Un duende en la carretera

GAROU_WOLVES

Bovino adicto
#1


Nota
: esta historia no es mia, la saque de un libro que me presto un compa

Nos dirigiamos por la carretera libre México-
Pachuea y eran ya las 21:45, del domingo 27 de
agosto del 2OOO. Escuchabamos un poco de musica,
mientras platicabamos todo lo acontecido en el
trascurso de la mañana y la tarde.
Eramos tres los investigadores que viajabamos en
el auto. La noche era despejada y un tanto fria.

El cansancio era evidente en nosotros y la fatiga
hacia que por momentos dormitaramos. En un
momento en que yo tenia los ojos cerrados, me
sobresalte de pronto cuando uno de mis com-
pañeros dijo:

¡Miren! ¡Se esta quemando ese camion!
Al abrir los ojos presencié una imagen angustiante.
Frente a nosotros un trailer ardia en llamas mientras
sus dos ocupantes hacian hasta lo imposible por
apagar el siniestro.

Con los extintores que llevabamos en nuestro ve-
hiculo, ayudamos a apagar las llamas que amenaza-
ban con devorar por completo a la pesada unidad.
Una vez sofocado el fuego, el chofer y su acompa-
ñante nos dieron las gracias por la ayuda, al tiempo
que nos decian que todo culpa de "un duende loco".

—¿Un duende loco?

-——iSi, el condenado se nos atraveso corriendo y sin
querer le pegué!

—éY que paso después?

—Rodo unos metros adelante. De milagro frené a
tiempo, si no, lo hubiera destripado, es frecuente
que por estos lugares se aparezcan sin esperérselo
uno.

Mis compañeros y yo nos miramos extrañados.
estabamos acostumbrados a escuchar historias
fantasticas, pero nos sorprendia y extrañaba la
naturalidad de los hombres al contar su relato.

—¿Lo mato?

——No, que va. El desgraciado se paro de un brinco
y se nos quedo mirando muy feo. Se rio y se echo a
correr, perdiéndose en la oscuridad. Del miedo que
nos dio, inicié la marcha y quise alejarme del lugar
lo mas pronto posible.

—Ya nos habiamos distanciado del sitio ——dijo el
otro——, cuando por el espejo retrovisor alcancé a
ver que nos veniamos quemando. lmaginate nada
mas, mi amigo, sin motivo aparente casi se quema
todo el camion.

No sabiamos si lo que nos contaban aquellos hom-
bres era real o producto del cansancio que les
agobiaba. Les explicamos la labor que nosotros
llevabamos a cabo y les pedimos que nos dejaran
inspeccionar su camion; sin mas, aceptaron de buen
modo.

Cuando revisamos el frente de la cabina, en la
parrilla se apreciaba un golpe muy fuerte, como si
hubiesen golpeado algun objeto de apenas un metro
de altura; la narracion y la evidencia del golpe parecia
que coincidian.

Nos encontrabamos absortos platicando de esto
cuando, de pronto, una camioneta mediana. se
estaciono cerca de nosotros. El asustado conduc-
tor, visiblemente nervioso y con palabras atropella-
das, nos pedia que si teniamos un teléfono celular,
le dejaramos hacer una llamada.

La verdad, una gran angustia se reflejaba en su
rostro. Dentro de la camioneta dos mujeres lloraban
abrazadas. Sin dudarlo, le ofreci mi teléfono, al
tiempo que le pregunté qué les habia sucedido. Su
respuesta nos sorprendio.

-Les juro que no vengo tomado, ni drogado o algo
purecido, pero acabo de atropellar algo que... no sé
que fue —y se solto a llorar en silencio mientras
marcaba las teclas del aparato telefonico.

No quisimos asustarlo mas de lo que ya estaba,
Niquiera parecia importarle que lo viéramos llorar
como un niño. Una vez que estuvieron mas tran-
quilos todos, los tripulantes de la camioneta deci-
dieron seguir su carnino y nosotros fuimos al sitio
donde se dieron los hechos.

Retrocedimos unos seis kilometros, pero no encon-
tramos nada, asi que nuevamente nos enfilamos
rumbo al Distrito Federal.

Habiamos recorrido una distancia corta cuando, de
pronto, algo estrello el parabrisas, lo cual nos obligo
a frenar de manera violenta. Nuestros corazones
parecian salirse del pecho.

Al desscender del auto y buscar la causa del
accidente no pudimos encontrar nada. Aparen—
temente el cristal se habia estrellado sin motivo
alguno. El asunto no era nada agradable, comen-
zamos a sentirnos inquietos. Procedimos a retirar
el resto del parabrisas para continuar con nuestro
camino, ahora a una velocidad mas lenta, debido a
la ausencia del cristal al frente, cuando, de subito,
escuchamos como algo se movia rapidamente en-
tre la hierba alejandose a toda prisa de donde nos
encontrabamos. Nos miramos sorprendidos y
pensamos que se trataba de algun animal que,
asustado por nuestra presencia, corria a refugiarse
en su madriguera.

Continuamos con la lenta marcha del auto, cuando
una lluvia de piedras comenzo a caer sobre nosotros,
la cual nos obligo a detenernos y descender del auto
para encontrar al culpable de tal travesura. A1 parecer,
las piedras provenian del mismo lugar de donde,
aparentemente, "algo” habia huido de nuestra
presencia.

Una risita maliciosa se escuchaba entre la penum-
bra. Parecia burlarse de nosotros, al tiempo que la
maleza se mecia como si algo se moviera de un
Iado a otro en medio de ella.

Armados de valor, decidimos bajar las linternas de
mano que traiarnos en el auto para ir hacia el sitio
indicado. A1 avanzar hacia el lugar de donde provino
la agresion, se escucho como si varias pisadas corrie-
ran entre la hierba, alejandose a toda prisa de nosotros;
claramente veiamos como las plantas se movian al paso
de nuestros desconocidos agresores que, al parecer,
se dirigieron a una barranca y saltaron pero por mas
que buscamos huellas de pisadas, no las encontramos,
Aunque si un pequeño camino dejado entre la hierba
al ser pisoteada por alguien.
 

C4rL05

Bovino Milenario
#4
Orales, buen relato. Afortunadamente nunca me ha tocado ver nada de eso cuando he andado en la carretera :S

Salu2.
 
#11
En primera, se notan dos cosas...

Si es ciert, es que era un duende muuuuuy masoquista, porque le gustaba que lo atropellaran.

En segunda, la inconsistencia del relato...
 

fran_nes

Bovino Milenario
#14
que historia tan intersante si se ve que es de una lectura jejeje pero empeze a leer y continue hasta terminar muy buen a por cierto
 
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