La leyenda de la XTABAY Y SUJUY MUNYAL

Payoraptor

Bovino de alcurnia
#1
Este es un relato de las tantas leyendas que giran en torno a la enigmática X'tabay que "recorre" la tierra del Mayab.
En cuanto consiga un librito por allá, les traeré más. :)
Saludos.

El canto del Puhuy estremece el alma de los viajeros, porque dicen que presagia muerte u otro tipo de infortunios. Alguno aseguran que previene de peligros, especialmente a los caminantes que regresan a sus hogares.

Hace siglos, cuando aún los hombres blancos no llegaban a las tierras del Mayab, Ah Kusaán Ich, príncipe maya y, de acuerdo a la vieja filosofía, un Halach Huinik ("Hombre verdadero", gobernante dentro de la teocracia militar). Ag Kusaán vivió en chichen itzá, era buen cazador y estaba enamorado de Sujuy Munyal, quien le correspondía en sus amores por lo que, después del consentimiento de ambas familias, programaron su boda para la primavera ("el hermoso tiempo de Moan" y que equivalía al fianl de marzo y principios de abril).
Segun la costumbre, el novio debía de acudir al santuario de Izamal, para llevar una ofrenda al dios Kinich K´admó . Partió pues el príncipe y realizó la ofrenda, como ésta se consumiera de inmediato el novio entendió que la boda era aceptada por la divinidad. Anunció el regreso de inmediato a los hombres que le acompañaban y así emprendieron el camino. La distancia era larga y peligrosa a través del tupido monte pero el valiente príncipe no le importó, pues tenía en la mente la imagen de su amada.
Una noche, yendo de camino, Ah Kusaán Ich vio pasar un hermoso venado. Al enfrentar la vista , las pupilas del animal le lanzaron un reto, él, como cazador, sintió que la sangre le hervía, por lo que reunió a sus hombres y, organizando una partida de caza. Los ayudantes se dispersaron y Ah kusaán se fue alejando del camino, pendiente siempre del sonido de los caracoles y los gritos de su séquito. Pero el venado aparecía y desaparecía desde diversos puntos, por lo que Ah Kusaán se fue alejando tanto que, en un momento, se encontraba perdido entre la maleza. Descubriendo un lugar limpio de árboles decide sentarse a descansar antes de emprender el camino de regreso. De repente, atrás de él, escuchó un murmullo agradable y volviendo la cabeza se encontró con la figura de una mujer que le sonreía detrás de una ceiba. No pudiendo resistir el poder de Xtabay -que de ella se trataba- se acercó dejándose seducir por la mujer.

Mientras tanto los cazadores, que ya habían dado muerte al venado, se reunieron y dándose cuenta de la desaparición de su jefe, regresaron a Chichen Itzá pensando que AH Kusaán había desistido de la persecución del animal y que, debido al deseo de ver pronto a su amada se les había adelantado. Al regresar a Chichen Itzá y darse cuenta que Ah Kusaán no estaba ahí, regresaron a buscarle, encontrándolo muerto al pie de la ceiba preferida de Xtabay.

Grande fue el dolor y la decepción de Sujuy Munyal y, dolida, fue incluso a reclamarle a Hunab Kuh (dueño de los destinos) por haber dejado que esto ocurriera. El Dios le contestó: "Sólo los dioses conocen el porvenir de los hombres. Ellos planean, proyectan como si fueran dueños del futuro, pero los designios divinos no se pueden cambiar). Desconsolada, Sujuy Munyal fue a pedir una dispensa para enterrar el cadáver de su amado, pues en esa época al que rompía la promesa de matrimonio no podía sepultarse en tierra buena, sino que debía de ser abandonado en el bosque. Ofreciéndose a consagrarse al templo, obtuvo la dispensa y, con ello, un funeral y sepultura honorable para su amado: el cuerpo fue sahumado y arrojado al cenote sagrado y , al término de la ceremonia, Sujuy Munyal desapareció de Chichen Itzá.

Por muchos años recorrió los caminos, librando a los hombres del poder de la Xtabay. Los dioses la amaban y le conservaron la juventud y belleza para , así, poder derrotar a la maligna hechicera. Pero cuentan que Xtabay la acorraló en la misma ceiba donde murió su amado y, clavándole una espina de maguey en el corazón, le dió muerte. Sólo encontraron un huipil blanco (el atuendo de las novias) al pie de la ceiba. Del huipil blanco salió su alma que, gracias a los dioses, se convirtió en un Puhuy y desde entonces su canto advierte a los caminantes, de la presencia de Xtabay.
 
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