El actor estadounidense Groucho Marx acuñó con humor en los años de la década de 1950, una frase que resume la práctica política de nuestros días en México, “estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”. Hoy en Guerrero, al cuarto para las doce de la elección de gobernador entre dos priístas postulados por el PRI, Manuel Añorve, y el PRD, Angel Aguirre, en medio del lodazal de las acusaciones mutuas, hay comentaristas que se rasgan las vestiduras y hablan del asco que provoca la política huérfana de principios que ahí se practica.
Dicen que un botón de muestra fue la divulgación de una llamada telefónica entre Aguirre Rivero, senador del PRI con licencia, y la senadora perredista por Zacatecas, Claudia Corichi, quien le ofreció apoyo sustentado en “locos, dulces y libros”, para ganar el próximo domingo 30 de enero algunos distritos electorales que tiene perdidos.
Claro que no es gratis el apoyo propuesto por la legisladora zacatecana, hija de la ex gobernadora Amalia García, y quien tiene su corazoncito, sino que Corichi pide a su vez “dulces y libros” para cuando venga en cinco años el cambio de gobierno en su patria chica, Zacatecas, hoy gobernada por el PRI en la persona de Miguel Alonso Reyes.
Aguirre Rivero, agradecido, ofrece a su vez apoyar en su momento a la zacatecana, sin que ella tenga que preocuparse por “el origen de los libros y los dulces”, que se entiende es la clave para denominar el dinero y otros recursos.
Hermanados por intereses personales y de grupo, los partidos que conforman la clase política mexicana ya no se distinguen unos de otros y se mezclan sin pudor en una especie de promiscuidad electoral, mientras hablan de democracia y se reparten candidaturas y cargos con jugosos salarios.
Guerrero, no obstante la violencia y el atraso social, sigue siendo un jugoso botín económico y electoral, sobre todo Acapulco por su potencial turístico, donde los gobernantes pueden hacer todavía negocios jugosos y eso lo saben Aguirre Rivero, quien ya fue gobernador y Manuel Añorve, alcalde con licencia de Acapulco, ambos de la línea del ex gobernante Rubén Figueroa Alcocer.
Es pues Guerrero tan apetecible como bandera electoral, que ni Enrique Peña ni Marcelo Ebrard resistieron la tentación de acercar su sardina al fuego en una entidad desangrada, de poco más de 3.1 millones de habitantes, donde la miseria trepa por las montañas y que será este domingo escenario de las primeras elecciones de gobernador del 2011.
Tomado de la Revista Filos.mx
Dicen que un botón de muestra fue la divulgación de una llamada telefónica entre Aguirre Rivero, senador del PRI con licencia, y la senadora perredista por Zacatecas, Claudia Corichi, quien le ofreció apoyo sustentado en “locos, dulces y libros”, para ganar el próximo domingo 30 de enero algunos distritos electorales que tiene perdidos.
Claro que no es gratis el apoyo propuesto por la legisladora zacatecana, hija de la ex gobernadora Amalia García, y quien tiene su corazoncito, sino que Corichi pide a su vez “dulces y libros” para cuando venga en cinco años el cambio de gobierno en su patria chica, Zacatecas, hoy gobernada por el PRI en la persona de Miguel Alonso Reyes.
Aguirre Rivero, agradecido, ofrece a su vez apoyar en su momento a la zacatecana, sin que ella tenga que preocuparse por “el origen de los libros y los dulces”, que se entiende es la clave para denominar el dinero y otros recursos.
Hermanados por intereses personales y de grupo, los partidos que conforman la clase política mexicana ya no se distinguen unos de otros y se mezclan sin pudor en una especie de promiscuidad electoral, mientras hablan de democracia y se reparten candidaturas y cargos con jugosos salarios.
Guerrero, no obstante la violencia y el atraso social, sigue siendo un jugoso botín económico y electoral, sobre todo Acapulco por su potencial turístico, donde los gobernantes pueden hacer todavía negocios jugosos y eso lo saben Aguirre Rivero, quien ya fue gobernador y Manuel Añorve, alcalde con licencia de Acapulco, ambos de la línea del ex gobernante Rubén Figueroa Alcocer.
Es pues Guerrero tan apetecible como bandera electoral, que ni Enrique Peña ni Marcelo Ebrard resistieron la tentación de acercar su sardina al fuego en una entidad desangrada, de poco más de 3.1 millones de habitantes, donde la miseria trepa por las montañas y que será este domingo escenario de las primeras elecciones de gobernador del 2011.
Tomado de la Revista Filos.mx