Leyendas de mi Chiapas: El Salvaje

Pixocatl

Bovino Milenario
#1
Introducción

Hace años, después de caminar media hora en una zona escasa de vida, cruzar dos ríos, un camino selvático y un cerro, para visitar a mis bisabuelos, tuve mi primer contacto con la leyenda del Salvaje. En aquellos caseríos, cercanos a la selva, las historias de seres fantasticos rondaban. Entre ellas un ser tan terrorífico y respetado por todos, que su nombre causaba temor en los habitantes. La segunda ocasión sería en los libros de Colibrí, por aquí anda un aporte de Cuento de un Chaneque, más o menos de esa edición. En esta ocasión entendería mejor su historia para finalmente combinarlo con otras historias familiares y un libro de Leyendas Mexicanas. Sin más preámbulos, comencemos.

El SALVAJE

Adéntrate a lo profundo de la selva, a lo desconocido, allá donde la naturaleza impera y encontraras al Salvaje. Ser de aspecto monstruoso, gigante que con su rugido puede paralizar el corazón más valiente y en sus voraces fauces, engullir al más corpulento hombre.

El Salvaje es un ser conocido en el norte del estado de Chiapas, su origen posiblemente proceda en la leyenda del Che Uinic Maya o sea solo un vinculo con este gigante, lo cierto es que muchos indígenas Tzunipung (Zoques) del norte, todavía creen en él y que su origen inicial es desconocido.

Características

Sus características hacen de él un ser imponente, es corpulento, tan alto como tres hombres, aunque algunos aseguran que puede ser más grande; es peludo y tiene el vientre abierto, razón por la que puedes ver sus órganos latir; lo más característico pero que misteriosamente siempre tardas en ver, son sus pies al revés. Por su extraña anatomía, el salvaje no puede agacharse, no puede recoger nada de lo que se le cae, y tampoco puede levantarse por sí mismo.

Otra singularidad que se le atribuye, es que puede adquirir la forma de un humano, lo único que no puede cambiar son sus pies al revés; de esta forma le es más fácil engañar al hombre y perderlo para finalmente devorarlo.

Se dice que el Salvaje, habita en lo más profundo de la selva, las balas no pueden herirlo, solo la audacia, la magia y un arma filosa son capaz de provocarle el golpe mortal. Aun así no es bueno lastimarlo, ya que es pieza clave de la naturaleza.




Leyenda

A continuación les comparto la leyenda más antigua, que conozco, del salvaje. Después de leer esta leyenda, en distintas versiones, por la estima que le tengo a este personaje decidí crear una variación, espero que sea de su agrado, a aquellos que quieran leer la historia de manera escueta, de un párrafo, pueden hacerlo en el siguiente enlace. Esta es la primera parte de la leyenda del Salvaje.

I: Decisión


-¡Yo puedo hacerlo, yo puedo matar al salvaje! –Alzó la voz el hombre del fondo, e inmediatamente la plaza del pueblo mayor, paso del silencio a las risas burlonas.

-¡Silencio! -Exigió el orador. Y con furia, pero sin perder porte, se dirigió a aquel extraño–. Señor, no sea insolente, todavía no he llegado a ese punto.

-Pero todo lo que está leyendo son problemas que nos ha provocado el Salvaje –Replicó el extraño, acercándose al orador-. Mejor hablemos de quien puede eliminarlo, a eso vine y si la recompensa es la que dicen, ¡yo matare al monstruo!

-¡Un indio no puede matar al salvaje!- Gritó exaltado el orador-. No puedes tener éxito cuando tantos han fracasado –E inmediatamente le mostro un amplio pliego, donde se especificaban los nombres de aquellos que habían muerto a manos del salvaje-. Pero supongamos que lo logras, la recompensa es la que se ha dicho y es más, si traes la cabeza del salvaje al pueblo ¡te la duplico! -El hombre no habló más, se alejo del tumulto entre risas y abucheos, retirándose del pueblo por la senda principal, finalmente se perdería en una vereda que llevaba a una montaña cercana.

El extraño se llamaba Esteban, era un hombre de estatura media, moreno, de rasgos indígenas por donde le buscaras; llevaba puesto ropa de manta, su machete colgado a un cinto en el costado derecho y su pumpo en el izquierdo; algunas bolsitas de tela que se tambaleaban cerca de este último; una guitarra en la espalda, y encima una manta amarrada a su cuello en forma de hamaca, con distintas provisiones.

Se encamino a uno de los cerros cercanos, y subió hasta la entrada de una cueva. Tal y como le enseñaron sus antepasados, entregó sus tributos al Dueño del cerro y se encomendó con fervor. Estuvo hincado por horas, rezando en lengua y con los ojos cerrados, hasta la llegada del atardecer, en ese momento el viento trajo un aroma agradable, el ambiente se volvió tranquilo y el tiempo se detuvo como en un sueño.

