LOS VECINOS DEL QUINTO

zenshust

Bovino maduro
#1
La pagina donde he sacado este cuento la conozco desde hace ya un buen tiempo y me sorprende que aun sigue... Es algo extraña pero tiene su encanto al mantener siempre su ambiente misterioso y escalofriante, les conparto antes que nada el link de la pagina por si la quieren visitar, no dudo que encontraran algo curioso que ver.

El link, esta hasta abajo, asi que primero tendran que leer la historia... Jajaja.. Muevanle al raton y llegaran, si es que gustan saltarselo pues, saludos!
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LOS VECINOS DEL QUINTO

19 de septiembre
Acabo de instalarme en un piso de alquiler, ése que encontré anunciado en el
periódico. Es un edificio de siete plantas, destartalado y algo cochambroso,
aunque de aspecto tranquilo. No me ha dado tiempo a ver a mis vecinos de
planta, aunque he a algunos de los demás inquilinos: niños correteando por las
escaleras, sucios y llenos de mocos, mujeres malhumoradas y hombres de aspecto
cerril.
¿Cómo podría ser de otra forma, viendo dónde viven? No me queda más remedio que
vivir aquí de alquiler por el momento, hasta que consiga más dinero.
Soy escritor, un buen escritor... eso es lo que digo para alentarme. Un editor
me ha dado esperanzas sobre la publicación de un par de mis obras, una
colección de relatos y una novela corta. Me ha encomendado un trabajo al que
sólo he accedido por dinero y la promesa de que, al cumplir satisfactoriamente
con él, discutiríamos la publicación de mis obras.
El trabajo en cuestión es un borrador de una novela, el cual compró a un
afamado escritor -cuyo nombre omitiré- por una suma nada despreciable. Y para
sorpresa del editor, no está completo. Desesperado, el editor ha recurrido a mí
para completarlo, con vistas a tenerlo preparado para la campaña navideña.
Tengo poco tiempo, pero me juego mucho en esto.
Así que he aceptado y aquí estoy en esta desconocida ciudad y en este piso
recién alquilado. He cargado los pocos bultos con los que últimamente deambulo
de aquí para allá y los he dejado en el pequeño salón. Ya arreglaré el equipaje
luego.
Tengo una pila de títulos del dichoso autor -maldito sea- en formato bolsillo,
una buena botella de whisky y mucha ilusión. Me pondré a leerme las novelas y
trataré de asimilar su estilo. Digo yo que retomaré el borrador pronto, dentro
de una semana.
Escribo ahora en el diario, como cuando era pequeño, impulsado quizás por la
soledad. Me vendrá bien escribirlo para sobrellevarla. Bien, lo dejo por hoy.
Me queda mucho que leer aún.

21 de septiembre
Poco he podido leer estos últimos días. Maldita sea. Los vecinos de arriba, los
del quinto, no han dejado de importunarme. ¿De qué forma? Digamos que
"demostrándose su amor", cómo decía una antigua novia que tuve en el instituto,
la muy estúpida. Deberían comprar un colchón nuevo, los muelles no paraban de
quejarse. Maldita sea, llegaron a ponerme nervioso con tanto achuchón. Dejé la
lectura y me puse a escucharles, atento a su concierto de exclamaciones y
sollozos. Tentado estuve de masturbame, incluso. A ver si se cansan y me dejan
tranquilo.

23 de septiembre
Nada, que no se cansan. Llevo dos días sin poder leer por las noches, así que
me acuesto temprano con tal de no oírles. Dios, qué cruz.

27 de septiembre
Por fin. Varias noches de paz, se cansaron al fin de tanto exceso nocturno. He
conseguido acabar el resto de las novelas, me he releído unas tres veces el
borrador y creo que sé cómo enfocar el desenlace que le falta.
Desenlace que creo apropiado, aunque no negaré que me resisto a poner todo mi
arte en él. Me siento algo asqueado con el trabajo. No me parece limpio, eso es
todo: me parece que estoy, de alguna forma, prostituyendo mi talento con tal de
ver publicadas mis obras. Vaya metáfora.

