Historias de la Cd de Mexico y un poco mas....2

#1
La nahual de Coyoacán

Hace mucho tiempo existía una bella doncella, quien se había casado con el joven más guapo del pueblo. Todos decían que eran la pareja ideal.

Cierta mañana su compadre le preguntó: “¿que tal es tu mujer?”

“Excelente además de bella una estupenda cocinera. Lo que no me acaba de agradar es que desde que nos casamos me prepara moronga.”
Esto extraño al compadre, quien al día siguiente regreso y le dijo: “compadre no es por chismear, pero a mí me dijeron que eso es malo. Pregúntele a la comadrita el porqué.”

Acto seguido se fue el hombre y cuestiono a mujer: “oye amor ¿porque siempre desayunamos moronga?”
“es porque mi padre es dueño del rastro y lo que no se vende nos lo repartimos entre los hijos, a mi hermano mayor lo tocan las viseras, a mi hermana las patas, y a mí la sangre... por eso.”

El hombre quedo complacido con dicha explicación. Sin embargo el compadre se presento asustado, comentándole que en el pueblo todos sabían que ella era una bruja y que por ello nadie le desposaba.

“mejor espíela compadre... espíela... y vera de dónde saca la moronga.”

Así lo hizo y tempranito en la mañana antes de que el sol saliera, vio como su mujer se levanto y camino hacia la cocina...

A través del fogón vio la figura de su esposa. La cual ante sus ojos y sin percatarse de ser vista, se empezó a quitarse la piel y convertirse en una bola de fuego...

El Joven quedo impactado sin habla, corrió a ver a su compadre y contarle lo que había visto...

“Compadre.... compadre... salga rápido por favor.”

Gritaba el joven, quien al ver a su compadre sin mediar palabra le tomo del brazo y se lo llevo a su casa. Ahí encontraron la piel de su esposa, el compadre al verla se quedo sin habla, mas en un momento de lucidez le dijo: “quemémosla, así no podrá regresar y así ya no seguirá matando a más niños”

Y así lo hicieron.

Quemaron la piel de la joven, quien al regresar y no encontrar su piel gritaba enfurecida y al mismo tiempo asustada pues la mañana se acercaba y el sol empezaba a verse en el horizonte.

El joven escondido y muy asustado vio cuando los primeros rayos del sol quemaron a su esposa.

…y este fue el fin de la nahual de Coyoacán.





En el siglo XVI, existió un misterioso hombre rico, callado y triste que acostumbraba salir en las noches de su hogar hacia el Convento de San Francisco para entrar a la capilla del Señor de Burgos y arrodillarse a rezarle llorando y gimiendo. Nadie le preguntó las culpas que le remordían.

El hombre solía salir del convento para visitar otras iglesias de la ciudad y hacer lo mismo que en la capilla. Sus visitas terminaban hasta altas horas de la noche cuando regresaba a su casa.

La gente rumoró que durante su juventud fue crapuloso e hizo maldades. Como este hombre siempre vestía una pesada armadura con celada sobre su fina ropa negra y portar una espada y un puñal enfundados, le apodaron El Armado.

Un día amaneció ahorcado de uno de los balcones de su hogar, cuando su única criada lo descubrió avisó a los alguaciles que llegaron a descogar el cadáver lloroso. Nunca se supo su nombre ni su linaje y a la criada nunca se le preguntó ni comentó nada.

Sin embargo tiempo después, cuando algunas personas pasaba por las ruinas de su casona durante la noche, miraban afuera el fantasma ahorcado de El Armado. Quienes se atrevieron a acercarse al fantasma, escucharon sus gemidos y vieron gotear sus lágrimas. Las apariciones de este fantasma se prolongaron hasta principios del siglo XX.

El vulgo nombró al callejón de Illescas, donde estuvo la casona como El callejón del Armado. Actualmente se llama calle de Pedro Ascencio.





La confesión de la muerta

Una noche de hace siglos, un sacerdote apellidado Aparicio estaba cenando en casa de una noble familia, y de repente los criados le avisaron al sacerdote que un par de borrachos tocaron a la puerta rogando por su presencia.

Él los atendió, le avisaron que una moribunda necesitaba confesión y los acompañó hasta un carruaje, que lo transportó a un barrio poco poblado hasta casa ruinosa bloqueada con tablones en las ventanas y entradas. Una ancianita andrajosa y llorosa salió a recibirlo por la única puerta desbloqueada y le indicó subir al piso superior donde él encontró a una joven muchacha con fiebre, acostada sobre un petate con vestido de terciopelo y con diadema. Escuchó su confesión e inmediatamente después de absolverla de sus pecados, ella se debilitó al bajar los escalones, los superiores se derrumbaron. En el piso inferior no encontró a la ancianita y afuera de la casa ya no estaba el carruaje, al cual nunca escuchó marcharse.