-¿Para que la guitarra? –Preguntó Esteban sin abrir los ojos.

-Porque es la única forma de defenderse contra el salvaje –Contestó un hombre anciano, que había aparecido de la nada y se encontraba sentando frente a Esteban.

-Prefiero el filo de mi machete y las balas de mi vieja carabina, en vez de un molesto pedazo de madera –Replicó Esteban con una expresión molesta. El aciano sonrió por la ingenuidad de Estaban, con calma tomó una pipa que le había entregado como tributo, aspiró de ella y como por magia, la hierba dentro de esta se quemó, luego soltando una bocanada de aire, habló con calma.

-No Esteban, te equivocas, su debilidad es la música, las armas no pueden herirlo. En verdad te metes con algo muy complejo, te recomiendo por tu bien desistir tu búsqueda.

-Lo siento, pero su destino ya está sellado, tengo que matarlo –Interrumpió Esteban.

-Como desees mi joven amigo, te protegeré pero tienes que entender que no puedo ayudarte a matarlo. El Salvaje es parte del equilibrio de la naturaleza y yo soy su protector -El anciano cambió su expresión por una más preocupada y continuó su advertencia -Si le matas, los otros Dueños te perseguirán, bien sabes lo que puede hacer nuestra ira. Ahora tengo que irme, este viejo tiene que hacer otras cosas -.Y antes siquiera de que Esteban abriera los ojos, el anciano ya se había ido. Un fuerte olor a monte quemado inundaba el aire y los objetos entregados en tributo habían desaparecido, el sonido de la naturaleza volvía a su normalidad. Esteban se levanto en silencio e hizo una última reverencia antes de volver a su travesía.


II: Enfrentamiento

No sabía cómo lo había encontrado, los papeles se invertían, el cazador se volvía la presa y viceversa. En su pensamiento, rondaban las advertencias del Dueño y los sollozos de su mujer, una joven esposa que pronto quedaría viuda. Después de semanas de búsqueda, el Salvaje se encontraba frente a Esteban, con curiosidad lo empujaba con su monstruoso dedo, verificando que estuviera muerto.

Esteban había seguido los disparos de aquellos cazadores que se le adelantaron, rastreaba el olor a pólvora, la sangre o miembros humanos de quienes habían fallado. Cansado finalmente, se alejó de las pisadas del Salvaje a una zona donde lograra dormir, lo que no sabía es que alejarse de aquel infernal ser, significaba acercarse. En su confiada “seguridad” se interno en un cerro y se dispuso a dormir, solo para despertar frente al ser que había jurado matar.

Analizó su situación, el machete lo llevaba a un costado y la carabina cargada con un disparo a unos cuantos pasos, estaba seguro de que valía la pena el riesgo por un tiro tan cerca. Cuando el Salvaje se distrajo husmeando en los suministros, Esteban dio un increíble salto hacia la carabina, tomó el arma y con excelente puntería disparo a la cabeza del monstruo. El sonido seco del disparo asustó a una parvada de pájaros, el olor a pólvora se asentó en el ambiente, aquella bala desgarró el aire e impactó en la frente de un sorprendido Salvaje que parecía sucumbir a la muerte. Error, cualquier otro ser vivo hubiera muerto inmediatamente, pero aquello no era normal, seguía vivo.

No hubo un segundo para la duda, estaba allí para matarlo. Esteban tiró la carabina al ver que su enemigo se incorporaba, desenfundó el machete y cargado de adrenalina, lanzó un golpe seco en vertical, el arma impactó contra el brazo, pero no hubo herida, un golpe más a la pierna que parecía hundirse en la carne, nada. Las historias decían la verdad, el Salvaje era indestructible.

Los ojos de la bestia brillaban en furia, de sus fauces salió en forma de sonido, el terror de todo aquel que se interna en la selva, un rugido que enmudeció a la naturaleza. Esteban intentó correr, pero no podía, muy tarde, cerró los ojos y recibió un golpe en el pecho que lo lanzo por los aires, le arrebató el aliento, una o dos costillas y por poco la vida.

Había volado unos cuantos metros y rodado por una ladera; se sentía aturdido, herido, respiraba con dificultad y tenía algo de sangre en la boca, curiosamente en todo su trayecto no había soltado el machete. Aun con ese fuerte golpe no perdió la esperanza, se arrastró en la hierba para esconderse entre el follaje selvático, cosa que no servía de mucho pues el Salvaje empujaba los arboles como si de un minúsculo obstáculo se tratara.

“La guitarra” recordó, “tengo que ir por ella” y con su corazón bombeando al máximo, olvidó el dolor, tomó una de las bolsitas que llevaba; aquella que usó su padre contra un nahual, la que contenía pimienta, ajo, sal y canela molida, salió de su escondite y la aventó al rostro del salvaje, aquello funciono, ya que el monstruo estalló en estornudos y confusión.

