No me gusta ese día.
Me crean o no es mi cumpleaños y tengo que andar soportando estúpidas bromas por donde sea por los que apenas me tratan.
Lo bueno es que desde que soy consciente de ello, los que me conocen bien no se atreven a hacerme jugadas chuecas y no porque les vaya a hacer daño, sino porque me las cobro y mucho peor.