El sacerdote asustado regresó apresuradamente a pie a casa de sus anfitriones a quienes les contó lo sucedido. El señor de la casa, ordenó preparar una escolta armada para acompañarlo de nuevo a aquella casa. Cuando llegó, observó que la puerta por la que entró estaba atrancada y bloqueada con clavos oxidados. Los criados irrumpieron en la casa y durante el cateo el Padre Aparicio observó por la ventana hacia el patio un pañuelo a los pies de una lápida en ruinas. Los criados escarbaron y dentro de un ataúd encontraron un cádaver con vestido terciopelo y diadema.

Desde ese entonces, el sacerdote se volvió introvertido, oraba a altas horas de la noche y padeció insomnio. Nunca confesó el nombre de la muerta ni lo confesado por ética de su oficio.





La calle de la mujer herrada

Por los años de 1670 a 1680, vivía en esta ciudad de México y en la casa número 3 de la calle de la Puerta Falsa de Santo Domingo, ahora número 100, calle atravesada entonces de Oriente a Poniente por una acequía, vivía, digo, un clérigo eclesiástico; mas no honesta y honradamente como dios manda, sino en incontinencia con una mala mujer y como si fuera legítima esposa.


No muy lejos de allí pero tampoco no muy cerca, en la calle de las Rejas de Balbanera, bajos de la ex-Universidad, había una casa que hoy está reedificada, la cual antiguamente se llamó Casa del Pujavante, porque tenía sobre la puerta "esculpido en la cantería un pujavante y tenazas cruzadas", que decían ser "memoria" del siguiente sobrenatural caso histórico que el incredulo lector quizá tendrá sin duda por conseja popular.


En esta casa habitaba y tenía su banco un antiguo herrador, grande amigo del clérigo amancebado, item más, compadre suyo, quien estaba al tanto de aquella mala vida, y como frecuentaba la casa y tenía con él mucha confianza, repetidas ocasiones exhortó a su compadre y le dio consejos sanos para que abandonase la senda torcida a que le había conducido su ceguedad.


Vanos fueron los consejos, estériles las exhortaciones del "buen herrador" para con su "errado compadre" que cuando el demonio tórnase en travieso Amor, la amistad es impotente para vencer tan satánico enemigo.

Cierta noche en que el buen herrador estaba ya dormido, oyó llamar a la puerta del taller con grandes y descomunales golpes, que le hicieron despertar y levantarse más que de prisa.

Salió a ver quién erá, perezoso por lo avanzado de la hora; pero a la vez alarmado por temor de que fuesen ladrones, y se halló con que los que llamaban eran dos negros que conducían una mula y un recado de su compadre el clérigo, suplicándole le herrase inmediatamente la bestia, pues muy temprano tenía que ir al Santuario de la Virgen de Guadalupe.

Reconoció en efecto la cabalgadura que solía usar su compadre, y aunque de mal talante por la incomodidad de la hora, aprestó los chismes del oficio, y clavó cuatro sendas herraduras en las cuatro patas del animal.


Concluida la tarea, los negros se llevaron la mula, pero dándole tan crueles y repetidos golpes, que el cristiano herrador les reprendió agriamente su poco caritativo proceder.


Muy de mañana, al día siguiente, se presentó el herrador en casa de su compadre para informarse del por qué iría tan temprano a Guadalupe, como le habían informado los negros, y halló al clérigo aún recogido en la cama al lado de su manceba.


- Lucidos estamos, señor compadre - le dijo -; despertarme tan de noche para herrar una mula, y todavía tiene vuestra merced tirantes las piernas debajo de las sábanas, ¿qué sucede con el viaje?


- Ni he mandado herrar mi mula, ni pienso hacer viaje alguno - replicó el aludido.


Claras y prontas explicaciones mediaron entre los dos amigos, y al fin de cuentas convinieron en que algún travieso había querido correr aquel chasco al bueno del herrador, y para celebrar toda la chanza, el clérigo comenzo a despertar a la mujer con quien vivía.


Una y dos veces la llamó por su nombre, y la mujer no respondió, una y dos veces movío su cuerpo, y estaba rígido. No se notaba en ella respiración, había muerto.