Estaban alcanzó la guitarra y corrió sin destino seguro, aunque llevaba ventaja, el Salvaje se había repuesto y seguía sus pasos. Salió a un espacio abierto, sin pensarlo y tranquilizándose, se sentó en una piedra y comenzó a tocar las mejores melodías que conocía. Cuando llegó el Salvaje olvidó la persecución, embelesado por el sonido estalló en risas, y bailó al compás de la música. A medida que Esteban tocaba canciones más alegres, las carcajadas del Salvaje eran más intensas, hasta que sometido por la alegría cayó al suelo y aunque intentó pararse nuevamente, por su fisionomía eso era imposible.

Esteban no lo dudó, con dificultad sacó otra bolsa y bañó con un preparado la hoja de su machete, se acercó cantando hasta colocarse cerca de la cabeza del Salvaje, paró la música, el ser volvía a recobrarse.

-Maldito, ese golpe me dolió -le dijo mirándolo a los ojos. Con saña soltó un machetazo directo al cuello, en esta ocasión hubo herida, el Salvaje soltó su primer y último grito de dolor, finalmente murió.

Dos golpes más, fueron necesarios para cortar la cabeza del tan temido Salvaje, parecía que aquello había terminado, cuando un aire helado apareció de repente, el cielo se encapotó llenado el espacio de una tétrica oscuridad; una enorme tristeza invadió el ambiente y múltiples voces inentendibles se dejaron escuchar. Esteban palideció, a lo lejos se veían personas cabalgando hacia su posición, pero aquello no eran caballos, eran venados con llamas en la cabeza, con la poca energía que le quedaba, corrió de aquellos jinetes. Dio apenas unos cuantos pasos, cuando el tiempo se detuvo como en un sueño y una voz conocida susurró despacio.

-¿Qué has hecho Esteban? Corre, que vienen por ti los otros Dueños. Te protegeré el tiempo que pueda- Y como en un sueño, Esteban apareció en el lugar donde lo había encontrado el Salvaje. Envolvió la cabeza en su manta de suministros, recogió algunas de sus cosas y corrió de regreso al pueblo.




Información
Investigación Personal
Coleccionista de Leyendas

Leyenda
1ra Parte / Basado en la Leyenda Colonial del Salvaje
Autor: Pixocatl

Imagenes
Animales Fántasticos y más Leyendas: Colibrí


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Mas Relatos
 

Riedel7

Bovino maduro
#3
Como tú, leí también esta leyenda en el Colibrí, pero que buena versión traes hermano, no he escuchado otra, pues soy de Veracruz y aquí esa leyenda no es contada frecuentemente, gracias por compartir!
 

Pixocatl

Bovino Milenario
#4
Como tú, leí también esta leyenda en el Colibrí, pero que buena versión traes hermano, no he escuchado otra, pues soy de Veracruz y aquí esa leyenda no es contada frecuentemente, gracias por compartir!
jejeje que loco, era la neta el Colibrí. Bueno aca en Chiapas se cuenta, pero tienes que ir a lugares muy metidos a la naturaleza. Alli te hablan de su rugido y de su aparencia en forma de humano, pocos te hablan de su aparencia monstruosa ya que sería lo último que verías. Me parece que en Veracruz, una leyenda similar es la de los Chilobos, en algun libro afirmaban que eran lo mismo, pero sus características son diferentes.

Que bueno que les gustó compañeros, denme chance y terminó el relato de manera completa.
 

Pixocatl

Bovino Milenario
#6
No sera el yeti???? Pues k chido algo muy extenso no muy me gusta leer. Pero creo que bale la pena...
Si hay por así decirlo, una "familia" de este tipo de seres, es posible que pertenezca a ese vinculo. Pero aun así este monstruo esta muy denso, mira que tener el vientre abierto y verle los organos, aparte de los pies al reves y cambiar la forma, creo que me quedo con este terror mexicano. Saludos y que bueno que te gustó.
 

euszko

Bovino Milenario
#11
Excelente relato!!! También soy de Chiapas, pero actualmente vivo en Tabasco. Siempre es muy agradable recordar el terruño...Gracias amigo, saludos.
 

Pixocatl

Bovino Milenario
#13
Excelente relato!!! También soy de Chiapas, pero actualmente vivo en Tabasco. Siempre es muy agradable recordar el terruño...Gracias amigo, saludos.
Que genial, muchos familiares viven en Tabasco y voy muy seguido a este estado. Que bueno que te gustó la leyenda. Saludos.
 
#16
Soy de chiapas ya habia escuchado la historia, mis abuelos me la contaron y una tia la gente de por haya cree que los relatos son ciertos yo le encuentro paresido a las historias de pie grande, gracias por compartir.
saludos
 
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