre las más cálidas del mundo, salpicada de volcanes activos y mares de sal. El entorno, terminó por devorarse el antiguo poblado abandonado a su suerte, como si sus pobladores hubieran desaparecido de un día para el otro. Es apenas una pequeña mancha con casas casi imperceptibles a vista de Google Earth:
La antigua comunidad minera, establecida por una compañía italiana y posteriormente en manos de una empresa de EE.UU. , estuvo activa desde principios de 1900 para quedar totalmente abandonada en 1960. Restos de autos abandonados, botellas y herramientas permanecen en el lugar como si nadie los hubiera tocado por décadas
El peor enemigo del pueblo abandonado, sin duda no han sido los saqueadores: debido a que casi todos los edificios fueron construídos con bloques de sal y sobre todo a la voracidad del entorno, la antigua ciudad y la fábrica, así como lo que queda de un ferrocarril que conducía a Eritrea es hoy apenas un montón de escombros y y ruinas oxidadas.
Las construcciones, con bloques de sal, aún se mantienen en pie, pero quizás el mejor testimonio de la agresividad de la erosión, sea un vehículo "devorado" literalmente por el entorno:
Es una de las regiones más desérticas y extremas del mundo, en Etiopía. Un viejo pueblo construido por una compañía italiana, como base junto a una mina para explotar los minerales a cielo abierto, quedó totalmente abandonado hacia 1960. Conocido actualmente como el pueblo fantasma de Dallol, el lugar ofrece hoy un paisaje como mínimo extraño: la sal utilizada como material de construcción en bloques para algunas viviendas, sumada a la acción erosiva natural del entorno y el clima, devoraron cada rincón del viejo campamento:

Las ruinas carcomidas por sal del antiguo pueblo, están situadas en una de las regiones más inhóspitas del mundo, en la depresión de Afar, cercano al volcán Dallol, del que el pueblo toma su nombre. Dallol es un poblado considerado fantasma, y de hecho no registra población ni es fácilmente accesible: no cuenta con carreteras y el único medio de transporte para llegar es a través de caravanas de camellos que cruzan el desierto hasta las minas de sal. La zona es famosa por estar entre las más cálidas del mundo, salpicada de volcanes activos y mares de sal. El entorno, terminó por devorarse el antiguo poblado abandonado a su suerte, como si sus pobladores hubieran desaparecido de un día para el otro. Es apenas una pequeña mancha con casas casi imperceptibles a vista de Google Earth:

La antigua comunidad minera, establecida por una compañía italiana y posteriormente en manos de una empresa de EE.UU. , estuvo activa desde principios de 1900 para quedar totalmente abandonada en 1960. Restos de autos abandonados, botellas y herramientas permanecen en el lugar como si nadie los hubiera tocado por décadas


El peor enemigo del pueblo abandonado, sin duda no han sido los saqueadores: debido a que casi todos los edificios fueron construídos con bloques de sal y sobre todo a la voracidad del entorno, la antigua ciudad y la fábrica, así como lo que queda de un ferrocarril que conducía a Eritrea es hoy apenas un montón de escombros y y ruinas oxidadas.

Las construcciones, con bloques de sal, aún se mantienen en pie, pero quizás el mejor testimonio de la agresividad de la erosión, sea un vehículo "devorado" literalmente por el entorno:

