Joseph Kibweteere
Esta secta estaba ubicada Uganda. La secta era liderada por el autoproclamado “profeta” Joseph Kibweteere. El “Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios” es una escisión de la Iglesia católica y ha sido reconocido por el Gobierno de Uganda como organización no gubernamental. La secta era liderada por tres sacerdotes y dos monjas excomulgados. Antes de cometer el suicidio colectivo, los miembros de la secta habían celebrado fiestas de despedida alrededor de la iglesia. Luego se rociaron con combustible y se prendieron fuego. Entre los muertos hay muchas mujeres y niños.
Habitantes de Kanungu informaron que el viernes17 de marzo del 2000, luego de una celebración, vieron que súbitamente la iglesia se prendía fuego, y se escucharon gritos y lloriqueos. Pero inmediatamente después hubo silencio. “Ellos sabían que iban a morir”, citó una testigo. “Esto fue un suicidio colectivo de los adultos. Pero los niños fueron asesinados”.
Joseph Kibweteere solicitó a sus seguidores que “vendieran sus bienes terrenales y se prepararan para viajar al cielo”. En un principio, Kibweteere había anunciado el fin del mundo para el 31 de diciembre de 1999, pero más tarde modificó su profecía diciendo que esto ocurriría a finales de 2000. El líder de la secta había prohibido a sus seguidores tanto la educación escolar como el uso de medicinas modernas.
Los seguidores de la secta tenían entendido que el 17 de marzo se les iba a aparecer la Virgen María y los iba a llevar al cielo.
Se trata del primer suicidio masivo en la historia de Uganda.
Pero el ejercito de Uganda informo que sus líderes quieren imponer en Uganda los diez mandamientos y por esto cientos de milicianos murieron en ataques suicidas contra el ejército. Previamente se les había asegurado que eran invulnerables gracias a un aceite milagroso.
Se trata del primer suicidio masivo en la historia de Uganda.
Pero el ejercito de Uganda informo que sus líderes quieren imponer en Uganda los diez mandamientos y por esto cientos de milicianos murieron en ataques suicidas contra el ejército. Previamente se les había asegurado que eran invulnerables gracias a un aceite milagroso.