Saludos bakunos, quiero compartirles una experiencia que tuve hace ya 12 años, cuando comenzé a trabajar y vivir solo.
Había recién salido de la universidad cuando obtuve mi primer trabajo como maestro de idiomas en una universidad particular; mi padre acababa de casarse, y la verdad yo ya no me hallaba con el y su esposa, así que decidí emanciparme y mudarme solo a un departamento.
Era la primera vez que vivía solo, y al principio fue bastante raro, siempre acostumbrado a tener gente al rededor, a tener comida, gas, agua, servicios, tv, telefono etc. Ahora que estaba solo no tenía mas que luz, agua y gas; no tenía teléfono (ni siquiera celular) ni cable, y no tenía antena para la tv, asi que mi unica forma de entretenerme era la radio, mis libros y paren de contar.
Como preambulo a mi experiencia, les comento que yo crecí en una familia de principios religiosos muy estrictos, al grado de haberme llegado a causar algunos conflictos existenciales. Como contraste a todo ello, me había vuelto aficionado a las lecturas esotéricas, me gustaba mucho practicar la tirada y la lectura de las runas, la meditación, siempre intentaba proyectarme astralmente, pero naturalmente todo esto lo llevaba de una forma muy amateur, más como una alternativa para sobrellevar todos los conflictos, culpabilidades, traumas y sugestiones que la educación religiosa me había impuesto.
En aquellos días yo me sentía muy solo, iba y venía de la casa al trabajo, del trabajo a la casa y ya. Mi novia no vivía muy lejos de alli, pero como ella aún estudiaba, volvía temprano a casa para hacer tarea y dormir.
Por cierto que otro hobbie que tenía, y aun tengo muy arraigado, son los juegos de rol; tenía entonces un poster muy curioso de un juego llamado Vampiro La Mascarada, y era un personaje completamente descarnado, vestido con un traje blanco de etiqueta; el Barón Samedi (el cual he estado buscando en línea, pero curiosamente no encuentro la imagen). También tenía una máscara de papel maché que había hecho mi hermano, que estudiaba artes plásticas en esos días; era parecida a un cráneo animal, liso, alargado, con dos cuencos negros en los ojos y protuberancias en la parte superior, a manera de pequeños cuernos. Pues estos dos objetos se volvieron mis "roomies", mis compañeros de cuarto; al vampiro cadavérico le llamaba yo "Tio Samedi" y a la mascara le llamé mi "Padrino Odín". Cada vez que llegaba a casa, los saludaba, hablaba solo y me dirigía a ellos como si estuvieran presentes. Lo curioso fue que en pocas semanas ese hábito comenzó a volverse una costumbre tan arraigada, que sino lo hacía, me sentía raro, obligado a hacerlo en algún momento.
En pocos meses, mi departamento comenzó a volverse un lugar desagradable, me sentía raro, triste, perturbado; incluso cuando llegaba de noche me daba miedo entrar. El depa se encontraba al fondo de un patio, eran 20 metros de jardín y la puerta daba de frente... se veía tan oscuro y tenebroso que de verdad prefería perder el tiempo en la calle lo más tarde posible para no llegar pronto. Incluso mis amigos llegaron a sentirse raros allí. Para esto, tanto el póster como la máscara las tenía en mi recámara, así que nadie los podía ver de manera directa, mucho menos mi padre que iba a visitarme muy esporádicamente, pero a veces lo hacía sin avisar.
Llegó un dia en que de plano se volvió angustiante el ambiente en mi depa, tenía problemas con mi chica, en el trabajo no me estaba desempeñando bien, me sentía muy cansado, bajé cerca de 10 kilos... realmente algo no estaba bien en mi vida; aún cuando no encontraba motivo alguno para que así fuera. Lo que se me ocurrió fe recurrir a las runas, a las cuales les había tomado un cariño muy particular, y me puse manos a la obra: tomé la mascara gris de papel maché, la de mi "padrino Odín", y comencé a marcarla, le puse un "sello" por llamarlo de alguna manera, para que dejara de estar pidiéndome tanta atención; al póster lo quité, lo enrollé y lo guardé en un librero. "- Listo" dije hacia mis adentros. Ese día me acosté temprano a dormir, antes de las 11 de la noche, pues hacer aquel sello me había llevado mas de una hora, y para mi sorpresa, me había dejado agotadísimo.
