Relatos Y Leyendas, 3ra Parte

bettamaster

Bovino adolescente
#1
1.- Los Duendes Abandonados


En un ejido del valle sonorense, muy cerca de Huatabampo, vivía una señora en una casa de carrizo. Todos los campesinos decían que era bruja, porque siempre vestía de negro y la veían salir acompañada de dos perros enormes y unos pequeños duendes que jugaban con la falda de la mujer. Los campesinos no la querían, le echaban la culpa de que algunos no levantaran cosecha. Por eso, cada que la veían, la ofendían y corrían a esconderse, porque si la señora los maldecía, de seguro les pasaba alguna desgracia.
Un día, la gente decidió acabar con la señora bruja. Quince campesinos se armaron de valor y sin hacer ruido, fueron a la casa de la mujer durante la noche. Llevaban antorchas encendidas, así que le prendieron fuego a la choza. Los campesinos se asustaron al oír muchos gritos y más, al ver salir huyendo a los duendes.
—¡Agarren a los duendes! ¡Que no se escapen! —gritaban los hombres. Pero los duendes se perdieron entre el monte. Nadie los pudo atrapar.
Luego de aquella noche la gente se sintió tranquila, pero al poco tiempo los duendes salieron del monte y regresaron a la choza de la bruja. Como sólo encontraron cenizas, lloraron tan fuerte y por tantos días, que ninguna persona pudo dormir un buen tiempo.


Mas ahí no terminó, desde ese día, los duendes, en venganza por la muerte de su amada bruja, se dedicaron a destruir los sembradíos. Los campesinos les ponían trampas y los correteaban, pero jamás lograron atraparlos. Dicen que aún se puede oír como lloran su abandono en el lugar donde vivían con su bruja, pero que ya no se meten con las siembras.


2.- La Tia Maria

n Magdalena de Kino, un pueblo del norte de Sonora, vivía Teresa, una niña empeñada en ser amiga de toda la gente. Con niños, abuelos, señoras, con quien fuera hacía plática, menos con la Tía María, una vieja yaqui que vivía en las afueras y de la cual se rumoraba era bruja. Pero Teresa, además de amigable era terca.
—¿Cómo no va a ser? —se decía— esa señora será mi amiga.
Así, la niña decidió visitar a la mujer. Un día llegó hasta la puerta de su casa y comenzó a gritar:
—¡Tía María! ¡Tía María!
Nadie contestó. Todo estaba en silencio hasta que muy lentamente se fue abriendo la puerta y apareció una mujer vieja y flaca.
—¿Qué quieres, muchacha?
—Quiero que seas mi amiga —dijo Teresa.
—¿De veras? Bueno, mañana voy a tu casa. Iré a eso de las ocho.
Me gustan las coyotas con café, no se te olvide.
La vieja cerró la puerta y Teresa no pudo decir más.
Al otro día, la niña preparó el café, puso las coyotas en una servilleta y esperó a que le dieran las ocho. Pero llegó la hora y nada, la niña miraba hacia un lado, miraba hacia otro pero no veía a nadie.
De pronto divisó un enorme perro negro que se iba aproximando. Teresa no hizo aprecio de él hasta que lo tuvo en frente y vio que tenía los ojos enrojecidos. ¡Horrible que se veía el animal!



Tanto fue el susto de la niña, que agarró el palo que estaba más cerca y empezó a apalear al perro, le pegaba pero el animal parecía no sentir, hasta que le dio en una canilla logró que saliera huyendo.
Al día siguiente, Teresa volvió a casa de la Tía María.
—¿Por qué no me fuiste a visitar? —le preguntó.
—Es que tengo todo el cuerpo adolorido y más una canilla que me lastimé ayer —contestó la vieja con una risita macabra.
En ese momento la niña no supo qué hacer, salió corriendo de allí.
Desde entonces decidió hablarle
sólo a quien la saludara,
a nadie más.


