LA FELICIDAD ERES TÚ!

#1
No quiero que os creáis lo que os digo porque yo lo digo, sino que cuestionéis cada palabra y analicéis su
significado y lo que os dice en vuestra vida personal; pero con sinceridad, sin autoengañaros por comodidad o
por miedos.

Importa la vida
El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que tú importas, y lo cierto es que tú, como
personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan en el desarrollo de la vida;
es la vida la que importa y ella sigue su curso. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida
cobra sentido. Y esto queda muy claro en el Evangelio. ¿Importaron todas las transgresiones y desobediencias
para la historia de la salvación? ¿Importa si yo asesino a un hombre? ¿Importó el que asesinaran a Jesucristo?
Los que lo asesinaron creían estar haciendo un acto bueno, de justicia, y lo hicieron después de mucho
discernimiento.

DATE CUENTA

Darte cuenta del dolor, de la aflicción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en
verdad,
ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si
dices que estás molesto porque alguien se ha portado mal contigo, no se puede entender que tú te castigues
porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Obsérvalo.)
Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación
concreta y no a la realidad de lo que está ocurriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la
lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción porque se han contrariado tus planes.)
Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones
programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita
automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas. La
cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan
endeble somos capaces de matarnos por defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres,
orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos
han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas.
Lo importante es el ser, y no el figurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que actuar
con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin
disgusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus
alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y
con la verdad gozosa.
Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.
Cuando somos capaces de encontrar el camino despejado, para ese amor-felicidad que somos, nos topamos
con el dolor, que no es nada concreto ni sustancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amorfelicidad.
Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor percepción de la luz.
La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los
obstáculos de la mente te impiden disfrutarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo
que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti,
igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad
para captar la bondad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar
amor-felicidad a manos llenas.
Con sólo observar todo esto ya estás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción,
 
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