La noche de Halloween...

#1
LA NOCHE DE HALLOWEEN.


Esto que les voy a contar sucedió hace casi 12 años, yo tenía en aquel entonces 13 años de edad y cursaba el tercer grado de secundaria, el día de “Halloween” la escuela a la que asistían varios amigos míos había rentado por unas horas una discoteca y se anunció con días de anticipación que ese día se daría una fiesta por motivos de la fecha, ya saben, las típicas fiestecitas de secundaria: sin alcohol y que comienzan a las 9 p.m. y terminan a más tardar a medianoche; mis amigos me llamaron y me invitaron a dicha disco y, después de pedir permiso y dinero a mis papás, me fui con ellos.


El asunto allí estuvo de lo más normal, música a todo volúmen, harto refresco, bailamos y el clásico ligue de niño de secundaria que nunca llega a nada o cuando mucho a un beso (en aquellos tiempos claro está, ahora son otro rollo los chamaquitos) y pues en fin que dieron las 12 de la noche y nos dispusimos a irnos, uno de mis amigos traía el “vochito” de su papá, un automóvil ya viejito, tardaba para encender y a veces sólo al empujón, hacía mucho ruido el motor e incluso en lugar de vidrio trasero traía un hule sellado con “cinta canela” pero nosotros traíamos carro, éramos dos los que veníamos con él, cada uno con su respectiva pareja y él se ofreció a llevarnos en el carro a dar una vuelta antes de irnos a nuestras casas, no sé cómo pero seis personas nos metimos en el “vochito” y después de una breve discusión decidimos ir a la playa, vivo en un puerto del Estado de Veracruz y la playa queda a 10 minutos del centro de la ciudad, así que, después de unos minutos de batallar con el auto para que arrancara, partimos para allá.


Llegamos, detuvimos el auto a escasos 20 metros de la orilla del mar, nos bajamos y cada uno de nosotros comenzó a platicar con su chava, la noche era hermosa, había una luna muy bonita y no hacía frío ni calor, soplaba un viento muy apacible y el ruido del mar arrullaba a nuestras nenas en el respectivo hombro de cada uno de nosotros pero de pronto una de ellas vio a lo lejos, como a 100 metros de distancia, una pequeñita flama, era una fogata y nosotros pensamos que serían personas acampando, cosa común en las playas, una de ellas quiso que nos acercáramos pues, después de observarlos y ponerles atención a quienes tenían la fogata encendida, nos percatamos que parecía que bailaban alrededor de ella por lo que echamos a andar el auto y nos acercamos unos 50 metros, cuál sería nuestra sorpresa cuando vimos que, en efecto, había una fogata y había gente bailando alrededor, portaban unas túnicas parecidas a las que usan los monjes pero en color negro, danzaban al ritmo de dos tambores que eran tocados por otros dos “monjes negros” que estaban un poco más atrás del círculo de danzantes, un poco más atrás de ellos había otras tres personas vestidas de negro, no portaban túnicas, vestían "de civil" y estaban como montando guardia.


A nosotros nos extrañó demasiado pero jamás pensamos que fuera un ritual satánico o algo por el estilo, bueno hasta ese momento todavía no caíamos en la cuenta de que podría tratarse de eso; a lado de ellos había dos autos estacionados, las tres personas que “montaban guardia” se percataron de nuestra presencia y levantaron algo (como armas largas) de la arena e inmediatamente se subieron a los carros, dos en uno de los carros y en el otro carro obviamente sólo uno y arrancaron en dirección a nosotros, tardamos en reaccionar, pues como les digo, hasta ese momento aún no nos habíamos dado cuenta de que lo que hacían era algo malo y que no les agradaba que los viéramos:


-¡Vámonos! ¡Vámonos!- gritó una de las chavas.

Inmediatamente todos reaccionamos y corrimos al interior del “vochito” pero al hacer eso yo choqué con Armando (mi amigo, el que traía el auto de su papá) y a él se le cayeron las llaves, en aquellos tiempos (1998) los estudiantes no traíamos nada de celulares ni nada por el estilo que pudiera aluzarnos un poco, eso incrementó el nerviosismo de las chavas:

-¡Búsquenlas rápido!, ¡Búsquenlas rápido!- gritaban las chavas una y otra vez.
-¡Eso hacemos, súbanse al carro, súbanse!- contestamos, mientras revolvíamos la arena con las manos.


