¿Los homosexuales tienen elección?

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Saludos, hace poco leí este artículo en la edición especial de mayo del 2009 de la revista Scientific American Mind; Your Sexual Brain: How It Rules Your Life.
El título original del artículo es Do Gays Have a Choice?, me pareció muy interesante; trata de responder a preguntas como: ¿La homosexualidad es innata?, ¿los homosexuales pueden volverse heterosexuales?, ¿cómo adquirimos nuestra orientación sexual?
La traducción es mía y les agradezco cualquier corrección o sugerencia para hacer más entendible el texto.
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¿Los homosexuales tienen elección?


La ciencia ofrece una respuesta clara y sorprendente a esta pregunta controversial.

Por Robert Epstein.

En una típica mañana de sábado de verano, Matt Avery y su esposa, Sheila (no son sus nombres verdaderos), cocinan el desayuno con sus dos hijos, de cinco y ocho años. Luego organizan toallas, goggles, y flotadores y cargan a la familia en el automóvil para una tarde en la alberca. "Los fines de semana son por completo tiempo familiar," dice Matt.

Matt y Sheila han estado felizmente casados por 11 años. "Ella es mi alma gemela," dice Matt. "No cambiaría mi vida por nada en el mundo."

Pero algunas personas afirman que la vida de Matt se basa en una ilusión, que no es posible que él sea un esposo y padre dedicado. ¿Por qué? Porque Matt solía ser homosexual.

De acuerdo con la National Gay and Lesbian Task Force y por lo menos con algunos expertos, los homosexuales no pueden elegir su orientación sexual. Si un hombre o una mujer nace homosexual, él o ella siempre será homosexual. Ya que Matt fue homosexual durante casi toda su etapa de joven adulto (de los 17 a los 24 años), el razonamiento dicta que, él debe seguir siéndolo. Presionado por una sociedad homofóbica -una sociedad a la que le disgustan y rehúye de los homosexuales- Matt simplemente ha regresado al closet. Los activistas homosexuales favorecen esta perspectiva, al menos en parte, porque los datos obtenidos en encuestas demuestran que las personas son más comprensivas con la causa homosexual, si creen que la orientación sexual es inmutable.

La revelación pública de James McGreevey, quien anunció en una conferencia de prensa en agosto del 2004 su dimisión como gobernador de Nueva Jersey, parece apoyar esta idea. Con su bella esposa al lado, McGreevey reveló que estaba a punto de ser demandado por otro hombre por acoso sexual. Su anuncio sugirió, al menos para algunos, que él siempre había sido homosexual y que sus dos matrimonios y sus dos hijos eran en cierto sentido poco menos que auténticos.

¿Esta perspectiva es digna de crédito? ¿O están en lo correcto los conservadores religiosos al afirmar que la homosexualidad es por completo una cuestión de elección? Abundante evidencia científica provee una respuesta. Resulta que la orientación sexual casi nunca es un asunto en blanco y negro. En lugar de eso, ésta existe sobre un continuo, con ambos, genes y ambiente, determinando donde terminarán las personas.

Proporciones bíblicas.

Es difícil para la mayoría de la gente pensar objetivamente sobre la homosexualidad, en gran parte debido a que los prejuicios contra ella son literalmente de proporciones bíblicas. Según el libro del Levítico, la homosexualidad -al menos cuando es practicada por hombres- está prohibida, y es punible con la muerte. En miles de púlpitos estadounidenses hasta el día de hoy se repiten los viejos mandamientos bíblicos, lo que alimenta el malestar contra la homosexualidad en todas las capas de nuestra sociedad.

Hasta décadas recientes, los prejuicios contra la homosexualidad habían persistido incluso en las profesiones de la salud mental. En la década de 1970 la mayoría de los terapeutas aún sostenían que la homosexualidad era un desorden psicológico, similar a una enfermedad. En la edición de 1968 del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) -la herramienta de diagnóstico indispensable, utilizada por terapeutas- la homosexualidad aparecía en la sección sobre las desviaciones sexuales como un ejemplo de aberración en la que los intereses sexuales están "dirigidos principalmente hacia objetos que no son personas del sexo opuesto."