28 de septiembre
He escrito ya cerca de seis folios y mi trabajo realmente marcha. Los de arriba
no me han molestado mucho, algún que otro escarceo, pero eso es todo.
Hoy me visitó la vecina de enfrente, por si necesitaba algo. Desconfía de mí,
según parece... ¡le debo parecer rarísimo, aquí sólo en el piso! Creo que las
mujeres desconfían de los hombres que parecen autosuficientes. Vaya broma.
Ojalá pueda irme pronto de aquí. Un mes, espero -¡ansío!-, como mucho, y
terminaré mi obra. El libro estará listo para Navidad, "a punto de la suculenta
campaña navideña", como me dijo el editor. Bastardo. Es un maldito chupasangre,
le importa poco el estilo o la calidad de lo que publica, sólo las cifras de
ventas y los beneficios. Me parece que no conoce números inferiores a cuatro
cifras. Pero no me queda otra que seguirle el juego. Y resulta que la novela
del dichoso autor me saca de quicio: el borrador es burdo, parece el de un
principiante. Le han encumbrado y ahora sólo necesita teclear un párrafo para
que comience a sonar la caja registradora. ¡Qué vida ésta! Y, entretanto, los
escritores noveles se mueren de hambre, esperando ansiosos la menor oportunidad
para que les publiquen sus escritos en algún lado, aunque sea en un bote de
sopa.

3 de octubre
Maldita sea. Han vuelto a las andadas. Y de qué forma. Ahora, en vez de
arrullarse y sudar enzarzados, se gritan a cada momento y discuten a la mínima.
Hoy mismo me han fastidiado, y de que forma. Hasta el punto de que tirado a la
papelera todo lo que había escrito hasta ahora. Cogí una escoba rota y golpeé
con furia el techo. Soez remedio, de acuerdo, pero funcionó: se callaron los
malditos. No he podido recuperar la concentración desde entonces; me puse a
escribir en el diario para relajarme. Pero creo que lo dejaré por hoy. Mañana
será otro día.

18 de octubre
¡Vaya, cómo pasa el tiempo! Todos estos días los he podido dedicar
tranquilamente a escribir, ya que los vecinos de arriba parecen haberse calmado.
Una tormenta pasajera. Ayer terminé el borrador, ahora lo estoy mecanografiando
y repasando. Calculo que tardaré unas dos semanas en terminar. Bien, calma, aún
tengo tiempo. El editor me dio de fecha límite hasta mediados de noviembre.
¡Animo, hombre, que te queda poco para ser profesional!

20 de octubre
De nuevo se están gritando. Acabo de escuchar algo romperse, se habrán tirado
un jarrón o algo así, como en las películas.
Por lo visto al marido le da por venir a las tantas muchas noches, y creo que
no muy sobrio. Ella le recrimina y se ponen a chillar a toda voz. Una pareja
idílica, sin duda. Creo que me quedaré soltero.

22 de octubre
Los del quinto siguen igual, aunque yo al menos me voy acostumbrando. ¡Me queda
poco para acabar! Mecanografío y repaso el texto a un ritmo que a mí mismo me
sorprende. Tengo que descansar cada dos o tres horas, me empieza a doler el
cuello y se me quedan agarrotados los dedos.
Esta mañana, cuando subía con la compra, subí en el ascensor con un vecino que
iba al quinto; no estoy seguro, pero creo que es él. Era un hombre fortachón,
gordo y barbudo. ¡Ahora entiendo porqué crujían tanto los muelles! Traté de
increparle con la mirada, pero lo único que hizo fue eructarme en plena cara
sin mucho reparo. Vaya tipo.

