Esto es lo que pasa cuando alguien entra en la sala de resonancia magnética con una silla de ruedas
Un hospital británico se enfrenta a una factura de casi 25.000 € por la reparación de los daños causados por una silla de ruedas, que fue arrastrada por los potentes imanes de una máquina de resonancia magnética hasta prácticamente succionarla. Se cree que una enfermera metió la silla de metal en la sala para recoger a un paciente, a pesar de las señales de advertencia de no entrar con este tipo de objetos.
Nada más introducirla, la silla comenzó a rodar misteriosamente por la sala, para a continuación acelerarse y salir disparada hasta estrellarse contra el escáner, en el que un estupefacto paciente había permanecido momentos antes.
El paciente y el radiólogo, que estaban en la habitación en el momento, resultaron ilesos; aunque podría haber ocurrido una doble fatalidad, ya que la fuerza de los imanes de estas máquinas es tan grande que no hubieran tenido la oportunidad de salir de la trayectoria de la silla voladora.
El incidente ocurrió el pasado 28 de febrero en el Hospital General de Southampton, en Hampshire (U.K.), que ha tenido que poner el escáner de resonancia magnética fuera de servicio durante los dos días que ha durado su reparación.
Los jefes del hospital han culpado a la enfermera despistada del “error humano” y han iniciado una investigación para asegurarse de que algo así no vuelva a ocurrir, mientras tachan de “auténtico milagro” que nadie saliera lastimado (salvo la nómina de la enfermera, parece ser).
Sin embargo, también existe una investigación interna en marcha para determinar cómo pudo estar el escáner magnetizado sin el paciente dentro de la máquina o si pudo fallar el cerrojo de seguridad de la puerta.
Los diagnósticos por resonancia magnética (IRM) usan un gran imán y ondas de radio para observar órganos y estructuras que se encuentran dentro del cuerpo y son muy útiles para examinar el cerebro, la médula espinal o el corazón.
El paciente se introduce dentro del campo magnético creado por un gran imán y mediante la aplicación de determinados estímulos se consigue la “resonancia” de los núcleos de sus átomos, recogiendo la energía liberada en forma de señal que tratada adecuadamente se transforma en imagen tomográfica.
Sin embargo, el imán principal de una resonancia magnética no es un electroimán normal que pueda desactivarse en caso de emergencia, ya que la corriente de la bobina circula a través de un superconductor y es un sistema más complicado de detener.
Por eso todos los pacientes que se someten a estas pruebas deben asegurar a los facultativos que no tiene piezas de metal en su cuerpo por lesiones de bala o metralla; o si tienen algún dispositivo electrónico implantado, como un marcapasos cardíaco.
También deben avisar si uno es soldador o trabajador en una fundición de acero, pues los mínimos trozos de metal (como el manganeso) que estos profesionales acumulan en sus órganos puede producir un desastre en el cuerpo de Magneto y muy señor mío.
Y entonces es muy posible que no sea necesaria una silla de ruedas para sacar al paciente de la sala: bastará con un bonito ataúd.
Vía The Daily Echo
Foto: xmb.stuffucanuse.com