POZA RICA DÍA 1: La Historia de Don Anacleto.

ozmodiar

Bovino adolescente
#1
Saludos desde Poza York, en el estado de CruzaVer.... anoche una amiga y yo nos desvelamos charlando con uno de sus vecinos, un señor a todo dar que nos invitó un cafecito mientras nos contaba algunas anécdotas que le habían ocurrido hacía años. El señor es originario de un ejido cerca de Papantla y esta (más o menos) es una de sus historias:


Anacleto es el único de su familia que no bebe ni una gota de alcohol. El menor de siete hermanos (cinco hombres y dos mujeres) siempre fué muy apegado a su casa, mucho más después de que su padre (campesino de "los de antes") falleciera mordido por una serpiente nahuyaca y sus compañeros jornaleros no pudieran llevarlo a tiempo a recibir atención médica. Anacleto y una de sus hermanas siempre estuvieron al pendiente de su madre después de eso y tras la boda de la hermana, Anacleto se quedó solo al cuidado de la señora. Pero Anacleto era muy joven en aquellos años (tenía casi dieciseis cumplidos) empezó a gustarle una muchacha de Papantla. Era muy linda, de las pocas que conocía él que se maquillaran tanto, a pesar de no necesitarlo para resaltar su belleza. Con la excusa de verla, no le importaba desviarse varias cuadras en su camino hacia donde estudiaba la preparatoria, pues era el deseo de su madre que se preparara y llegara a ser licenciado como uno de sus hermanos mayores, quien ahora trabajaba en un despacho en Poza Rica y los ayudaba económicamente. Pero Anacleto era terco, muy terco....quizá más que la mula en que se iba por las tardes a vender el pan dulce que su mamá y dos de sus nueras horneaban para ayudarse aún más. Pasaba a diario frente aa la tienda de abarrotes donde la joven Catalina trabajaba y un día, solo por hacerle plática, entró a preguntar el precio de un kilo de frijol....y de allí, se le olvidó ir a la escuela. Al día siguiente, hizo lo mismo y así el resto de la semana, hasta que ella misma lo regañó y lo mandó de regreso a la escuela, con la promesa de que pediría su hora de comida a la hora en que él saliera para seguir platicando. Siguieron así varios días hasta que un miércoles, mientras caminaban por la plaza, ella miró un hombre pegando unos carteles donde se anunciaba un baile, que sería ese mismo sábado. Emocionada, le pidió a Anacleto que la llevara y él, aguantándose las ganas de brincar de la emoción, solo dijo que sí. Llegó el sábado y Anacleto se puso sus mejores galas para la ocasión: la camisa nueva que había usado en la boda de su hermana, su pantalón de mezclilla nuevo y sus botines bien boleados, además de pasarse casi dos horas frente al espejo de la cómoda de su madre para recortarse los seis pelos a los que en esos días llamaba "bigote", todo con tal de dejar una buena impresión en la joven. Llegó a Papantla cuando ya era de noche, acompañado de otros cinco muchachos de su comunidad que acostumbraban asistir frecuentemente a esos bailes. Ella lo esperaba en la entrada, vestida con una falda muy corta y una blusa escotada, que dejaba entrever sus encantos, que a él le parecían mucho más grandes que antes. El grupo comenzó a tocar y torpemente, Anacleto comenzó a bailar con la jovencita....quien poco a poco le fué mostrando cómo hacerlo correctamente. Después de media hora, les dió mucha sed y ella le invitó a beber "lo que quisiera". Anacleto (envalentonado por la situación y por los gestos de envidia que le hacían sus conocidos al verlo bailando con la guapa muchacha) decidió beber mezcal y así siguieron, haciendo una pausa cada cuatro o cinco canciones para irse a beber algo y calmar la sed. Después de casi tres horas, el baile estaba en su apogeo y la joven le insinuó a Anacleto que salieran del lugar para ir a charlar a un sitio "mas fresco". Él la siguió y caminaron de la mano hasta una calle muy empinada, subiendo hasta llegar a un terreno baldío donde se encontraban varios árboles de naranja y mandarina. Ella, seductoramente, se desabrochó un botón más de la blusa y se la abrió para descubrir sus hombros, dándole la espalda a Anacleto, quien no sabía que hacer a continuación. Después de unos segundos de indecisión, le dió un largo trago a la botella de mezcal (la segunda de la noche) hasta terminar con el contenido y después de tirarla al suelo, se acercó a ella, besándola en los hombros mientras sus manos levantaban la falda, buscando instintivamente su entrepierna. Catalina reaccionó al sentir (quizá por primera vez) unas manos ajenas tocándola en su zona más íntima y sin poder aguantar más, se volteó para besar al joven, quien sin pensarlo dos veces se había desabrochado el pantalón para continuar con la faena erótica....pero no pudieron continuar. Justo detrás de ella, Anacleto vió como una especie de humo blanco surgía del suelo y comenzó a formar una figura espectral. Catalina ya se había despojado de la blusa y tenía sus encantos al descubierto cuando Anacleto se agachó y apresuradamente se subió los pantalones para después salir corriendo mientras gritaba asustado. La joven no supo que sucedía sino hasta que volteó y miró la aparición: se trataba de un hombre viejo, pálido como si estuviera cubierto de harina o talco, que se acercaba a ella con una mano extendida, como si quisiera tocar uno de sus firmes senos, desnudos, sin nada que los cubriera. Catalina salió corriendo del lugar y tras dar unos pasos, se despojó de sus zapatos para poder correr, alcanzando a Anacleto casi dos cuadras más abajo. El joven estaba pálido y respiraba agitadamente, agachado como si quisiera vomitar. La joven lo abrazó y ambos sintieron como si estuvieran helados, con la temperatura corporal muy baja. Caballerosamente, él se empezó a desabrochar la camisa para dársela a ella y que así pudiera cubrirse, pero justo en ese momento, una patrulla de la policía (de las únicas dos que había en servicio esa noche) pasó por allí y al verlos cómo estaban, los oficiales no dudaron ni un instante y los subieron a bordo para llevarlos arrestados por faltas a la moral, al bando de policía y al buen gobierno, lo que sea que signifique eso.
A la mañana siguiente, llegaron los padres de Catalina, quienes al ver a su hija en esas condiciones, la regañaron y le prohibieron seguir viéndose con Anacleto. También llegó el hermano mayor de Anacleto, quien usando las influencias del despacho en donde laboraba, logró que soltaran al par de tórtolos y que no quedara ningún antecedente del penoso suceso, así como evitar que apareciera en los periódicos.
Horas después, el joven le contaba a su familia lo que había ocurrido, sin que nadie, hasta la fecha, le creyera ni una sola palabra. Desde ese día, Anacleto (quien hoy en día tiene 65 años y tiene dos que enviudó de doña Catalina, con quien se casó a la postre) le sigue contando a la gente acerca de la aparición y debe tener algo de cierto, porque dicen que en la casa que constryueron en ese terreno también pasaban cosas inexplicables, aunque esa es otra historia.

Espero que les guste...
 

shoki666

Bovino de alcurnia
#4
jajajajja no manches inche anacleto si que corre jajajaja mientras hasta regurgito la leche jajajajajajajajajajajajaj soy malo lo se jajajaj
 
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