Los dos compadres se contemplaron mudos de espanto; pero su asombro fue inmenso cuando vieron horrorizados, que en cada una de las manos y en cada uno de los pies de aquella desgraciada, se hallaban las mismas herraduras con los mismos clavos, que había puesto a la mula el buen herrador.


Ambos se convencieron, repuestos de su asombro, que todo aquello era efecto de la Divina Justicia, y que los negros, habían sido los demonios salidos del infierno.


Inmediatamente avisaron al cura de la Parroquia de Santa Catarina, Dr. D. Francisco Antonio Ortiz, y al volver con él a la casa, hallaron en ella la R. P. Don José Vidal y a un religioso carmelita, que también habían sido llamados, y mirando con atención a la difunta vieron que tenía un freno en la boca y las señales de los golpes que le dieron los demonios cuando la llevaron a herrar con aspecto de mula.


Ante caso tan estupendo y por acuerdo de los tres respetables testigos, se resolvió hacer un hoyo en la misma casa para enterrar a la mujer, y una vez ejecutada la inhumación, guardar el más profundo secreto entre los presentes.


Cuentan las crónicas que ese mismo día, temblando de miedo y protestando cambiar de vida, salió de la casa número 3 de la calle de la puerta Falsa de Santo Domingo, el clérigo protagonista de esta verídica historia, sin que nadie después volviera a tener noticia de su paradero. Que el cura de Santa Catarina, "andaba movido a entrar en religión, y con este caso, acabó de resoverse y entró a la Compañia de Jesús, donde vivió hasta la edad de 84 años, y fue muy estimado por sus virtudes, y refería este caso con asombro". Que el P. Don José Vidal murió en 1702, en el Colegio de San Pedro y San Pablo de Mexico, a la edad de 72 años, después de asombrar con su ejemplar vida, y de haber introducido el culto de la Virgen, bajo la advocación de los Dolores, en todo el reino de la Nueva España.


Solo callan las viejas crónicas el fin del R.P. carmelita, testigo ocular del suceso, y del bueno del herrador, que dios tenga en su santa Gloria.




La caminante del Centro

Dicen que en el Zócalo, a los que van solos, se les ha llegado a aparecer una mujer muy amable que los acompaña en su camino y les va platicando. Cuando menos se dan cuenta, la misteriosa dama desaparece. Algo muy curioso es que, de las personas que dicen haberla visto, ninguna recuerda su cara.

Los niños del 85

Durante el famosísimo terremoto que ocurrió ese año, muchos niños murieron en sus escuelas (recuerden que el terremoto fue un jueves, día de clases). A partir de ese día, muchas personas que han pasado por estos lugares en las noches, - que por cierto, no todos siguen siendo escuelas- dicen haber visto niños jugando. También dicen que se escuchan vocecitas de niños platicando.

La Planchada

Hace muchos años, en el hospital de Juárez, había una enfermera llamada Eulalia. Era una de las empleadas más trabajadoras, hasta que llegó un médico nuevo, que le robó el corazón. Eulalia lo amaba tanto, que confiaba ciegamente en él. No se daba cuenta de que, como seguramente ya se lo imaginaron, el descarado doctorcito la engañaba. Un día, él le dijo que tenía que irse por unas semanas a otro hospital, y ella lo esperó. Otro doctor, que estaba enamorado de ella, aprovechó para contarle que su amado la engañaba, y que ese viaje a otro hospital, era en realidad su luna de miel. Eulalia se deprimió y empezó a descuidar su trabajo, a tal grado que algunos pacientes murieron por su mala atención. En la actualidad, las enfermeras cuentan que muchos pacientes dicen haber sido atendidos por una enfermera muy pulcra, con un traje blanco muy bien planchado.

El niño del Estadio Azteca

Durante la construcción del famoso templo del deporte, hubo muchas muertes y desapariciones. Cuentan que muchos trabajadores se cayeron en fosos de construcción cuando los rellenaban de cemento, por lo que ahora en las noches se escuchan lamentos y gritos de ayuda.

Otra historia cuenta que en un evento, con los típicos túneles de acceso atiborrados de gente, un niño murió aplastado. Los vigilantes del estadio dicen que a veces el niño se les acerca a pedir ayuda.

La mujer del taxi

Una leyenda famosa entre taxistas cuenta que hay una mujer que pide que la lleven a varias iglesias, y finalmente a su casa. Al llegar, la señora pide al taxista que la espere, mientras ella va por el dinero. Pasan los minutos, y el taxista se desespera de que la clienta no aparezca, por lo que decide tocar la puerta de la casa. ¿Qué pasa después? Abre alguien más y dice que la señora murió hace muchos años. Típico.

