saludos bakunos. pues heme aquí después de unos días de estar alejado por broncas personales y de quedarme sin trabajo (aunque ya encontré uno de medio tiempo). les dejo esta historia esperando que les guste.
Extraño los viejos tiempos. Sé que algunos de ustedes entenderán a que me refiero con eso.
Ah, qué recuerdos de aquellos días en que alguna persona distraída o alguna parejita ansiosa llegaban a mis dominios, una pequeña casita de Infonavit que había sido abandonada por miedo a mi presencia.
Bueno, no estaba completamente abandonada, ustedes deben saber que yo vivía allí.
Por alguna extraña razón, después de que fui asesinada una impresión metafísica de mi personalidad se quedó impregnada en las paredes de esta casa.
Para que me entiendan, es como una especie de “grabación” sobrenatural de mi persona, como si esta casa fuera una especie de videocasete (o un cd-rom, para ustedes que nacieron a finales de los 90’s) la cual está reproduciéndose de modo permanente…. Desde el día en que me asesinaron aquí.
No recuerdo mucho de ese día, solo que llegué a la que era mi casa casi una hora antes de lo acostumbrado. Los ladrones seguramente tenían bien checadas mis horas de salida y de llegada, pues estaban haciendo mucho ruido.
Ilusa, pensé que se trataba de una visita de mi madre, pero cuando me dí cuenta que no era ella, ya era demasiado tarde. Sé que ese joven no quiso matarme…reaccionó asustado y cuando me miró revolcándome en un charco de mi propia sangre, dudó un instante antes de huír. Derspués, todo se puso negro y solo alcanzaba a escuchar a las personas que hablaban como si tuviera puestos tapones en los oídos.
Todo se escuchaba como muy lejano….me dí cuenta que algo malo había pasado cuando la casa se quedó completamente en silencio. No se cuanto tiempo pasó, en este estado el tiempo es algo demasiado extraño, a veces parece que pasan segundos cuando en realidad han pasado días….o semanas.
Cuando escuché nuevamente ruidos, lo primero que hice fue gritar que se fueran de mi casa, que me dejaran en paz. El ruido siguió aumentando y poco a poco empecé a darme cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor…y me dí cuenta de esa gente extraña que estaba viviendo en MI casa.
Al principio pensé que lo mejor sería ignorarlos, pero al darme cuenta que podían notar mi presencia (y lo mejor, que podía hacer travesuras para asustarlos) decidí hacer que me dejaran en paz. Primero, con sus hijos…haciendo ruidos debajo de sus camas, apagándoles la televisión cuando estaban mirándola solos y ya por último, escondiéndoles sus juguetes. Después me fui con sus padres, molestándolos lo más que pude. Fue allí cuando me dí cuenta que cuando están dormidos podía comunicarme con ellos. Unas semanas después, se estaban mudando, dejándome a solas nuevamente.
Empecé a apreciar más la tranquilidad del lugar, con solo concentrarme un poco podía hacer que cada habitación cambiara a mi antojo, desde una hermosa y tranquila playa solitaria hasta un bello bosque relajante. Pero cada que llegaba algún nuevo inquilino, me era imposible realizar los cambios… ¿era mucho pedir que se fueran? Con el paso de los años, la gente entendió el mensaje y me dejaron la casa para mí.
Fue entonces que en realidad el lugar empezó a dar miedo de verdad. El primero que llegó fue un joven. Buscaba refugio de la incesante lluvia que mantenía al resto de los vecinos encerrados y se dio cuenta de lo fácil que sería forzar la vieja puerta de mi casa para entrar. Pensé en asustarlo, pero cuando lo intenté, me dí cuenta que el tipo estaba drogado, y aunque creo que si me vió, solo sonrió antes de quedarse completamente dormido. Ese fue el principio. Después, sus visitas se hicieron más frecuentes, ya fuera para drogarse o para tener sexo con alguna chica, pero siempre en medio del escándalo de sus narcocorridos y groserías. Después, llegaron otros más, quienes lo corrieron de mi casa, dijeron que el lugar era perfecto para poner una tiendita y así, a los pocos días, había mas gente viviendo en mi casa.
Traté de no darle importancia al asunto hasta que se atrevieron a profanar mi recámara con un altar a una estatua ante la cual se hincaban llamándola “niña blanca”. La ignorancia de la gente los vuelve esclavos, ellos no saben que la muerte no es un ser consciente sino una experiencia abstracta, pero, si no me quieren hacer caso ¿Cómo lo van a saber? Si bien antes de que ellos llegaran la gente de estos rumbos evitaba pasar frente a mi casa porque tenían miedo de mi presencia, ahora pareciera que tienen más miedo de los nuevos inquilinos. Les prometo que haré todo lo posible para que se vayan de aquí y que me dejen en paz, que nos dejen en paz a todos. Aunque lo que me resulta más irónico es que, al fin y al cabo, la gente tiene más miedo de ellos mismos, de los vivos, que de nosotros, los muertos. ¿O que no hay nadie más que extrañe aquellos buenos tiempos?:cowverine:
Extraño los viejos tiempos. Sé que algunos de ustedes entenderán a que me refiero con eso.