29 de octubre
¡Por fin! ¡Sí, terminé! No me lo creo ni yo mismo. Es de madrugada y me resisto
a dormir. Estoy alborozado y dudo que pueda conciliar el sueño. Me he servido
un buen whisky. Creo que me emborracharé para celebrarlo. He leído por encima
la novela y estoy muy satisfecho del resultado. Sin duda, le encantará al
editor.
Veré "mi novela" en los grandes almacenes y librerías esta maldita Navidad. Y
pronto, la mía propia. ¡Sí señor, por fin! Una editorial de las buenas, con una
tirada de cuatro cifras... basta de promesas falsas, de concursos literarios
para aficionados.
Hombre, mira qué curioso. Los de arriba la están armando buena ahora. Acaba de
llegar el borracho de otra correría nocturna, y se están tirando los trastos.
¡Seguid, seguid! Les jaleo para que sigan. A ver que se dicen...
"¡Borracho!" le grita ella, llorando, "¡Puta, estúpida, déjame en paz, vete con
la vaca de tu madre!" le responde él con dificultad.
Qué perra es la vida. Yo, aquí, tan contento, y ellos arriba, mandando a pique
su matrimonio. Me sentiré mal luego, pero ahora sólo me entras ganas de
jactarme y reír.
Más tarde...
Los efectos del whisky se me han ido de golpe. Me sudan las manos, respiro con
dificultad. Estoy nervioso, muy nervioso. He de serenarme.
Maldita sea... aún no doy crédito a lo que ha ocurrido.
Lo pondré por escrito: si no ordeno mis pensamientos, creo que me volveré loco,
aunque puede que ya lo esté.
Fue una sorda detonación. Un disparo de escopeta, creo; retumbó atronador en
medio de la discusión, sellándola con un macabro epitafio.
Estaba en la cocina, poniéndome hielo en el vaso, cuando escuché el estampido
de la escopeta. Solté el vaso, petrificado, cortándome en el pie con los
cristales rotos.
Escuche al hombre de arriba llorar y gemir desconsoladamente, llamando a voces
a su mujer. "¡María! Oh, Dios, no...". Luego, paralizado, con el frío tacto del
vidrio dentro de la herida, escuché con atención.
Sonaba como una escopeta al cargarse, lenta y concienzudamente. Abrí mucho los
ojos, pensé en hacer algo, una arcada me revolvió el estómago... y un segundo
disparo me hizo gritar y tambalearme. Me caí al suelo y vomité el whisky.
Me vestí a toda prisa, me lavé de la cara los restos del vómito y traté de
serenarme.
¿Qué hacer? ¿Llamaba a la policía? No me era posible, no tengo teléfono. Decidí
avisar a mi vecina.
Llamé a su puerta imperiosamente.
-¡Abran, deprisa! ¿Es que no lo han oído?
Una señora con rulos, ojeras y una bata ridícula me abrió la puerta tras un
buen rato aporreando la puerta y el timbre.
-¡¿Qué quiere?! Ha despertado a mi marido y de seguir así, a todo el bloque.
¿Qué ocurre?
-Pero -le espeté furioso- ¿es que está sorda? El vecino de arriba, el del
quinto, ha disparado a su mujer y luego se ha suicidado. ¡Habría que estar
sordo para no haber oído nada!
La mujer me miró confundida y se quedó pensativa. Un hombre corpulento y velludo
en pijama apareció detrás de ella, malhumorado.
-¿Qué horas son estas de llamar? ¿No le da vergüenza? Y como vuelva a gritarle
a mi mujer, le parto la cara, mamarracho.
-¿Usted tampoco lo ha oído?
-¿Qué demonios tendría que haber oído? -me dijo, exasperado.
-¡El disparo, maldita sea! La escopeta... por amor de Dios, ¿es que no lo ha
oído nadie?
La vecina de al lado abrió la puerta y salió al descansillo, ataviada de otra
bata más horrorosa aún, con el pelo en desorden y con gesto desabrido. "Al fin"
me dije. "Ella lo habrá oído"
-¿Lo ha oído usted, verdad?
-¡Lo único que he oído es cómo gritan, aparte de esa maldita máquina de
escribir con la que teclea sin cesar!
La mujer del tipo corpulento me preguntó súbitamente, como inspirada:
-A ver, dígame, ¿de dónde vino el ruido?