3.- El Nahual

Esta historia nos la contó una señora del barrio de Huayacán, en Huatabampo, donde dice todavía sucede este misterio.
Una noche de junio hacía mucho calor, así que una familia decidió dormir en el patio de la casa. Como a eso de las dos de la mañana, la mujer abrió los ojos y se encontró con un animal prieto, de grandes orejas y con una trompa pegada al suelo, que se llevaba a su niño de meses, envuelto en unas mantas. La mujer se quedó muda del susto, pero en cuanto pudo despertó al marido y salieron en busca de su niño. Buscaron por medio barrio hasta que lo encontraron tirado al lado de un puente.
Alguien les dijo que el nagual se lo llevó con la esperanza de que el niño le hablara, porque tiene una maldición que lo obliga a ser así de monstruoso. Sólo cuando un inocente le hable, quedará libre. Mientras tanto, niño que encuentra, niño que se lleva.


4.- El Casino Del Diablo

En lo alto de un cerro de la ciudad de Hermosillo, se pueden ver las ruinas de lo que fuera un gran casino, el mejor lugar para bailar y festejar desde un cumpleaños hasta la alegría de la vida.
Durante el día, el sol del desierto hace que las ruinas se vean tristes, como un lugar donde no vive nadie. Pero con la noche, las paredes cobran vida, tanto que si alguien se acercara, podría escuchar voces, música y ruidos de gran baile. Aunque en realidad nadie se atrevería.
¡Abre bien los ojos!, ahora sabrás el porqué...
Antes de que el casino se volviera ruinas, era el sitio preferido de los jóvenes, pues allí se hacían bailes donde los muchachos podían encontrar a la mujer de sus
sueños y las muchachas
conseguir un buen morro.



Un 31 de diciembre se iba a dar un gran baile de fin de año, así que todas las muchachas no hallaban la hora para tener el vestido para la fiesta.
Entre todas las jóvenes había una bella muchacha llamada Linda, tenía 16 años y bien podría presumir que hacía honor a su nombre. Pues bien, el día del baile, Linda arregló lo que se iba a poner y se tardó horas frente al espejo peinándose. Cuando ya estaba lista, fue a avisarle a su mamá, quien estaba en cama, enferma de unos dolores.
—Mamá —le dijo—
me voy al baile.
—¡No mi hijita! ¿Cuándo
me pediste permiso?
—Pero mamá...
—¡Nada! No te dejo ir porque
me siento muy mal de verdad.
Además hoy es noche
de Año Nuevo y tienes
que pasarla con tu familia.
Pero en ese momento pudo más la fiesta que los regaños de la mamá, así que Linda se salió a escondidas:
—¡Al fin que no necesito de su consentimiento para divertirme! —se dijo.
Cuando la muchacha llegó al casino, todos voltearon a verla, era la joven más hermosa de la noche. Le llovieron proposiciones para bailar, pero Linda no aceptó.
Entre los asistentes se encontraba un guapo muchacho, de cabello muy negro y ojos enormes, vestido elegantemente. Nadie lo conocía, así que todos se preguntaban quién sería ese yori.
Mucha fue la sorpresa de Linda, cuando el guapo desconocido se le plantó enfrente invitándola a bailar. La muchacha quedó como hechizada, se dejó llevar hasta el centro de la pista, ahí bailaron y bailaron en medio de las miradas de los demás.
Linda empezó a sentir mucho calor y de pronto mucho ardor en la espalda, sentía que algo la quemaba, temerosa volteó a ver qué era y se encontró el brazo y la mano del yori marcados en su vestido, como cuando marcan a los becerros. Su vestido estaba quemado y el aire olía a azufre. Volteó hacia abajo y vio con horror que el guapo muchacho, en vez de pies, tenía una pata de gallo y otra de caballo. Linda se desmayó, no supo más de sí.
Por todos lados empezó a surgir fuego, y los jóvenes asistentes tuvieron que escapar del lugar como pudieron. El casino ardió hasta que sólo quedaron las paredes que hoy en día todavía se observan.
Del guapo extraño no se volvió a saber y de Linda, unos dicen que murió, otros
que anda perdida por algún lugar, pero la mayoría asegura que está con el diablo.