Esa misma noche se volvió una verdadera tortura.
Me desperté angustiado... sudando, entre sueños extraños, pesadillas que no recuerdo ya. Me sentía observado, me estaba costando mucho trabajo respirar. Miré a mi alrededor y mi recámara estaba en total oscuridad; claro, la luz apagada hace que el lugar sea oscuro, pero cuando uno despierta en la noche cuando menos logra distinguir la silueta de las cosas, los muebles; además, tenía un radio electrónico con números iluminados color verde, muy brillantes; pero esa noche la luz del reloj se veía muy tenue, opacada por la oscuridad que había envuelto toda la habitación.
Luego de estar enfocando la vista y pensando que a lo mejor algo me había caído mal de la cena, miré hacia la cortina de la ventana, y logré captar una imágen que me dejó helado; era una silueta cubierta, como si fuera una enorme capa negra cubriendo a una persona que se veía reflejada en toda la pared, hasta la mitad del techo, como si fuera la culpable de que todo mi cuarto estuviera en tinieblas. Me tapé con las cobijas hasta la cara... y comencé a escuchar que me susurraban al oído... o quizá dentro de mi cabeza lo escuché: "- te vas a morir, te vas a morir... de esta noche no pasas, esta misma noche te vas a morir!" El corazón comenzó a latirme con tanta fuerza que me dolía el pecho, al mismo tiempo que sentía que algo me oprimía, que no me dejaba respirar; no como cuando se sube el muerto (me había pasado ya dos veces antes, mas chico), yo podía moverme y hacer lo que fuera. Me levanté, prendí la luz, fui al baño a echarme agua fría, me serví un vaso de agua... pero me sentía mareado, débil, todo el cuerpo me dolía como si estuviera embarado. Me calmé un poco y volví a mi habitación.
En cuanto me recosté, mi cama comenzó a dar vueltas, como cuando uno esta ebrio, pero ahora si ni bajando el pie para hacer tierra se calmaba; de nuevo, en mi cabeza comencé a escuchar la voz aquella que me decía que me moriría esa misma noche, y mi corazón y mi pecho dolían. Lo único que se me ocurrió hacer fue volver a mis orígenes espirituales; me sentí tan mal y tan triste, tan humillado por haber renegado de mis raices que comencé a invocar a Cristo y al Espíritu Santo (lo se, suena irracional e ilógico, pero estaba tan desesperado y angustiado que no sabía que más hacer). Comencé a pedir perdón por haber renunciado a mi fe genuina, por haberme dejado llevar por los prejuicios, por la deformidad religiosa y haber dejado de lado la enseñanza de amor y pureza... en fin, lo único que se me ocurría en ese momento era combatir la oscuridad con luz. Asi estuve desde la 1 de la mañana hasta las 6, 5 horas "pidiendo luz", en una batalla energética y espiritual que me dejó peor que si hubiera corrido 20 kilómetros con huaraches de suela de llanta.
No se que habrá sido, no se si fué efectivo haberlo solucionado de esa manera, lo único que sé es que logré salir de aquello que me tenía agobiado. Al otro día boté el poster y la máscara a la basura, y comencé a meditar en la manera de cerrar y terminar con algunas costumbres no muy sanas de mi personalidad, y a tratar de estar en paz conmigo mismo y con la gente que me rodeaba. A un par de semanas de todo aquello mis situaciones de pareja, laboral y de salud mejoraron notablemente, y hasta la fecha no he vuelto a tener ningún tipo de experiencia tan impactante y perturbadora como la de aquel entonces.
Tengo un par de experiencias, no tan densas como esta, y espero compartirselas pronto. Un saludo a toda la comunidad Bakuna!