Ah, qué recuerdos de aquellos días en que alguna persona distraída o alguna parejita ansiosa llegaban a mis dominios, una pequeña casita de Infonavit que había sido abandonada por miedo a mi presencia.
Bueno, no estaba completamente abandonada, ustedes deben saber que yo vivía allí.
Por alguna extraña razón, después de que fui asesinada una impresión metafísica de mi personalidad se quedó impregnada en las paredes de esta casa.
Para que me entiendan, es como una especie de “grabación” sobrenatural de mi persona, como si esta casa fuera una especie de videocasete (o un cd-rom, para ustedes que nacieron a finales de los 90’s) la cual está reproduciéndose de modo permanente…. Desde el día en que me asesinaron aquí.
No recuerdo mucho de ese día, solo que llegué a la que era mi casa casi una hora antes de lo acostumbrado. Los ladrones seguramente tenían bien checadas mis horas de salida y de llegada, pues estaban haciendo mucho ruido.
Ilusa, pensé que se trataba de una visita de mi madre, pero cuando me dí cuenta que no era ella, ya era demasiado tarde. Sé que ese joven no quiso matarme…reaccionó asustado y cuando me miró revolcándome en un charco de mi propia sangre, dudó un instante antes de huír. Derspués, todo se puso negro y solo alcanzaba a escuchar a las personas que hablaban como si tuviera puestos tapones en los oídos.
Todo se escuchaba como muy lejano….me dí cuenta que algo malo había pasado cuando la casa se quedó completamente en silencio. No se cuanto tiempo pasó, en este estado el tiempo es algo demasiado extraño, a veces parece que pasan segundos cuando en realidad han pasado días….o semanas.
Cuando escuché nuevamente ruidos, lo primero que hice fue gritar que se fueran de mi casa, que me dejaran en paz. El ruido siguió aumentando y poco a poco empecé a darme cuenta de todo lo que pasaba a mi alrededor…y me dí cuenta de esa gente extraña que estaba viviendo en MI casa.
Al principio pensé que lo mejor sería ignorarlos, pero al darme cuenta que podían notar mi presencia (y lo mejor, que podía hacer travesuras para asustarlos) decidí hacer que me dejaran en paz. Primero, con sus hijos…haciendo ruidos debajo de sus camas, apagándoles la televisión cuando estaban mirándola solos y ya por último, escondiéndoles sus juguetes. Después me fui con sus padres, molestándolos lo más que pude. Fue allí cuando me dí cuenta que cuando están dormidos podía comunicarme con ellos. Unas semanas después, se estaban mudando, dejándome a solas nuevamente.
Empecé a apreciar más la tranquilidad del lugar, con solo concentrarme un poco podía hacer que cada habitación cambiara a mi antojo, desde una hermosa y tranquila playa solitaria hasta un bello bosque relajante. Pero cada que llegaba algún nuevo inquilino, me era imposible realizar los cambios… ¿era mucho pedir que se fueran? Con el paso de los años, la gente entendió el mensaje y me dejaron la casa para mí.
Fue entonces que en realidad el lugar empezó a dar miedo de verdad. El primero que llegó fue un joven. Buscaba refugio de la incesante lluvia que mantenía al resto de los vecinos encerrados y se dio cuenta de lo fácil que sería forzar la vieja puerta de mi casa para entrar. Pensé en asustarlo, pero cuando lo intenté, me dí cuenta que el tipo estaba drogado, y aunque creo que si me vió, solo sonrió antes de quedarse completamente dormido. Ese fue el principio. Después, sus visitas se hicieron más frecuentes, ya fuera para drogarse o para tener sexo con alguna chica, pero siempre en medio del escándalo de sus narcocorridos y groserías. Después, llegaron otros más, quienes lo corrieron de mi casa, dijeron que el lugar era perfecto para poner una tiendita y así, a los pocos días, había mas gente viviendo en mi casa.
Traté de no darle importancia al asunto hasta que se atrevieron a profanar mi recámara con un altar a una estatua ante la cual se hincaban llamándola “niña blanca”. La ignorancia de la gente los vuelve esclavos, ellos no saben que la muerte no es un ser consciente sino una experiencia abstracta, pero, si no me quieren hacer caso ¿Cómo lo van a saber? Si bien antes de que ellos llegaran la gente de estos rumbos evitaba pasar frente a mi casa porque tenían miedo de mi presencia, ahora pareciera que tienen más miedo de los nuevos inquilinos. Les prometo que haré todo lo posible para que se vayan de aquí y que me dejen en paz, que nos dejen en paz a todos. Aunque lo que me resulta más irónico es que, al fin y al cabo, la gente tiene más miedo de ellos mismos, de los vivos, que de nosotros, los muertos. ¿O que no hay nadie más que extrañe aquellos buenos tiempos?:cowverine:
saludos Ozmodiar
