Siete minutos de grabación realizada por el cámara de Reuters Hiro Muramoto ilustran cómo una protesta callejera se volvió mortal en una tranquila noche de Bangkok.
Esa grabación forma parte del último vídeo de Muramoto, de 43 años y padre de dos hijos. El cámara murió el sábado de una herida de bala en el pecho, siendo su agresor desconocido.
La película aglutina el miedo, la tensión y el repentino derramamiento de sangre tras un mes de protestas de los "camisas rojas" en Tailandia, cuyas manifestaciones antigubernamentales habían sido hasta ahora mayoritariamente festivas y pacíficas.
Muramoto, japonés que había trabajado para Reuters en Tokio durante más de 15 años, llegó el jueves a Tailandia. Fue llevado al hospital dos días después sin pulso. La bala le entró por el pecho y la salió por la espalda.
Su cámara fue devuelta a Reuters por los manifestantes. Se desconoce si la grabación que había dentro fue la última que hizo.
Los camisas rojas demandan la caída inmediata del primer ministro Abhisit Vejjajiva y la convocatoria de elecciones. Los soldados lanzaron balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes, que contestaron con bombas incendiarias y otras armas.
EXPLOSIÓN CERCA DEL CÁMARA
La grabación de Muramoto comienza detrás de las líneas del ejército, con soldados enmarcados por el Monumento a la Democracia, escenario de los peores enfrentamientos violentos en la ciudad, registrados en 1992 cerca del puente Phan Fah del distrito viejo de Bangkok.
Los soldados, ataviados con trajes antidisturbios, están de pie, con los rifles apuntando al aire. Hay continuos sonidos de disparos. Un soldado mira en dos ocasiones a Muramoto de forma nerviosa pero no amenazante.
Luego, una explosión a apenas unos metros de donde se encuentra Muramoto hace que al menos cuatros soldados caigan al suelo en una racha de chispas y humo. Dos se levantan y se marchan cojeando.
Otro cámara de televisión corre frenéticamente hacia Muramoto y lo sobrepasa. Soldados con escudos antidisturbios le empujan y, también, se marchan. De algún modo, Muramoto continúa filmando, retirándose caminando hacia atrás despacio.
La cámara se centra en un soldado que yace en el suelo, con ojos aturdidos pero vivo y con una herida sangrando en el cuello. Sus colegas le retiran el chaleco antibalas de la zona del cuello.
En la siguiente secuencia, los soldados arrastran por los brazos a un soldado que se lamenta de sus heridas, mientras su rifle se arrastra junto a él por la calzada. Otro cuerpo inmóvil también es arrastrado.
La cámara se centra en un rastro de sangre que brilla a la luz de las farolas bajo pancartas de celebración del festival Songkran de esta semana, una de las fiestas más animadas del calendario tailandés.
Los soldados se retiran y de repente el ángulo de la cámara cambia para mostrar las filas de los camisas rojas. La mayoría portan palos y algunos llevan escudos que aparentemente han quitado a los soldados. Muchos saludan, haciendo señalas a alguien detrás de la cámara.
Algunos hablan frenéticamente a los soldados, otros lanzan objetos al aire, uno de los cuales toca las banderas y cae al suelo sin alcanzar a nadie.
Ninguna persona de las que está a la vista presta atención a la cámara, que continúa rodando.
Pero es en torno a este lugar, en un cruce, que la grabación de otras televisiones muestra a hombres armados vestidos de civil y en tonos oscuros huyendo. No hay en sus ropas rastro de los tonos rojos ni del verde de los uniformes militares.
El Gobierno ha hablado de una "tercera fuerza" implicada en las protestas y ha prometido investigar las circunstancias que han rodeado la muerte de Muramoto.