5.- El Aluxe Del Cenote

quí en las tierras de El Mayab, como en todo el país, existen historias de duendes traviesos. Nosotros les llamamos aluxes. Yo nunca he visto uno, para qué decir mentiras, pero un amigo del pueblo de Teabo sí. Les voy a contar lo que le pasó.
Un día estaba mi amigo Manuel sembrando maíz en su milpa cuando los rayos del Sol le recordaron que ya era hora de tomar agua. Fue a buscar su morral que había dejado en el tronco de un árbol de chanté, pero cuando sacó su calabazo vio que estaba vacío.
Sin preocuparse mucho se limpió el sudor y encaminó sus pasos hacia el cenote que no distaba mucho de su parcela. Aquel día se sentía contento y pensó que después de todo era mejor que el calabazo estuviera vacío, pues así haría su pozole con agua fresca.


Llegó a la gruta donde está el cenote y, mientras llenaba su calabazo y se refrescaba, Manuel sintió que alguien le miraba desde algún lugar. Volteó de prisa hacia todos lados hasta que vio a alguien parado sobre una piedra.
Era pequeño, gordito, de ojos verdes y mejillas sonrosadas; de sus hombros colgaba una escopeta y un morral, y tenía un sombrero en la cabeza. Parecía un campesino, nada más que chiquito, que se iba al trabajo.
Como Manuel todavía no conocía a los aluxes, después del primer susto que se llevó con la sorpresa, siguió llenando su calabazo.
—¿Quién eres tú? No te había visto, si te hubiera echado agua no habría sido mi culpa.
Entonces se dio cuenta que el hombrecito había desaparecido y sintió miedo.
Salió de la gruta y se fue corriendo hasta el pueblo, en donde lo primero que hizo fue contarle al viejo Jacinto lo que pasó. El lo escuchó atento, y después le dijo:
—Lo que viste fue un alux, así como lo ves de pequeñito no le llevas ventaja en fuerza, es muy travieso y a veces, cuando está molesto, puede ser malo. Vamos Manuel, muéstrame dónde estaba.
La verdad es que Manuel de buena gana hubiera dicho que no, pues todavía le duraba el susto. Pero como le daba vergüenza que Jacinto pensara que tenía miedo, lo llevó hasta la gruta del cenote.
Al llegar buscaron por todas partes, pero no encontraron a nadie, sólo vieron las pisadas pequeñas y redonditas de los pies del alux.
—Será mejor que nos vayamos —dijo Jacinto—, no sea que esté durmiendo el alux y lo estemos molestando.
Y salieron de la gruta en la que sólo quedaron el agua y el viento.







6.- La X-Tabay (Leyenda maya)


e cuenta que en una población del oriente de Yucatán, vivieron dos hermanas jóvenes y hermosas. Las dos poseían atributos físicos muy bellos: un lindo rostro, un hermoso cabello, una dulce voz... Sin embargo, tenían una manera de ser bastante diferente, más bien opuesta. La menor era dulce, cariñosa y de una nobleza humana sobresaliente, atributos que le hacían ser muy popular y querida en el pueblo por todos sus habitantes. La mayor era frívola, mala y soberbia, lo que la hacía insoportable.
Un día, la menor contrajo matrimonio, como era de esperarse, con el joven más guapo y apuesto del lugar. Pero con ello se ganó la envidia y el odio de su hermana mayor, de tal manera que la mala mujer decidió matarla.
La muerte de la dulce joven causó mucho dolor y pena. A su entierro asistieron todos los habitantes del pueblo, hasta los animales lloraron y se dieron cita llevando flores a su tumba para despedirla. A la mañana siguiente, en el sitio que fue enterrada, brotó una planta muy bella, olorosa y que produce mucha miel; su nombre es x'tabentún.

Pero el doliente marido no pudo contener su rabia y decidió vengar la
muerte de su amada quitándole la vida a la malvada hermana. Cuentan que durante muchos días se sintió en el pueblo un olor muy desagradable, y que a su sepultura sólo asistieron serpientes, lagartijas y otros animalejos malos del monte. Donde fue enterrada brotó una planta de muchas espinas con una florecilla sin olor ni gracia alguna.

A partir de entonces, muy entrada la noche, se aparece al pie de las ceibas de los caminos de El Mayab, una bella mujer de cabellos muy largos al paso de los hombres. —¿A dónde vas? Ven, acá —dice la X'Tabay.
De esa manera los hechiza para llevárselos y nunca más se les vuelve a ver. Del infortunado se dice: se lo llevó la X'Tabay.
 
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