Había recién salido de la universidad cuando obtuve mi primer trabajo como maestro de idiomas en una universidad particular; mi padre acababa de casarse, y la verdad yo ya no me hallaba con el y su esposa, así que decidí emanciparme y mudarme solo a un departamento.
Era la primera vez que vivía solo, y al principio fue bastante raro, siempre acostumbrado a tener gente al rededor, a tener comida, gas, agua, servicios, tv, telefono etc. Ahora que estaba solo no tenía mas que luz, agua y gas; no tenía teléfono (ni siquiera celular) ni cable, y no tenía antena para la tv, asi que mi unica forma de entretenerme era la radio, mis libros y paren de contar.
Como preambulo a mi experiencia, les comento que yo crecí en una familia de principios religiosos muy estrictos, al grado de haberme llegado a causar algunos conflictos existenciales. Como contraste a todo ello, me había vuelto aficionado a las lecturas esotéricas, me gustaba mucho practicar la tirada y la lectura de las runas, la meditación, siempre intentaba proyectarme astralmente, pero naturalmente todo esto lo llevaba de una forma muy amateur, más como una alternativa para sobrellevar todos los conflictos, culpabilidades, traumas y sugestiones que la educación religiosa me había impuesto.
En aquellos días yo me sentía muy solo, iba y venía de la casa al trabajo, del trabajo a la casa y ya. Mi novia no vivía muy lejos de alli, pero como ella aún estudiaba, volvía temprano a casa para hacer tarea y dormir.
Por cierto que otro hobbie que tenía, y aun tengo muy arraigado, son los juegos de rol; tenía entonces un poster muy curioso de un juego llamado Vampiro La Mascarada, y era un personaje completamente descarnado, vestido con un traje blanco de etiqueta; el Barón Samedi (el cual he estado buscando en línea, pero curiosamente no encuentro la imagen). También tenía una máscara de papel maché que había hecho mi hermano, que estudiaba artes plásticas en esos días; era parecida a un cráneo animal, liso, alargado, con dos cuencos negros en los ojos y protuberancias en la parte superior, a manera de pequeños cuernos. Pues estos dos objetos se volvieron mis "roomies", mis compañeros de cuarto; al vampiro cadavérico le llamaba yo "Tio Samedi" y a la mascara le llamé mi "Padrino Odín". Cada vez que llegaba a casa, los saludaba, hablaba solo y me dirigía a ellos como si estuvieran presentes. Lo curioso fue que en pocas semanas ese hábito comenzó a volverse una costumbre tan arraigada, que sino lo hacía, me sentía raro, obligado a hacerlo en algún momento.
En pocos meses, mi departamento comenzó a volverse un lugar desagradable, me sentía raro, triste, perturbado; incluso cuando llegaba de noche me daba miedo entrar. El depa se encontraba al fondo de un patio, eran 20 metros de jardín y la puerta daba de frente... se veía tan oscuro y tenebroso que de verdad prefería perder el tiempo en la calle lo más tarde posible para no llegar pronto. Incluso mis amigos llegaron a sentirse raros allí. Para esto, tanto el póster como la máscara las tenía en mi recámara, así que nadie los podía ver de manera directa, mucho menos mi padre que iba a visitarme muy esporádicamente, pero a veces lo hacía sin avisar.
Llegó un dia en que de plano se volvió angustiante el ambiente en mi depa, tenía problemas con mi chica, en el trabajo no me estaba desempeñando bien, me sentía muy cansado, bajé cerca de 10 kilos... realmente algo no estaba bien en mi vida; aún cuando no encontraba motivo alguno para que así fuera. Lo que se me ocurrió fe recurrir a las runas, a las cuales les había tomado un cariño muy particular, y me puse manos a la obra: tomé la mascara gris de papel maché, la de mi "padrino Odín", y comencé a marcarla, le puse un "sello" por llamarlo de alguna manera, para que dejara de estar pidiéndome tanta atención; al póster lo quité, lo enrollé y lo guardé en un librero. "- Listo" dije hacia mis adentros. Ese día me acosté temprano a dormir, antes de las 11 de la noche, pues hacer aquel sello me había llevado mas de una hora, y para mi sorpresa, me había dejado agotadísimo.
