Los Últimos Hijos de Adam Smith o la Intolerancia de Sicilia contra los Homosexuales

sadac17

Bovino de la familia
#1
Los últimos hijos de Adam Smith

Javier Sicilia

24 de febrero de 2001Una de las consecuencias que la propuesta de hacer una nuevaConstitución ha empezado a generar es la movilización de las minorías enbusca del reconocimiento de sus derechos. La más reciente ha sido la delos homosexuales, cuyo exhibicionismo en la explanada de Bellas Artesprovocó las desafortunadas opiniones a las que los cardenales SandovalÍñiguez y Norberto Rivera nos tienen acostumbrados Como católico, pidoperdón por ellos, que ya no saben lo que dicen o que si lo saben, lo dicenmuy malLa lucha homosexual en la era de la posmodernidad es inquietante ymerece, más allá del exhibicionismo de algunos de ellos y de lasmajaderías con las que respondieron algunos jerarcas de la catolicidad, unadiscusión profunda No es mi intención en este sentido ofender a nadie(tengo amigos homosexuales a quienes quiero, respeto y admiro), cuantoseñalar, en la brevedad que me permite esta nota, algunos puntos críticospara un debate de alturaLos homosexuales se han movilizado bajo una sola consigna: derechosiguales a los de las parejas heterosexuales (matrimonio y, frente a laimposibilidad de procrear, adopción de hijos) El punto de partida es, por lotanto, la igualdad Esta noción es en sí misma compleja En un sentido, laigualdad, dice Douglas Lummis, “indica una clase de justicia o trato justo”, en otro, “indica semejanza u homogeneidad () Tratar a las personasde forma justa puede requerir tratarlas en forma diferente; por otro lado,tratarlas como si fueran semejantes no es tratarlas necesariamente en forma justa () Los dos significados son diferentes en especie” El primero “es unaproposición de valor” que se refiere a cómo las personas deben ser tratadassegún sus diferencias La segunda, la igualdad como semejanza, es unalegato que postula características comunes en las personas y busca derivarde ellas una proposición de valorPara los griegos antiguos la igualdad (un valor que se basa en lasdiferencias de naturaleza) está vinculada con la justicia: “Dar a cada cuallo que le corresponde, lo que es justo” ¿Pero quién dice lo que es justo?,dirán los homosexuales que quieren homologar su diferencia a ladiferencia heterosexual La proporcionalidad

