La Historia de Alisson - Juan Ramón Sáenz (Parte 2)

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Bovino Milenario
#1
Libro: Posesiones Demoniacas - Casos Autenticos
Autor: Juan Ramón Sáenz
Título: La Historia de Alisson

Entonces todos comenzamos a repetir una y otra vez “Entra en el cuerpo de Alisson….., entra en el cuerpo de Alisson…..” Y fue cuando mi hermana dijo: “Quiero que entres en mí…..” Yo estaba al lado de mi hermana y su novio Arturo del otro: Alisson agachó la cara y comenzó a sudar, las manos le temblaban y nos apretaba muy fuerte. Después de unos instantes ella se había desmayado. La apoyamos en una toalla sobre la arena y la reanimamos poniéndole tequila sobre la cara.

Después al volver en sí, Alisson no dijo una sola palabra. Sólo se limito a sonreír pero sabíamos que no era ella. Gesticulaba de una manera impresionante: es difícil que alguien normal logre esos gestos tan horribles. Su mirada era profunda y extraña, de veras infundía miedo. Soltó una terrible carcajada que hizo que casi todos se fueran corriendo y se metieran a la casa.

Sólo nos quedamos auxiliándola Arturo y yo, aunque francamente nos moríamos del miedo. De pronto, comenzó a balbucear palabras que no entendimos. Después dijo que no la sujetáramos. Por un momento creímos que estaba volviendo a la normalidad. Al soltarla, se levantó dando un solo salto y corrió hacia el mar. Entonces le grité a Arturo que la detuviera. Dentro del agua, él y mi hermana enloquecida, comenzaron a forcejear. Yo grité a mis amigos para que nos ayudaran, pero nadie vino.

En ese instante llegó don Artemio, él es quien cuida y da mantenimiento a la casa, acompañado de su hijo; y como Alisson estaba incontrolable queriendo ir hacia lo profundo del mar, el señor la golpeó en la cara y volvió a perder el conocimiento.


Les pedí que la condujeran hacia su habitación, y al dejarme sola con ella, le cambié la ropa porque la que traía estaba muy mojada. Dos horas después amaneció y no logré dormir nada por el miedo y la preocupación. Tampoco creo que los demás lo hicieran porque estaban bien espantados.

De pronto tocaron a la puerta de la habitación donde me había quedado con mi hermana. Era Carla, quien me pidió que la acompañara inmediatamente. Me condujo a la entrada de la casa, donde se encontraba una fuente de cantera, con algunos ángeles y una cruz de piedra de un metro aproximadamente que mi madre había mandado a hacer.

No podía creer lo que estábamos viendo: alguien había arrancado la cruz y la había colocado al revés. “¿Quién lo hizo?" pregunté a mis amigos que se encontraban allí reunidos pero nadie me respondió. Llamé a don Artemio, quien se persignó de inmediato al ver el estado de la cruz; aseguró que no tenía idea de quién había hecho ese destrozo, pero que estaba seguro de que era cosa mala. "Míre señorita, con todo respeto no sé qué hicieron anoche pero esto no es normal. Quien haya roto la cruz para voltearla tuvo que hacer ruido y no se escuchó nada. Además quiero que venga a ver esto".

Nos condujo a la parte trasera de la finca, donde se encontraba su vivienda y los pájaros que tanto le gustaban a mí papá. Nos quedamos atónitos al ver que dentro de las dieciocho jaulas estaban los pajaritos muertos y agusanados. Apestaban horrible. Era difícil suponer que alguien de nosotros los hubiera matado, además ¿por qué estaban agusanados, si no había pasado el tiempo suficiente para que entraran en descomposición? De pronto todos dimos un salto, ya que escuchamos gritar a Alisson en forma muy desesperada. Nos dirigimos hacia su habitación y la encontramos sentada en el suelo, llorando muy asustada en una de las esquinas del cuarto. Dijo que al estar acostada, unas sombras la rodearon y la habían levantado.


Por supuesto que esto nos llenó de miedo, muy al contrario de la noche anterior, en la cual veíamos todo sin problema alguno y como simple juego.

Doña Tina, la esposa de don Artemio, nos dijo que lo mejor que podíamos hacer era orar para que lo malo se fuera; y junto con ellos, comenzamos a rezar el Padre Nuestro en la habitación de mi hermana. Pero no me va a creer, Juan Ramón, al estar rezando, sin la posibilidad de que alguien hubiera hecho algún truco para asustarnos y ante nuestra vista, las sábanas comenzaron a arder como si alguien les hubiera puesto gasolina y las hubiera prendido.