-Ruido no, señora... ¡disparo, un disparo!
-Lo que sea -convino-. ¿De dónde? -volvió a preguntar con impaciencia.
-Del piso de arriba. Sí, el que está justo encima del mío.
La mujer, su marido y la otra vecina me miraron en silencio, como se mira a los
locos.
-¿Pero es que no sabe que ese piso lleva vacío tres años? Después de la muerte
del matrimonio que vivía allí los hijos no se han puesto de acuerdo con la
herencia. Hay mucho abogado de por medio.
Eché la cabeza hacia atrás, parpadeando aturdido al oír la noticia. Aún sin
rendirme, conjurando cientos de hipótesis en un segundo, volví a preguntarle:
-¿Murieron los dueños?
-Ya le he dicho que sí.
-¿Y no mataría el marido a su mujer de un disparo y luego se suicidaría?
-Oiga, ¿qué insinúa? ¿Está loco? La mujer murió de cáncer y él murió dos años
después. Váyase a dormir, hombre, o llamaré a la policía.
Volví a mi piso, avergonzado, y aquí estoy desde entonces, terriblemente
nervioso. Me he tomado un par de tranquilizantes y aún espero a que me hagan
efecto.
¿Una alucinación, es eso lo que he sufrido? Pero... ¿tan vívida? ¿Tan real? No
me queda más remedio que creerlo así. O eso, o estoy de atar.
Creo que tengo fiebre. Ah, ya me hacen efecto los tranquilizantes. Iré... a
dormir.
1 de noviembre
Me invade la vergüenza al leer la última anotación del diario. Han pasado
varios días y ya voy olvidado la "nochecita".
Mis vecinos me miran de soslayo al verme pasar y susurran nada más me doy la
vuelta. Al parecer se ha corrido la voz de que estoy loco.
Qué locura. ¿Sería la bebida? ¿Estaré realmente loco? ¿Tal vez esquizofrénico?
Leí en alguna parte, creo que en una revista científica, que uno de los rasgos
de la esquizofrenia eran las alucinaciones, de cualquier tipo, visuales,
táctiles, olfativas, gustativas... y auditivas. De todas formas no soy
psiquiatra.
No contento con estas explicaciones, fui ayer al piso de arriba. Llamé a la
puerta. Nada. No había nadie, por supuesto.
Comprobé que era cierto todo lo que me había explicado mi vecina del piso.
Incluso reparé en un cartel de "Se vende" en la fachada, con un teléfono en
números rojos. Llamé interesándome por el piso y un hombre de una agencia
inmobiliaria me atendió amablemente.
Quedé con él para ver el piso. Me dejó un rato para que echara un vistazo. El
piso estaba sucio, lleno de polvo y olía a encierro, pero eso es todo. Le di
las gracias al hombre y le dije que me lo pensaría.
¿Es que mi imaginación sigue tan vívida como cuando era niño y conjuraba
horrores en cada sombra y ángulo de mi cuarto? No lo sé... Entonces creía ver
cosas, pero nunca oí voces. Quizás vaya al médico pronto.
6 de noviembre
Ahora me río del incidente que tanto me ha traído de cabeza estos días. ¡Y no
es para menos! Me siento feliz y rebosante de gozo.
Estoy en un hotel de la ciudad. Aún no me he llevado todas las cosas del piso,
pero lo haré mañana mismo. El editor me llamó ayer por la noche para
felicitarme. Le entregué el borrador hace dos días... ¡y le ha parecido
excelente mi trabajo! Estaba entusiasmado. El tiempo que ha tardado en leerlo
se me ha eternizado.
"¡Un éxito, sin duda! Se venderá muy bien" me ha dicho muy contento. Me
adelantó la mitad del pago por mi trabajo y me confirmó la publicación de mis
obras, dándome fecha, incluso, de la primera galerada.
Con el dinero he pagado esta habitación de hotel, harto ya del piso de vecinos.
Con un poco de suerte, no volveré a vivir en ninguno.
Bien, esto hay que celebrarlo. Dejaré de escribir en este diario (me veo
tentado a tirarlo, sobre todo por los desvaríos que he escrito en él, pero no
me decido a hacerlo) y me iré a cenar a un buen restaurante.