Según Illich, la proporción, aquello que está de acuerdo con el cosmos, noes unívoca (varía de comunidad en comunidad), pero tiene un fundamentocomún: la moderación, el límite que en el orden social se basa en lasdiferencias que se complementan, pero que no se homologan, en losámbitos que a cada persona, según su género, les corresponden parainteractuar en el común y que se expresa en términos morales Así, loproporcional es lo que se considera Bien, lo desproporcionado es el Mal,lo que desordena el comúnFuera de la Grecia antigua, en donde la homosexualidad no existe comoconcepto, en el Occidente cristiano la homosexualidad ha estado fuera deproporción Se le ha visto como la negación de la alteridad de los génerosque se abren a la fecundidad; como una realidad narcisista que niega lossímbolos corporales que expresan las relaciones de Dios con sus criaturas,como un universo de autosatisfacción, incapaz de alteridad y, por lo tanto,de apertura y de fecundidadSin embargo, en ese mismo Occidente, las proporciones se han idoborrando en muchos ámbitos hasta el extremo de querer ahora homologarlos derechos homosexuales con los derechos heterosexualesEsta pérdida de la proporción es hija de las sociedades económicas endonde lentamente el ser humano ha usurpado el lugar de los dioses o deDios Lo que en las sociedades tradicionales implica una arrogancia, unpecado de soberbia (hybris), en las modernas es un estado natural Cada serhumano se ha vuelto la medida del mundo Su derecho está por encima decualquier límite y de cualquier justicia Ha perdido de vista el don de lavida y de la proporción que hay que proteger incluso con la virtud delsacrificio, para dejar sólo en pie la arrogancia sin límites de su propioderechoHasta antes de la era económica y de su máxima expresión, elneoliberalismo y la posmodernidad, la economía estaba “incrustada”,envuelta en un conjunto de “instituciones” no-económicas (religiosas,sociales, políticas) marcadas por la proporcionalidad Sin embargo, afinales del siglo XVIII, con el pensamiento de Adam Smith, la economíase desincrustó y se convirtió en el centro y el valor de la sociedadAdam Smith, siguiendo a su maestro Mandevill, reconocía que losintereses egoístas de los hombres que buscan su propio bien hacenprosperar el bien común Mientras en el orden moral (dice Márquez Muñozal hablar de las sociedades económicas, Ixtus, No 28), es decir, en el ordende la proporción, “los individuos interiorizan el orden social en forma de reglas morales y a cada sujeto y su conducta se les define por referencia ala sociedad entera”, según una regla de igualdad y de justicia, “en el ordeneconómico, cada sujeto y su conducta en la vida social se les define porreferencia a su propio interés y la sociedad se convierte en el mecanismo(‘la mano invisible’, diría Smith) gracias al cual los intereses searmonizan”Esta regla, que funda al mundo contemporáneo y que tiene su expresiónmás clara en la producción (las relaciones en las sociedades tradicionalestienden a una armonía, a una adecuación entre diferentes ámbitos de lavida social; las relaciones en las sociedades económicas no buscanninguna armonía ni ninguna proporción; su valor absoluto es la mayorproductividad, la terrible lógica de las ganancias económicas) ha invadidotodos los ámbitos de la vida humana, incluyendo el géneroY en efecto, en las sociedades tradicionales, como lo señala José MaríaSbert (Más allá de la sociedad económica) “la diferencia entre el hombre yla mujer no estaba sólo entre las piernas, sino en cada paso, en cada gesto,frase sentimiento y fantasía, que eran radicalmente intransferibles, dentrode cada cultura, de un género a otro” Sus ámbitos eran distintos y susrelaciones complementarias Era un mundo dual y armónico; igual y justoen el sentido griego En el mundo económico el género se rompe y lo únicoque queda es el sexo y sus cargas libidinales compitiendo entre sí, un“sexo -como lo ha definido Illich- económico”, en el que el únicofundamento son los mismos quereres y las mismas necesidades Lasociedad económica acaba con las diferencias y la alteridad, coloca en sulugar la homogenización de los usos, de las maneras de hablar, de pensar,de trabajar, de producir y de relacionarse; el puro derecho despoblado dediferencias, un egoísmo sin límites regido por “la mano invisible” En estemundo del sexo económico, los homosexuales, los últimos hijos de AdamSmith, los que se encuentran al final de la cadena de la destrucción de laalteridad, quieren también su sitio Si ya no hay diferencia, si ya no hayámbitos ni géneros, si lo único que existe es el ser humano egoísta y supuro derecho, medida de todo e igual a otros como semejanza humana (nohombre y mujer, sino seres humanos con distinto sexo, ahora condiferentes preferencias sexuales), ¿por qué no reconocerles sus derechos enuna sociedad económica y neutra, encerrada en su propia autosatisfaccióne incapaz de alteridad?La expansión de la sociedad económica ha borrado los matices y lasfronteras e intenta uniformar todo a la medida de la grisura y de las luces de las marquesinas de las urbes, a la medida de su propia uniformidadproductiva y de su egoísmo; ha alterado las percepciones de lo real ypuesto en su lugar una virtual, neutra y homogenizable que no puedecombatirse con exabruptos y anatemas, y que debe enfrentarse conserenidad y clarividencia Es, ciertamente, una realidad que me desagrada yante la cual no tengo respuestas, sino opiniones razonables basadas en mispercepciones sobre lo real y en mi sentido de la proporciónEstamos ante un mundo en el que los límites establecidos por el tabú, laley o la noción de pecado, se han roto y obligan al hombre a operar con laresponsabilidad de su pura libertad, una libertad alienada bajo el peso delvalor económico y de su virtualidad tecnológica Frente a él estamosllamados a redescubrir los límites en los vestigios que nos quedan de laproporcionalidad y a exigirnos la autolimitaciónLa familia heterosexual, con todo y las contradicciones económicas que laatraviesan, es uno de esos vestigios que hay que defender Su realidad, porrazones simbólicas y de naturaleza, es distinta a la del mundo homosexualque debe, a causa de sus diferencias con la heterosexualidad, serreconocido y tratado de diferente manera ¿Cómo? No lo sé En todo caso,sus derechos deben reconocerse dentro de la proporción de sus límites Sisu mundo, no sólo por su naturaleza, sino por el símbolo corporal de susprácticas está cerrado a la fecundidad, debe permanecer ahí, ajeno, incluso,a la adopción Cada persona debe recuperar y aprender la virtud delsufrimiento y de los límites que están inscritos en su naturaleza en aras, nodel misterio que la sociedad económica ha desalojado de sus murallas, sinodel bien común que aún pervive en ella como vestigio del don de la vida ysu misterioAdemás, opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, retirar alEjército de Chiapas y liberar a todos los zapatistas presos.

http://es.scribd.com/doc/65110488/Los-ultimos-hijos-de-Adam-Smith
 
#8
La primer seña de lo que Sicilia pueda pensar de los homosexuales viene con la más famosísisima frase: "tengo amigos homosexuales a quienes quiero, respeto y admiro". de ahí en fuera, nunca había leído tanta estupidez tratando de sonar intelectual, tratando de autojustificarse y disminuir su propia intolerancia desacreditando a los más intolerantes.

Por cierto... me equivoco o están presumiendo que no lo acabaron de leer? eso no es algo como para alardear
 
Arriba