Secuestro y tortura en el Nuevo Sonora

Joker

Moderador risitas
#1
Este nuevo Sonora, se parece mucho al viejo Sonora.

Denuncian secuestro y tortura en el Nuevo Sonora

Gisela Peraza, ex trabajadora doméstica del gobernador Padrés y presunta cómplice de Roberto Munro en el robo a la Casa de Gobierno, acusa a la PEI de torturarla y al jefe de escoltas del mandatario de privación ilegal de la libertad
Por Imanol Caneyada

El teléfono celular le avisó de que tenía un mensaje de texto. Gisela Peraza Villa lo leyó. Era de la primera dama. Le pedía que se presentara en la cocina. Ella se encontraba en la parte de atrás de la Casa de Gobierno, en su cuarto.
Hacía nueve años que trabajaba como empleada doméstica para la familia de Guillermo Padrés Elías. En febrero de este año los había acompañado en su viaje a Nueva York para hacerse cargo de los niños.
Gisela Peraza se trasladó a la cocina siguiendo las órdenes de la señora. Era un domingo por la mañana. Un 13 de marzo de 2011. El mensaje de texto decía que el Sr. Gobernador quería hablar con ella. Cuando entró en la cocina, se encontró con Agustín Rodríguez, secretario particular del mandatario.
El funcionario la acusó sin rodeos de haber robado una maleta de dinero propiedad del Gobernador.
--Tú eres la única que tiene acceso a la habitación de los señores y eres a la que más confianza le tienen –le dijo.
Gisela Peraza negó la acusación alegando que en casi nueve años nunca había sucedido algo semejante. Agustín Rodríguez insistió . La empleada siguió negando el hecho.
Entonces entró en la cocina de la casa de gobierno el comandante Ernesto Portillo, jefe de escoltas del Gobernador de Sonora. Después de intimidarla y amenazarla, le arrebató los dos teléfonos celulares y la llevó de vuelta a su cuarto.
Gisela Peraza Villa pidió hablar con Iveth Dagnino de Padrés para aclarar la situación. No le dieron la oportunidad. Mientras, el jede de escoltas registró la habitación palmo a palmo sin encontrar la maleta ni ningún indicio de su contenido.
La empujaron al interior del cuarto, cerraron la puerta y pusieron un guardia en la salida. Gisela Peraza se encontraba retenida contra su voluntad en la habitación que desde octubre de 2009 le había servido de hogar.
En todo este tiempo no le mostraron ni una orden de arraigo ni de aprehensión.
Llegó la noche. Gisela Peraza seguía encerrada e incomunicada. Por fin escuchó ruidos afuera. Era la primera dama. Venía a dialogar con su empleada. Le exigió que entregara los objetos robados porque si no la iban a enviar al Cereso de Nogales.
Gisela Peraza volvió a negar la acusación.
Pasó toda la noche encerrada en la habitación de servicio. En la mañana del lunes 14 de marzo se abrió una vez más la puerta. Esta vez se trataba de Fernando Sánchez Lara, administrador de la casa de gobierno. Ante sus ojos incrédulos, el hombre le puso la renuncia voluntaria y le sugirió que la firmara para evitar mayores problemas. Gisela Peraza sintió que el mundo se le venía encima. Sola, asustada, sin nadie que diera la cara por ella, firmó sin chistar.
La puerta volvió a cerrarse tras los pasos del administrador.
Mientras tanto, Delma, hermana de Gisela, no dejaba de marcar a los celulares de su hermana sin que hubiera respuesta. Normalmente, Delma y Gisela se comunicaban al menos una vez al día. Habían pasado 24 horas y no tenía noticias de ella.
En la tarde del lunes se abrió la puerta de la habitación de servicio de la casa de gobierno una vez más. Esta vez se trataba del inicio de un infierno.