Fueron principalmente los mismos homosexuales -comprensiblemente cansados de ser vistos como fenómenos de la naturaleza- quienes empezaron a reivindicar la idea de que su orientación no era patológica. Un momento decisivo llegó el 27 de junio de 1969, después de que una redada policial en un bar gay en Greenwich Village en la ciudad de Nueva York provocara un disturbio. Las multitudes continuaron reuniéndose en el lugar por otros cinco días, protestando contra la discriminación y predicando los derechos de los homosexuales. Los ahora llamados disturbios de Stonewall (llamados así por el Stonewall Inn, que estaba en el centro de los enfrentamientos), impulsaron el movimiento moderno de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos e iniciaron un cambio hacia una mayor aceptación cultural de la homosexualidad.

Apenas cuatro años después, en 1973, el comité de nomenclaturas de la American Psychiatric Association (APA) emprendió la revisión de la oscura caracterización de la homosexualidad dada por la psiquiatría. Liderando la carga estaba el psiquiatra Robert L. Spitzer, de la Universidad de Columbia. Como resultado de la recomendación de su comité, el término "homosexualidad" desapareció de la próxima edición del DSM. Sin embargo, esto no resolvió la cuestión. En una encuesta llevada a cabo entre psiquiatras, realizada después de que el liderazgo de la APA votó para hacer el cambio, 37 por ciento dijeron que se oponían al cambio, y algunos acusaron a la APA de "sacrificar los principios científicos" al servicio de los "derechos civiles", en otras palabras, de ceder a la presión.

Cambiando "verdades"

Matt Avery no tenía ninguna duda sobre su orientación cuando, durante su adolescencia, comenzó a ser sexualmente activo. Durante sus estudios universitarios en la década de 1980, trabajó en un bar gay y tuvo cientos de parejas sexuales. También tuvo una relación de cuatro años con un hombre. Matt se consideraba "femenino". "Pesaba 140 libras, tenía las uñas largas, una cola de caballo rubia y llevaba aretes", recuerda. "Yo era un espectáculo para ser visto."

Pero cuando tenía 24 años, su compañero regresó de un retiro de fin de semana con una noticia increíble. Ser gay, dijo su compañero: "no era una verdad" para él. Matt estaba perturbado. "Mi vida entera", dice, "estaba definida por con quién estaba -a quién podría utilizar para compensar mis propias fallas." Después de que terminaron su relación sexual, siguieron siendo compañeros de cuarto y amigos. Pero entonces, dice Matt, "él comenzó a salir con esta mujer." Este cambio fue otro golpe, sobre todo porque Matt seguía viéndose con múltiples hombres en ese momento. Él estaba estremecido, pero también sintió curiosidad. "Un día", recuerda, "Decidí que la homosexualidad podría no ser una verdad para mí tampoco, y tuve una cita con una mujer. Fue bastante buena. "

Luego de dos o tres años se vio involucrado exclusivamente con mujeres. Él hizo el cambio sin terapias y sin la influencia de grupos religiosos. Fue apoyado, dice, por amigos quienes lo ayudaron a lidiar con "cuestiones relacionadas con su padre." Ellos lo ayudaron a aprender a sentirse cómodo con su masculinidad. Matt llegó al punto donde incluso sus fantasías sexuales con hombres desaparecieron. En este aspecto, es probable que se haya vuelto más heterosexual que muchos heterosexuales. Aunque Matt hizo el cambio sin asistencia profesional, otros -a veces bajo una tremenda presión social de los miembros de la familia o grupos religiosos- buscan terapeutas “reparadores” para que les ayuden a ser heterosexuales.

Floyd Godfrey -el mismo, un ex homosexual- ha sido un terapeuta reparador en Arizona por seis años. Su oficina cuenta con cinco trabajadores clínicos, y atienden de 30 a 40 clientes a la semana, muchos de los cuales son hombres luchando para superar sus tendencias homosexuales. Godfrey dice que vienen porque están deprimidos, ansiosos e infelices. "Se sienten fuera de lugar", dice. "Ellos no se sienten como uno de los demás chicos. Cuando las personas sienten que no embonan, eso puede producirles depresión”.

Algunos, dice, son hombres jóvenes cuyos padres fueron abusivos o negligentes. "Su papá nunca estuvo disponible para vincularse con ellos. O a veces la mamá fue controladora o sobreprotectora. La línea de fondo", dice Godfrey, "es que durante la infancia hubo una interrupción del vínculo que normalmente se desarrolla entre padres e hijos“. Una crianza deficiente, afirma Godfrey, a veces puede llevar a atracciones hacia personas del mismo sexo.