10 de noviembre
El otro día fui a por mis cosas del piso alquilado. Las fui metiendo en las
maletas y metiéndolas en el maletero del taxi. Cuando subía a por la última
maleta y a dejarle la llave a la vecina, me crucé en el ascensor con un hombre
delgado que se esforzaba en subir una maleta grande de cuero, demasiado pesada
para él.
Le dije animado:
-¿De mudanza también, eh? Déjeme que le ayude.
-Gracias, buen hombre -me respondió afablemente.
-¿A qué piso?
-Al quinto.
Subimos en el ascensor. Entonces reparé en que había olvidado que yo debía
detenerme un piso antes. "No importa", me dije.
El hombre me volvió a dar las gracias y entabló una breve conversación conmigo.
-...hemos comprado la casa hace poco, y nos servirá por el momento de "nido de
amor" a mi mujer y a mí. Estamos recién casados, ¿sabe? Aunque espero que
podamos mudarnos a otro piso con el tiempo. Ah, aquí es, hemos llegado.
Una sospecha se abrió paso en mi mente como un cuchillo. Maquinalmente, le
ayudé a sacar la maleta, mientras él me sostenía la puerta del ascensor.
Una mujer rubia y apuesta, aunque algo entrada en carnes, aguardaba en la
puerta del piso. Sí, de aquel piso.
-Hola, cariño -le dijo-. Gracias de nuevo. Pero deje, ya me encargo yo. No se
preocupe. Oiga, ¿le ocurre algo? ¿Por qué está tan callado? -extendió su mano
para tocarme el hombro, y grité, soltando bruscamente la maleta.
Ésta cayó al suelo y se abrió, desparramando su contenido. De él asomó una
escopeta, de las de caza mayor, en una funda de cuero.
Señalé el arma, espantado.
-¿Es por el arma? Tranquilícese, soy cazador, ¿sabe? Pero... ¿qué le pasa?
¿Está enfermo?
Solté un alarido y me abalancé escaleras abajo, olvidando mi propia maleta.
Me metí en el taxi y le apremié a que me llevara a mi hotel.
Desde entonces no he podido dormir mucho.

Fin


(c) José María Bravo Lineros, Huelva, 1 de febrero de 1999.
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Fuente y link de la pagina: http://necrolibro.dreamers.com/
 

zenshust

Bovino maduro
#2
Yo se que es largo el cuento pero de verdad felicito a aquel que lo termine porque puedo estar mas que seguro que le gustara. Sigamos manteniendo vivo este rinconsito del horror en esta pagina que le tengo tanto cariño, espero les guste lo poco que puedo aportar, Saludos!
 

pixiedust

Bovino maduro
#3
si la verdad , esque esta buenisimo, y es mas bien un cuento me voy a dar una vuelta x la pagina que dices a ver que tal. muchas gracias.
 

zenshust

Bovino maduro
#4
respuesta

Si, de verdad la pagina esta muy buena, de hecho tiene otros cuentos por ahi y si llegas a visitarla te recomiendo uno que se llama el cuadro, ese cuento esta estupendo. saludos!
 

Terszebet

Bovino Milenario
#11
Esta tan bueno que no puedes dejar de leerlo hasta el final.. voy a entrar a la pag que mencionas..
Mucha sgracias por compartirlo con nosotros..:)
 
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