Tortura


Personal de seguridad de la casa de gobierno esposó a Gisela Perza, la subió a un vehículo y la condujo a la comandancia de la Policía Estatal Investigadora (PEI) ubicada en la salida a Bahía Kino.
--Es mejor que confieses. Si nos dices dónde está el dinero te soltamos –le prometían durante el trayecto.
Gisela Peraza Villa siguió negando que ella hubiera robado nada.
La llevaron hasta un cuarto con un espejo colgado de una de las paredes. De inmediato, entró una mujer agente de la PEI y la trasladó a una habitación contigua.
Estaban solas las dos. La mujer policía comenzó a insultarla. Luego le propinó unos golpes.
--Dime dónde está el dinero –le exigía mientras le aseguraba que si no confesaba, su familia pagaría las consecuencias.
Gisela Peraza se mantuvo en su postura. Ella no sabía dónde estaba el dinero ni había robado nada.
La agente le advirtió que esto era apenas el principio. Acto seguido la encapuchó dos veces con una bolsa de plástico orillándola casi a la asfixia.
Ante la insistente negativa de la mujer, la policía dejó de torturarla. En todo este tiempo Gisela Peraza nunca vio una orden de aprehensión, de comparecencia o de arraigo ni le permitieron comunicarse con nadie.
Por unas horas vino la calma. Sólo por unas horas. Posteriormente, la escena se repetiría sucesivas veces hasta el jueves 17 de marzo. Los golpes, las amenazas, la bolsa de plástico en la cabeza hasta la noche de ese jueves que la llevaron a declarar ante un secretario de acuerdos, ahí mismo, en las instalaciones de la Policía Estatal Investigadora.
El funcionario le informó que en su bolsa habían hallado 10 mil pesos. Gisela Peraza negó guardar ese dinero con ella. También le comunicó que había una declaración en la que un empleado de la casa de gobierno aseguraba haber visto a la mujer abandonar el lugar la madrugada del lunes 14 en actitud sospechosa y con un bulto en los brazos.
Gisela Peraza alegó que ese día, a esas horas, se encontraba encerrada en la habitación donde dormía.
Terminada la declaración, los mismos agentes de la PEI la trasladaron a casa de su hermana Delma.


Orden de cateo y arraigo


Ya libre, Gisela supo que su hermana Delma había acudido a la casa de gobierno varias veces durante eso días y no le habían dado razón de ella hasta el jueves 17 de marzo, cuando acudió a Palacio de Gobierno a intentar platicar con el gobernador de Sonora y jefe de su hermana; fue el administrador Fernando Sánchez Lara quien la atendió para comunicarle que Gisela Peraza se encontraba arraigada.
En esos días de angustia, agentes de la PEI acudieron a Santa Rosalía de Ures, de donde son originarias las hermanas Peraza, para hablar con su madre, atemorizarla e intimidarla.
El mismo 18 de marzo, Gisela Peraza acudió a la Comisión Estatal de Derechos Humanos a interponer una demanda por los hechos acaecidos.
Antes, pudo comunicarse con la primera dama para solicitarle sus pertenencias, que aún se encontraban en la casa de gobierno. Iveth Dagnino de Padrés le volvió a exigir que devolviera el dinero, que ella sabía que lo había extraído del hogar del Gobernador envuelto en papel periódico. Todavía entonces manejaban la cantidad de 450 mil pesos en efectivo y 130 mil pesos en joyas.
Posteriormente se comunicó con el administrador de la casa de gobierno, quien le informó que hasta el 22 de marzo le harían entrega de sus objetos personales, pues se hallaba ausente de la ciudad.
Las hermanas Peraza acudieron a varios abogados de la localidad. Ninguno quiso tomar el caso. Se presentaron en las oficinas del PRI estatal en busca de ayuda. No le hicieron caso.
El martes 5 de abril, alrededor de las nueve de la mañana, las hermanas Peraza salieron de su domicilio, al norte de la ciudad, cuando una patrulla de la PEI les cerró el paso, las obligó a abandonar el vehículo y regresar a la casa. Portaban una orden de arraigo y una orden de cateo. Desmantelaron el hogar de Delma mientras se llevaban detenida a Gisela.
Otra vez en el cuarto con el espejo de la comandancia de la Policía Estatal Investigadora, Gisela Peraza fue sometida a tortura:
Le vendaron el rostro. La desnudaron y la envolvieron en una cobija. La golpearon sucesivas veces. Le echaron agua al rostro.
La tortura duró varias horas.
Por fin la trasladaron a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia, en donde le tomaron declaración y firmó la orden de arraigo.
Gisela Peraza nunca aceptó los cargos que le imputaban.
Le informaron que sería trasladada a un hotel, donde cumpliría los 30 días de arraigo. Sin embargo, una vez más la llevaron a la comandancia. Ahí la volvieron a torturar y por primera vez en todo ese tiempo vio a Roberto Munro, jefe de seguridad de la casa de gobierno, acusado de ser cómplice de Gisela Peraza.
Ambos sostenían una relación amorosa cuando se suscitaron los hechos.
En la noche del 5 de abril llegó a la habitación del hotel donde aún permanece en custodia. Los pies amoratados, vomitaba, la cabeza le daba vueltas y todo el cuerpo le dolía.
El 15 de abril, Gisela Peraza fue trasladada a la PEI nuevamente donde la esperaba el secretario de acuerdos y el abogado defensor de Roberto Munro.
Ahí supo que el propio Munro había confesado haber robado tres millones seiscientos mil pesos, de los cuales, un millón se los había confiado a Gisela Peraza.
La mujer volvió a negar las acusaciones.
Nuevamente fue sujeto de maltratos. Esta vez por obra del comandante Ernesto Portillo, jefe de escoltas del Gobernador, quien la amenazó con arruinar a su familia si no confesaba.
El pasado jueves 05 de mayo, Gisela Peraza recibió la noticia de que habían ampliado la orden de arraigo por 30 días más.
El anterior relato de los hechos está basado en una declaración de puño y letra de la inculpada, una larga entrevista a la familia de Gisela Peraza y la queja que presentó el 18 de marzo ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

