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«No puede ser verdad, es un error, no puede estar pasando», es lo que pensó Lluïsa R. F., de Móra la Nova (Tarragona), cuando el pasado miércoles quiso ingresar 100 euros al banco y vio que su cartilla le anunciaba que debía 873.842,26 euros a Endesa. «Será un error informático», fue la respuesta del banco, le dijeron que al día siguiente todo estaría solucionado. Pero en vez de eso, ese mismo día descubrió que, aunque el casi millón de euros que debía se había anulado, le habían cobrado dos nuevos recibos de la luz, esta vez de menor importe —101,99 y 37,54 euros.
Una vecina le advirtió que el banco le cobraría un alto interés si no se solucionaba pronto. Al día siguiente, al volver a la entidad bancaria, la sorpresa de esta jubilada fue aún mayor: dos nuevas deudas, de 194.621,48 y de 139,54 euros le comunicaban que, una vez más, debía pagar una cantidad desorbitada a Endesa. «Lo único que me propusieron como solución es que firmara un documento donde dice que me niego a pagar los recibos, y esperar a ver qué pasa», confiesa a ABC.
Tres días de sobresaltos
El jueves todo parecía solucionado con la anulación de las cantidades más importantes, pero no era así, pues de las cinco facturas cobradas quedaba por restar una. «Me habían seguido descontando 101,99 euros, así que reclamé que me devolvieran todo hasta que se solucionara por completo el asunto», remarca Lluïsa R. F. El banco así lo ha hecho para evitar problemas, pero lo cierto es que este mismo viernes volvió a la entidad y había un nuevo cobro: 139.961,75 euros reclamados por la misma compañía.
La entidad bancaria actuó como en las demás ocasiones y ha anulado el cobro, pero lo cierto es que Lluïsa tiene miedo de lo que se puede encontrar el próximo lunes, después de tres días de sustos. Tal ha sido la impresión que esta mujer de 67 años tuvo que ser ingresada el jueves de urgencias debido a un ataque de ansiedad. «Todo es demasiado lioso, y nadie me da soluciones, pero lo cierto es que algo va mal si debo a diario cantidades millonarias a Endesa», añade.
Le diagnosticaron angustia con fase depresiva y con crisis de llanto. En los días posteriores no ha mejorado y en ocasiones ha estado a punto de volver al hospital.
Se ha puesto en contacto repetidamente con Endesa sin obtener nada: «hemos llamado infinidad de veces, siempre a un 902, con lo caros que son, y nos dicen que ellos no han pasado semejantes recibos». En cambio, su libreta refleja otras cifras.
Ni la entidad bancaria ni la empresa le dan soluciones. De hecho para Endesa no existe un problema, pues las operadoras le han repetido constantemente que todo está en orden, y que, de hecho, ella no tiene relación alguna con la compañía desde el mes de julio del año pasado, cuando supuestamente se dio de baja. Más lío, si cabe.
Endesa le asegura que desde agosto su compañía es Iberdrola, pero ni ella, ni su marido han recibido ningún contrato o factura que así lo especifique. «Por Endesa me entero que desde agosto estoy en Iberdrola. ¿Quién ha firmado eso? Yo no», remarca. Además , lleva meses reclamando a Endesa que le cobrara unas facturas que, a día de hoy, no han llegado y que, según Iberdrola, no lo harán porque a ninguna de las dos empresas le constan tales deudas.
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