Por el momento dejemos de lado la cuestión obvia -si la terapia funciona- y consideremos una cuestión más básica. ¿Por qué se le llama "reparadora"? ¿No presupone este término que la homosexualidad en cierta forma no es válida –que los homosexuales son como lavadoras descompuestas que necesitan ser reparadas? En otras palabras, ¿no es esta terapia un retroceso al antiguo modelo que sostenía que la homosexualidad era una enfermedad, y que Spitzer y sus colegas despacharon hace más de 30 años?

Así parece. Estas nociones profundamente arraigadas afectan incluso la forma en que hablamos sobre la homosexualidad. Incluso el término común "preferencia sexual" refleja un sesgo, sugiriendo que la orientación es por completo una cuestión de elección. En cuanto a la aseveración hecha por Godfrey y otros de que la homosexualidad es el resultado una mala crianza, simplemente no hay evidencia científica legítima que la respalde. Si bien es cierto que algunos homosexuales tuvieron malas relaciones con sus padres cuando estaban creciendo, es imposible decir si los padres produjeron tendencias homosexuales en sus hijos al rechazarlos o, por el contrario, si algunos padres simplemente tienden a rehuir de niños que desde el principio son afeminados.

En cuanto a la eficacia de la terapia reparadora -denominada por algunos, terapia de reorientación- estudios iniciales como uno pequeño publicado en 2002 por los psicólogos de Nueva York Ariel Shidlo y Schroeder Michael sugieren que dicha terapia funciona pobremente o sólo ocasionalmente.

Sin embargo, en un estudio importante publicado en la revista Archives of Sexual Behavior, en octubre de 2003, Spitzer entrevistó a 200 hombres y mujeres que alguna vez se consideraron homosexuales, pero que habían vivido su vida como heterosexuales durante al menos cinco años. La mayoría de los participantes se habían sometido a algún tipo de terapia de reorientación. Además de determinar si dicha terapia realmente funcionaba, Spitzer quiso conocer que tan dramáticamente la gente puede alterar su orientación. Para su sorpresa, la mayoría de sus sujetos de estudio no sólo reportaron estar viviendo por mucho tiempo (más de 10 años) como heterosexuales, también declararon haber experimentado "cambios en la atracción, las fantasías y el deseo sexual" consistentes con la heterosexualidad. Los cambios fueron claros para ambos sexos.

No todos los que pretenden cambiar su orientación sexual tienen éxito, sin embargo. ¿Cómo podemos entender esta dinámica -por qué mucha gente quiere cambiar, por qué algunos pueden, y por qué algunos parecen ser incapaces de hacerlo?

La continuidad domina

En el corazón de la polémica sobre la homosexualidad se encuentran unos objetos microscópicos: las hebras de proteínas que construyen nuestros genes. Dos cuestiones genéticas son relevantes para nuestra comprensión de la homosexualidad. Primero, ¿los genes juegan algún rol en la orientación sexual? Y segundo, si los genes ayudan a determinar la orientación, ¿realmente crean dos tipos distintos de orientación -homosexual y heterosexual, como la mayoría de la gente cree- o crean un continuo de orientaciones?

Diversos estudios sugieren que los genes juegan al menos algún rol en la homosexualidad. Aunque ningún estudio es por completo concluyente, los estudios realizados en gemelos criados juntos, gemelos criados separados y en árboles genealógicos sugieren -al menos para los hombres- que mientras más genes se compartan con un pariente homosexual, habrá mayor probabilidad de ser homosexual- el sello distintivo de una característica genética. Pero lo más interesante para nuestros propósitos es la cuestión de un continuo. A veces, como con el color de los ojos, los genes crean características discretas. Pero con muchos atributos, como la altura y el ancho de la cabeza, los genes crean continuidades. Mientras que la mayoría de la gente cree que "heterosexual" y "homosexual" son categorías discretas, existe una fuerte evidencia de que no lo son, y este hecho tiene importantes implicaciones para la manera de entender las diferentes controversias que rodean a la homosexualidad.

Desde finales de la década de 1940, cuando el biólogo Alfred Kinsey publicó sus extensos informes sobre las prácticas sexuales en los Estados Unidos, ha quedado claro, como Kinsey lo dejó, que las personas "no representan dos poblaciones diferenciadas, heterosexuales y homosexuales.... El mundo viviente es un continuo en todos y cada uno de sus aspectos." Una declaración reciente de la APA, la American Academy of Pediatrics y otras ocho organizaciones nacionales concuerdan en que la "orientación sexual cae a lo largo de un continuo." En otras palabras, que la atracción sexual no es una cuestión en blanco y negro, y las etiquetas "heterosexual" y "homosexual" no capturan sus complejidades.