 

Black Wings

Bovino de la familia
#3
Estas fechas son de marzo joker, estamos en mayo ¿Sabrás en qué términos está este caso?

Yo en lo persona empezaré a circular esta noticia entre mis conocidos y ver si un par de medios locales y/o nacionales publican esta noticia, porque este asunto no puede quedar en la ignorancia, en lo "oscurito" porque es el desconocimiento hermano de la impunidad.

Gracias por esto y es muchísimo más que indignante.
 

Joker

Moderador risitas
#4
Estas fechas son de marzo joker, estamos en mayo ¿Sabrás en qué términos está este caso?
Así como se las publico, así me voy enterando. Esto no es algo que haya salido en los medios masivos de comunicación de la localidad, es por eso que el enlace es el de un blog, hay un silencio estremecedor alrededor del caso, ni siquiera para defender al Gobernador en turno, que seguramente lo recuerdas por hechos igual de impunes como el desalojo de huelguistas en la mina de Cananea.

Guillermo Padrés es como su cuate Calderón, gris y fascio, al grado de usar todo su poder para acosar a su empleada doméstica.

No hay más menciones, solo silencio, supongo que el proceso judicial ha de continuar como si nada hubiera pasado. Pero échale un ojo a esta noticia que salió publicada en Puebla.

Roban al gobernador de Sonora; el culpable es sobrino de su secretario de Seguridad Pública