Esa misma noche se volvió una verdadera tortura.
Me desperté angustiado... sudando, entre sueños extraños, pesadillas que no recuerdo ya. Me sentía observado, me estaba costando mucho trabajo respirar. Miré a mi alrededor y mi recámara estaba en total oscuridad; claro, la luz apagada hace que el lugar sea oscuro, pero cuando uno despierta en la noche cuando menos logra distinguir la silueta de las cosas, los muebles; además, tenía un radio electrónico con números iluminados color verde, muy brillantes; pero esa noche la luz del reloj se veía muy tenue, opacada por la oscuridad que había envuelto toda la habitación.
Luego de estar enfocando la vista y pensando que a lo mejor algo me había caído mal de la cena, miré hacia la cortina de la ventana, y logré captar una imágen que me dejó helado; era una silueta cubierta, como si fuera una enorme capa negra cubriendo a una persona que se veía reflejada en toda la pared, hasta la mitad del techo, como si fuera la culpable de que todo mi cuarto estuviera en tinieblas. Me tapé con las cobijas hasta la cara... y comencé a escuchar que me susurraban al oído... o quizá dentro de mi cabeza lo escuché: "- te vas a morir, te vas a morir... de esta noche no pasas, esta misma noche te vas a morir!" El corazón comenzó a latirme con tanta fuerza que me dolía el pecho, al mismo tiempo que sentía que algo me oprimía, que no me dejaba respirar; no como cuando se sube el muerto (me había pasado ya dos veces antes, mas chico), yo podía moverme y hacer lo que fuera. Me levanté, prendí la luz, fui al baño a echarme agua fría, me serví un vaso de agua... pero me sentía mareado, débil, todo el cuerpo me dolía como si estuviera embarado. Me calmé un poco y volví a mi habitación.
En cuanto me recosté, mi cama comenzó a dar vueltas, como cuando uno esta ebrio, pero ahora si ni bajando el pie para hacer tierra se calmaba; de nuevo, en mi cabeza comencé a escuchar la voz aquella que me decía que me moriría esa misma noche, y mi corazón y mi pecho dolían. Lo único que se me ocurrió hacer fue volver a mis orígenes espirituales; me sentí tan mal y tan triste, tan humillado por haber renegado de mis raices que comencé a invocar a Cristo y al Espíritu Santo (lo se, suena irracional e ilógico, pero estaba tan desesperado y angustiado que no sabía que más hacer). Comencé a pedir perdón por haber renunciado a mi fe genuina, por haberme dejado llevar por los prejuicios, por la deformidad religiosa y haber dejado de lado la enseñanza de amor y pureza... en fin, lo único que se me ocurría en ese momento era combatir la oscuridad con luz. Asi estuve desde la 1 de la mañana hasta las 6, 5 horas "pidiendo luz", en una batalla energética y espiritual que me dejó peor que si hubiera corrido 20 kilómetros con huaraches de suela de llanta.
No se que habrá sido, no se si fué efectivo haberlo solucionado de esa manera, lo único que sé es que logré salir de aquello que me tenía agobiado. Al otro día boté el poster y la máscara a la basura, y comencé a meditar en la manera de cerrar y terminar con algunas costumbres no muy sanas de mi personalidad, y a tratar de estar en paz conmigo mismo y con la gente que me rodeaba. A un par de semanas de todo aquello mis situaciones de pareja, laboral y de salud mejoraron notablemente, y hasta la fecha no he vuelto a tener ningún tipo de experiencia tan impactante y perturbadora como la de aquel entonces.
Tengo un par de experiencias, no tan densas como esta, y espero compartirselas pronto. Un saludo a toda la comunidad Bakuna!
saludos 