La niña de Gabriel Mancera

Hace muchos años, más o menos a las dos de la mañana, una niñita caminaba a la farmacia por medicinas para su mamá, que estaba muy grave. Al llegar al Eje 5, el semáforo se puso en rojo, y la niña se dispuso a cruzar la calle. A mitad del camino, pasó un coche a exceso de velocidad y golpeó mortalmente a la niña. Ahora, esta chiquilla se aparece en el cruce de Eugenia con Gabriel Mancera alrededor de las dos de la mañana, y cruza la calle, haciendo que los coches choquen, tratando de esquivarla. En pleno accidente, se va, dejando a los que están en los coches sin ningún tipo de ayuda, para que mueran solos, como ella lo hizo.

La llorona

Definitvamente, el fantasma favorito de México. Esta leyenda se remonta a épocas coloniales, y tiene varias versiones. La más famosa cuenta que en el siglo XVI, los habitantes de la ciudad de México tenían toque de queda, por lo que se resguardaban en sus casas desde relativamente temprano. En las noches de luna llena, los despertaban los famosísimos gritos "¡Aaaaay, mis hijooooos!". Los curiosos que se asomaron a ver, decían que las calles se llenaban de neblina, y que pasaba caminando una señora vestida de blanco, con un velo en la cara. Al llegar a la Plaza Mayor se arrodillaba, y seguí caminando hasta el lago de Texcoco, donde desaparecía.

Para explicar el porqué de esta mujer existen dos historias: la primera, y la menos conocida dice que esta mujer es la diosa azteca Chihuacóatl, lamentando la conquista de sus hijos, y gritaba "hay mis hijos, cómo escaparán a tan funesto destino". La segunda versión dice que La Llorona fue una mujer que tenía dos hijos, y que en un baile se enamoró de un hombre que le dijo que se quedaría con ella si mataba a sus hijos. Ella le hizo caso, pero al poco tiempo lo vio en un baile con otra. Por la culpa, se puso a llorar su típica frase.

Las campanas de la Basílica

Hace muchos años, había un campanero muy responsable y trabajador, que tocaba las campanas de este recinto religioso con una puntualidad impresionante. Un día le dio pulmonía, y aún así cumplió con su trabajo. Sin embargo, no pudo contra su enfermedad, y murió. Después de ser sepultado, las campanas seguían sonando con su característica puntualidad. En la actualidad, las campanas se siguen escuchando igual en algunas ocasiones.
 
#10
Hola quisiera añadir mi aventura en Querétaro, está ciudad es reconocida por ser una de las mejores para vivir en México, con buen crecimiento ecónomico, gente amable, vida barata, belleza arquitéctonica y mujeres hermosas.
Mi experiencia de turismo fue excelente y espero volver pronto, mi único problema fue encontrar donde quedarme ya que no conocia muchos hoteles en Queretaro por lo que decidí irme por la segura y quedarme en un hotel de cadena.

Obviamente lo primero que debes de buscar es algo que se adapte a lo que necesites, por ejemplo si quieres viajar con hijos pues uno con alberca o si quieres algo en el centro pues hay muchas opciones, yo siempre recomiendo que si vas a hacer una estancia de entrada por salida busques algo que te ofrezca eso por ejemplo el City Express es un muy buen hotel a precio accesible que cuenta con: transportación, internet desayuno continental gratis y aire acondicionado.

Tiene 2 hoteles, uno muy cerca del centro y otro en la zona de jurica y creo que manejan una suite también cerca de Jurica.

Saludos espero que haya sido de ayuda.
 
#11
Mi experiencia en Chihuahua

Hola yo recientemente viaje a Chihuahua por cuestiones de trabajo y me enamoré del lugar, es muy diferente lo que la gente dice de un lugar, que si es peligroso, narcos, etc. a ya vivirlo, yo se los recomiendo y me gustaria que alguien pudiera postear cosas relacionadas a Chihuahua.
Para quienes quieran ir a visitarlo lo mejor que pueden hacer es quedarse en un hotel bueno, para mayor seguridad, hay muchos hoteles en Chihuahua, pero en el que yo me quede es en la zona Industrial no ofrecen mucho ya que son hoteles diseñados para gente que esta por trabajo pero también resultan hoteles muy cómodos si necesitas donde pasar una buena noche tranquila, yo vivía en Texas (EUA) y siempre he tenido como opción el City jr de Chihuahua porque me da lo que necesito, el concepto es solo un hotel donde puedas descansar y tomar un buen desayuno antes de comenzar tu día laboral lo que lo hace sentirte como en casa. Ampliamente recomendado.
 
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