Roberto Munro Varela, sobrino del secretario del Seguridad Pública en Sonora, fue arrestado y puesto en arraigo como presunto responsable de robo con violencia en perjuicio de la Casa de Gobierno, que habita el mandatario Guillermo Padrés Elías.
El sospechoso, quien también es agente en activo de la Policía Estatal Investigadora (PEI), tuvo de cómplice a Gisela Peraza Villa, ama de llaves de la Residencia Oficial, quien llevaba 10 años al servicio de la familia del gobernador de Sonora, según detallaron fuentes de la Secretaría de Comunicación Social.
A Munro Varela y Peraza Villa se les acusa de robar con violencia 450 mil pesos y joyas con valor de 500 mil pesos de la Casa de Gobierno, en hechos ocurridos el pasado mes de marzo.
Así lo confirma un oficio enviado a todas las casas de empeño de Hermosillo en el que Horacio Salcido Soto, Agente del Ministerio Público a cargo de la investigación solicita a los propietarios y gerentes de estos negocios que se brinden todas las facilidades para que los elementos de la fiscalía cotejen las joyas empeñadas a lo largo del mes de marzo con fotografías de las alhajas robadas.
En el oficio fechado el 30 de marzo y con membrete de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), consta que la ama de llaves es investigada por robo en perjuicio del mandatario estatal; además que se suscriben otros 30 probables implicados en el hurto, entre los que figuran familiares de Peraza Villa y trabajadores de la Residencia Oficial.
A mediados de marzo, a raíz de una iniciativa enviada por un diputado del PAN, partido del que emana el gobernador sonorense, el Congreso del estado reformó la ley que determina las bases de operación de las casas de empeño, supuestamente para poner candados y evitar que estas empresas reciban objetos robados.
La reforma aprobada por la diputación permanente del Legislativo sonorense establecía exhortar al gobernador para que, en uso de sus atribuciones y facultades, y a través de la Secretaría de Hacienda del Estado, llevara a cabo la práctica de diligencias de inspección a las casas de empeño registradas en la entidad.
El objetivo que apunta la iniciativa enviada por el legislador panista Félix Rafael Silva López, es verificar que las casas de empeño en la entidad acaten la disposición de solicitar a quienes empeñen bienes, documentación con la que acrediten la legal procedencia del artículo empeñado; sin embargo, la verificación a estos negocios por parte el Ejecutivo estatal y la fecha en la que se votó la iniciativa, coinciden con la fecha del robo y las indagatorias que realiza la PGJE.
Por otra parte, el funcionario estatal y tío del detenido, Ernesto Munro Palacio, reconoció en entrevista que el inculpado es pariente suyo; hijo de un primo al que supuestamente no frecuenta muy seguido.
“Sé que está arraigado un muchacho que viene siendo sobrino mío y que es de la PEI. Éste ya estaba en activo mucho antes de que yo asumiera el cargo y cada quien es responsable de sus actos; así que si él cometió una irregularidad tendrá que enfrentarla, yo no tengo los detalles porque la investigación está en manos de la Procuraduría de Justicia del estado”, recalcó el funcionario.
 

Joker

Moderador risitas
#5
Una más, este periodista es de los más críticos a la dirección del Obdusman sonorense y aquí toca el caso, precisamente porque se relaciona con una queja ante esa instancia y de la que no se ha sabido nada más.

¡Atención, agrupaciones sonorenses que defienden a la mujer!

FE DE ERRATA.- Antes de entrar al tema de hoy, ofrezco al Lector una disculpa por el error que cometí en la columna de ayer. Dije que se abrió una averiguación previa en la PGR contra el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la posible comisión de varios delitos, pero no se encuentra en esa instancia federal sino en la PJE, Procuraduría de Justicia del Estado. Me equivoqué de letras, aunque no de la averiguación y del denunciante.