No soportamos más y salimos corriendo de la casa, para no volver a entrar. Don Artemio y su hijo apagaron las llamas y más tarde le pedimos que sacara las pertenencias de cada uno de nosotros al patio porque definitivamente no pensábamos volver. Le llamamos por teléfono a mi papá pero no le platicamos esto porque tal vez ni nos iba a creer y, en cambio, nos iba a regañar puesto que él siempre se había mostrado ajeno a todas las cosas sobrenaturales. Finalmente nos regresamos a la ciudad para olvidarnos de ese asunto.

Después, como ya le platiqué, mi padre murió, y heredamos varias propiedades y el suficiente dinero para vivir en forma desahogada. Dice Alisson que por algún tiempo se le manifestó el espíritu de mi padre. Yo ya no sabía qué creer, lo único que sé es que a partir de esa maldita noche, todo cambió para nosotras. Desde entonces han pasado varios años, exactamente siete años de sufrimientos, de incertidumbres: siete años de mala suerte.

Las amistades se fueron alejando poco a poco de nosotras. Alisson sigue transformándose monstruosa y esporádicamente. Ya casi me he acostumbrado. De la fortuna que nos heredó mi padre, sólo nos queda un pequeño departamento donde ahora vivimos. Todo el dinero lo hemos gastado en médicos de los mejores hospitales de México y del extranjero, en estudios, en brujos, pero nadie ha podido curar a mi hermana. Por las noches es común que no logremos conciliar el sueño.

Las amistades de mi padre nos han cerrado las puertas cuando vamos a solicitar su ayuda y, de un tiempo para acá, sólo hemos encontrado como medio de subsistencia trabajar como bailarinas y desnudarnos ante borrachos. Algunas veces hasta como prostitutas hemos conseguido dinero para poder comer. El dinero se fue de nuestras manos llevándose nuestras esperanzas y nuestra tranquilidad de una forma que no comprendemos, para quedar casi en la miseria.

Parte de nuestra familia hasta nos ha robado, constantemente nos enfermamos, pero lo más triste es que las ganas de vivir se nos han quitado. Ya no sabemos qué hacer, no creo que Dios nos perdone por tanta tontería que hemos hecho. Díganos Juan Ramón, ¿qué podernos hacer antes de volvernos locas? Les respondí que sí habían cometido un error, que los seres humanos somos susceptibles a cometerlos, pero afortunadamente tenemos un Dios que perdona todo si lo pedimos con el alma.

Si bien habían adquirido un gran compromiso al realizar prácticas extrañas y al retar a seres, es verdad que también era posible revertir todo lo que se había iniciado. Les indiqué que esto se podría solucionar con verdadero arrepentimiento, utilizando la misma pasión y deseo con la que se hicieron las invocaciones; en suma que el único camino que conocía para salir de esta situación era el de Dios.

Esa tarde ellas salieron de mi oficina con otra visión acerca de su situación y días después ingresaron a un grupo cristiano de unos amigos, donde con base en la oración habían logrado liberar a varias personas de problemas parecidos al suyo. Alisson sufría esporádicamente diversos ataques físicos y psicológicos, acompañados de crisis que cada vez se tornaron más agresivas, al grado de querer matar a su hermana.

Incluso Creta misma intentó quitarse la vida varias veces, pero el deseo profundo de estas dos chicas por salir del infierno en que vivían las hizo evolucionar. Al cabo de poco menos de dos años, la tranquilidad llegaba a sus vidas. A Alisson se le habían practicado hasta ese momento más de veinte sesiones de exorcismo que la habían liberado por completo de esa terrible posesión demoniaca que algún día permitió.

Ambas se fueron a radicar a una ciudad del norte, donde primero trabajaron como empleadas en una tienda departamental y tiempo después establecieron una pequeña tienda de ropa que les comenzó a funcionar muy bien.

Por otra parte, Creta está a punto de casarse con un joven que conoció en la tienda y ahora su existencia se ha llenado de nuevas ilusiones. Hoy la vida de Alisson y Creta ha dado un giro total y tratan de olvidar esa horrible pesadilla que inició con un juego y las dejó marcadas para siempre.

Es fácil narrar en unas cuantas líneas una situación tan grave y compleja como la que padecieron estas jóvenes, pero qué difícil les resultó a ellas vivirla. Qué bueno sería que todas estas experiencias, donde se ve implicada una posesión demoniaca, terminaran bien. Sé que este libro lo leerán Alisson y Creta y quiero expresarles mi admiración porque a pesar de que llegaron a situaciones espirituales bastante graves, su fe en Dios su disciplina y sus deseos de salir de esta pesadilla, lograron que todo cambiara…
 
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