Un tipo, después de tremenda juerga que había durado todo el fin de semana, amanece el domingo en una banca de la plaza del pueblo, medio congelado, con una cruda de los mil demonios, la boca más seca que lengua de loro.
Le despertaron las campanadas de la iglesia del pueblo llamando para la misa de las 6 de la mañana, que le taladraban los oídos y le retumbaban en la cabeza... al despertar piensa:
"A la chingada, mi vieja me va a matar!!! Me acabé el dinero de la raya, ni siquiera le avisé, y lo que es peor, perdí el sombrero que me había regalado en nuestro aniversario"
Enseguida piensa: "Ya se lo que voy a hacer, lo de la raya, pues no tiene remedio, pero ahorita que empiece la misa, espero a que la gente esté entretenida, me meto y me robo un sombrero parecido al mío de la mesa que está a la entrada donde la gente pone sus abrigos y sombreros"
Puso su plan en práctica, entra de puntitas a la iglesia, y cuando estaba a punto de agarrar un sombrero, desde el púlpito escucha el estruendo de la voz del Sacerdote gritando "NO ROBARAS!!!"
Se estremece con esto, y decide dejar el sombrero donde estaba y hacer como que venía llegando tarde a misa. Entra y se sienta.
Después de la misa, va con el sacerdote y le dice:
- "Padre: Muchas gracias por salvarme de cometer un pecado mortal"
- "¿Pero cómo es eso, hijo mío?"
- "Pues verá usted, padre..." y le platica de la parranda del fin de semana y del plan que se le había ocurrido para que su mujer no notara que también había perdido el sombrero...
- "Cuando estaba agarrando el sombrero, escuché que desde el púlpito usted gritaba "NO ROBARAS!!!" y pensé que estaba atrapado. Entonces entré pretendiendo que venía llegando tarde a misa.
Fue así como me dí cuenta que el "NO ROBARAS" era parte de su sermón dominical sobre los mandamientos.
- "¿Y cómo fue que eso evitó que tú cometieras otro pecado, hijo mío?"
- Pues cuando llegó al mandamiento que dice "No desearás la mujer de tu prójimo"...
... ¡Me acordé dónde había dejado el sombrero, Padre!"
Le despertaron las campanadas de la iglesia del pueblo llamando para la misa de las 6 de la mañana, que le taladraban los oídos y le retumbaban en la cabeza... al despertar piensa:
"A la chingada, mi vieja me va a matar!!! Me acabé el dinero de la raya, ni siquiera le avisé, y lo que es peor, perdí el sombrero que me había regalado en nuestro aniversario"
Enseguida piensa: "Ya se lo que voy a hacer, lo de la raya, pues no tiene remedio, pero ahorita que empiece la misa, espero a que la gente esté entretenida, me meto y me robo un sombrero parecido al mío de la mesa que está a la entrada donde la gente pone sus abrigos y sombreros"
Puso su plan en práctica, entra de puntitas a la iglesia, y cuando estaba a punto de agarrar un sombrero, desde el púlpito escucha el estruendo de la voz del Sacerdote gritando "NO ROBARAS!!!"
Se estremece con esto, y decide dejar el sombrero donde estaba y hacer como que venía llegando tarde a misa. Entra y se sienta.
Después de la misa, va con el sacerdote y le dice:
- "Padre: Muchas gracias por salvarme de cometer un pecado mortal"
- "¿Pero cómo es eso, hijo mío?"
- "Pues verá usted, padre..." y le platica de la parranda del fin de semana y del plan que se le había ocurrido para que su mujer no notara que también había perdido el sombrero...
- "Cuando estaba agarrando el sombrero, escuché que desde el púlpito usted gritaba "NO ROBARAS!!!" y pensé que estaba atrapado. Entonces entré pretendiendo que venía llegando tarde a misa.
Fue así como me dí cuenta que el "NO ROBARAS" era parte de su sermón dominical sobre los mandamientos.
- "¿Y cómo fue que eso evitó que tú cometieras otro pecado, hijo mío?"
- Pues cuando llegó al mandamiento que dice "No desearás la mujer de tu prójimo"...
... ¡Me acordé dónde había dejado el sombrero, Padre!"