Por obvias razones evolutivas, la mayoría de las personas están fuertemente inclinadas a preferir compañeros del sexo opuesto, ya que estas relaciones producen niños que continúan la raza humana. Pero unos pocos -probablemente entre el 3 y el 7 por ciento de la población- se sienten atraídos exclusivamente hacia personas del mismo sexo, y muchos están en el medio. Si los genes de una persona la ubican hacia un extremo de lo que yo llamo el Continuo de la Orientación Sexual, él o ella casi seguramente nunca podrá convertirse en homosexual Si los genes ubican a la persona en el otro extremo de la curva, él o ella casi seguramente nunca podrá convertirse en heterosexual -o al menos no en un heterosexual feliz. Pero si un individuo está en algún punto intermedio, el ambiente puede ser una influencia mayor, especialmente cuando la persona es joven. Ya que la sociedad favorece fuertemente la vida heterosexual, en la vasta mayoría de los casos el corrimiento será hacia la heterosexualidad.



La curva hipotética del autor, una extrapolación teórica de datos estadísticos, muestra como está distribuida la orientación sexual en una gran población. La orientación sexual yace sobre un continuo: no son estados de todo o nada.


La forma en la que la sexualidad se desarrolla es muy similar al proceso por el cual las personas se vuelven zurdas o diestras. Puede parecer contrario al sentido común, pero los estudios científicos sugieren que los genes juegan un papel relativamente pequeño en la preferencia manual; su heredabilidad -un estimado de qué proporción de la variabilidad de un rasgo puede ser explicada por los genes- es de sólo alrededor de 0,32, en comparación con, digamos, un 0,84 de la altura y un 0,95 de la anchura de la de la cabeza. Entonces, ¿por qué más del 90 por ciento de la población es diestra? Porque el “empuje” cultural está funcionando de nuevo. Influencias sutiles y no tan sutiles hacen que los niños favorezcan a su mano derecha, y la flexibilidad que probablemente tenían cuando eran jóvenes simplemente se pierde a medida que crecen. A pesar de que todavía pueden usar la mano izquierda, su preferencia manual se vuelve tan bien establecida que encontrarían difícil, si no imposible, volverse zurdos.

Estudios preliminares realizados por el psicólogo J. Michael Bailey, de la Northwestern University, Michael King, del University College de Londres y otros sugieren que la heredabilidad de la homosexualidad no es mucho mayor que la de la preferencia manual, quizás en el rango de 0,25 a 0,50, más o menos, para los hombres y un poco menor para las mujeres. Este hallazgo plantea una interesante pregunta: Si la gente fuera criada en una cultura de verdadera orientación neutral, ¿qué orientación sexual expresarían? Aunque es poco probable que la mitad de nosotros acabáramos siendo homosexuales, sin la presión social, es evidente que una proporción mucho mayor de la población expresaría homosexualidad que lo que vemos ahora.

La elección de Matt

En cuanto a Matt, es probable que él, como la mayoría o todas las personas que cambian de orientación sexual, no estuviera desde el principio, cerca de un extremo del continuo. No es razonable decir que él ha sido devuelto a un estado "natural", sin embargo, con fuerte apoyo social, simplemente ha escogido un nuevo camino para sí mismo, uno que sus genes hicieron posible, pero que casi con seguridad no es posible para todas las personas homosexuales. Algún día, yo sospecho que la investigación psicobiológica nos permitirá encontrar correlaciones físicas precisas de la orientación sexual: genes, estructuras neuronales o quizás características físicas más sutiles. Pero ningún avance científico resolverá completamente las cuestiones morales y filosóficas que plantea la conversión de Matt.

¿Los homosexuales tienen elección? Debido a las enormes presiones que nos empujan a todos hacia el extremo heterosexual del continuo de orientación sexual desde el momento en que somos muy jóvenes, es razonable asumir que la mayoría de las personas que actualmente viven como homosexuales estaban probablemente, desde el principio, cerca del extremo homosexual del continuo, en otras palabras, que probablemente tienen fuertes tendencias genéticas hacia la homosexualidad. Aunque la evidencia es clara de que algunos homosexuales pueden cambiar su orientación sexual, la vasta mayoría probablemente no pueda hacerlo -o al menos no cómodamente. Si usted lo duda -y asumiendo que usted es diestro- trate de comer con su mano izquierda durante un día o dos, y buena suerte con su sopa.
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Pueden leer el artículo en inglés en la página del autor:
Do Gays Have a Choice?
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