Hace un mes y medio la trabajadora Gisela Peraza Villa presentó una queja ante la Comisión contra quienes viven y trabajan en la Casa de Gobierno por haberla mantenido secuestrada durante más de cien horas, en el curso de las cuales fue golpeada por una mujer policía, amenazada y obligada a firmar la renuncia del empleo en que llevaba nueve años, sin justificación ni indemnización. Relataré el caso apoyado en frases textuales de la agraviada.
El domingo 13 de marzo, dice la denuncia firmada por esta joven de 26 años, su patrona, la señora Iveth Dagnino la llamó a su presencia porque el gobernador quería hablar con ella. Gisela no vio ahí al gobernador sino “al señor Agustín Rodríguez, quien es compadre del Sr. Gobernador y a la vez labora como el Secretario Particular”. Este le dijo que habían robado de la misma Casa de Gobierno una cantidad de dinero y que ella era la sospechosa. En eso llega el comandante encargado de la seguridad y le ordena a Gisela que se vaya a su habitación y no salga de ella, y comisiona a un agente para que se asegure de que no lo hará.
La tuvieron encerrada hasta las 14 horas del siguiente día (lunes), cuando se presentan “varios elementos de seguridad quienes me colocan unas esposas para sacarme de la Casa de Gobierno, mismas personas que me trasladan al edificio de la PEI ubicado a la salida a Kino”. Los agentes le dijeron que “eran órdenes del Sr. Gobernador que entregara lo que supuestamente me había robado y que no habría ningún problema, a lo que les contesto que a pesar de haber tenido tanto tiempo trabajando nunca había habido algún problema al respecto por lo que me sorprendía la actitud que tenía (el Gobernador) para conmigo”. También les hizo ver que aunque ella, Gisela, hacía la limpieza en la recámara donde habían robado, había más empleados con acceso a la habitación.
Ese mismo día “un agente de la PEI de sexo femenino” la llevó a una habitación próxima a las celdas, le ordenó sentarse en el piso y comenzó “a darme de golpes en diferentes partes del cuerpo gritándome palabras altisonantes y exigiéndome le dijera dónde estaba el dinero que supuestamente se robaron, amenazándome con mi familia y que eso que me estaba haciendo era sólo el principio, que lo que me faltaba iba a ser peor”. Después de la golpiza la pasan a otra habitación donde otros agentes prosiguen el interrogatorio. Le permitieron ir al baño y ahí Gisela, desesperada, se quitó las agujetas del calzado resuelta a quitarse la vida, pero el estado de shock la hizo perder el conocimiento. Despertó cuando la abofeteaban y le arrojaban agua fría en la cara para que reaccionara. Pensó entonces que debía confiar en que su inocencia quedaría evidente y tendrían que devolverle la libertad, aunque no le habían permitido hacer una sola llamada telefónica y su familia ignoraba lo que pasaba. Según supo después, habían ido a buscarla a la Casa de Gobierno donde les dijeron que no conocían su paradero.
Estuvo encerrada en el cuarto donde identifican a los delincuentes hasta el jueves; a las 23 horas de ese día la condujeron ante el Agente del Ministerio Público (lo que debió haberse hecho desde el primer momento) para que le tomara declaración. El viernes 16 poco antes de la 1 de la mañana la dejaron en libertad.
Cuando le estaban tomando declaración en presencia de la defensora de oficio, le mostraron un escrito “firmado por el C. Javier Montes Huerta, quien funge como el encargado de seguridad de la Casa de Gobierno”, en el que afirma que Gisela salió el lunes en la madrugada de su cuarto con un bulto sospechoso, lo que fue inventado ya que había un agente en la puerta de su cuarto para evitar que saliera. También se hizo constar que se le habían encontrado Diez Mil Pesos en su bolso, mentira burda pues la habían registrado el mismo domingo. Puras pruebas prefabricadas.
Para arruinarla por completo, el lunes 14 por la mañana “se presenta ante mí un licenciado de nombre Luis Fernando Sánchez Lara quien me solicita firme unos documentos en donde renuncio voluntariamente a mi trabajo, lo cual hice para evitarme más problemas”. Omito detallar el acoso de que fue objeto su familia y la llamada telefónica que hizo a la Casa de Gobierno a la señora Iveth Dagnino para que le permitiera ir a recoger sus pertenencias. Se llevó otra maltratada verbal porque la seguía considerando responsable.
Como sabe el lector, se localizó al culpable del robo de Medio Millón de Pesos y un lote de joyas, lo que pone en claro que el secuestro, la incomunicación, los golpes que padeció Gisela, así como el despido de su trabajo, son abusos inexcusables. ¿Qué curso ha dado el Ombudsman a esta queja? ¿Solicitó informes a las autoridades implicadas? ¿Ha solicitado sanciones contra los responsables? ¿Gestiona que se indemnice conforme a la Ley a la servidora echada a la calle?
Y una pregunta sinceramente ingenua: ¿tiene relación la recepción de esta queja, fechada el 18 de marzo, con la averiguación previa contra el Ombudsman abierta poco después?
 

Rend0n

Baneado :(
#6
No me sorprende, ya bastantes atropellos han cometido los del gobierno, ni se diga la bola de indios brutos de la PEI, todo ese cochinero del gobierno no es muy diferente de los carteles de droga.
 
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