Los carros venían ya muy cerca y fue entonces que Armando encontró las llaves, nos subimos rápidamente al carro y ¡no quería arrancar! (Sé que suena como de película de terror chafa pero juro que eso pasó) después de unos segundos, no sé cuántos pero para mí fueron muchos, arrancó el maldito “vochito” y emprendimos la huída, al llegar al pavimento Armando aumentó la velocidad y eso sí, el “vochito” sí que corría, volteamos para ver si aún nos seguían y sí, venían tras de nosotros los dos autos, el copiloto del auto que venía más cercano a nosotros sacó medio cuerpo por la ventanilla y nos apuntó con algo, no sé si era un arma pero si no lo era al menos sí logró asustarnos aún más con la idea de que nos dispararía, pocos metros más adelante nos envolvió una densa neblina, típica de estos rumbos, aún así Armando no bajó la velocidad, de nuestros perseguidores sólo alcanzábamos a ver muy tenuemente sus luces:


-En donde veas una patrulla de policía te paras güey- Le dije a Armando, pero como de costumbre, cuando más los necesitas no los encuentras por ningún lado a los “polis”.


Llegamos al centro de la ciudad y rápidamente Armando emprendió el camino hacia su casa, llegamos, nos estacionamos frente a su casa y de inmediato salí a tocarle la puerta a sus papás para que nos abrieran mientras las chavas les gritaban para que salieran, los papás de él salieron de inmediato y entramos corriendo a la casa (ellos dicen que estábamos demasiado pálidos) y después de reponernos del susto les contamos lo que habíamos vivído y recibímos un buen regaño, no sé en qué momento dejaron de seguirnos pero ese día nos quedamos en casa de Armando todos, no sin antes llamar cada quien a sus padres y contarles lo sucedido, las chavas se quedaron en el cuarto de él y nosotros en la sala (por aquello de las calenturas).


Nunca supimos quiénes eran los que nos persiguieron, ahora que ya estoy más grande he ido en compañía otros amigos en esas fechas a la playa, al mismo lugar, a la misma hora y no los he vuelto a ver, pero de que en aquella ocasión me causaron un gran susto, de eso no hay ninguna duda.


Espero y les haya gustado y de antemano les agradezco si es que tienen a bien dejar su comentario.
 

JamesBMx

Bovino maduro
#2
Muy interesante la historia, puerto de Veracruz y la playa a diez minutos??? son Varios lo que me intriga es la neblina, será Tuxpan?
 

JamesBMx

Bovino maduro
#6
Pues me intrigaba por que dudaba si era Tuxpan, pero ya que me lo confirmas, pues queda todo claro, si tenemos madrugadas brumosas acá por el norte del estado, soy de PR.
 

Cynx

Bovino maduro
#13
apenas te salvaste quien sabe que hacian esas personas pero no creo que los fueran a llevar a sus casas :S buena historia hasta yo me desespere con el "vochito" que no arrancaba jaja (aunque si estubo muy de pelicula de terror chafa) pero que bueno que estan bien
 
#14
Buena info!

Otro suertudo que se escapa.. la curiosidad mato al gato, dicen.

Te recomiendo que leas:

http://davidicke.forospanish.com/Sa...-los-millones-de-ninos-que-se-pierden-h23.htm

Te salvaste por un pelito de rana calva jejejejejeje
Bastante interesante esa info mi hermano y pues sí, me salvé junto con mis amigos de aquella por que quién sabe qué intención traían aquellos güeyes...

Agradezco tu comentario, así como el de todos los demás bakunos que han tenido a bien pasar a leer mi relato.

La verdad sí parece guión de película de terror chafa e inclusive cuando se las cuento a mis actuales amistades me mandan por un tubo pero fue real, yo lo viví y vi a esos tipos y la verdad es que me asustaron bastante, tanto que como en un año no volví a salir de noche.
 
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