genio

VISITA

Bovino de la familia
#1
Aquel muchacho estaba casado con una chica que era guitarrista de concierto. Vivía feliz con ella. Sólo una sombra opacaba su ventura: la muchacha tenía poco busto, y a él le gustaban las mujeres con mucha pechonalidad. Bien lo dijo Balzac: “Una mujer sin busto es como una cama sin almohada”. Cierto día entraron los dos en una tienda de antigüedades y vieron ahí una lámpara de estilo oriental que les gustó. La compraron, y al llegar a la casa él la frotó para limpiarla. De la lámpara salió un genio.
“Gracias por romper mi encantamiento -dijo el genio-. Tienes derecho a que te cumpla dos deseos”.
Sin vacilar pidió el muchacho: “Haz que el busto de mi mujer sea más grande”.
El genio hizo un ademán sobre el menguado planisferio de ella, y los dos atributos pectorales de la asombrada chica crecieron de tal manera que Sofia Loren, Gina Lollobrigida, Silvana Pampanini y otras féminas de tetamen legendario quedaron en calidad de despechadas.
“¡Santo Cielo! -exclamó la muchacha al ver su frontis colmado con tan munífico caudal-. ¡Con este busto no voy a poder alcanzar la guitarra! ¡Pídele al genio, como segundo deseo, que me reduzca algo el busto! ¡Si no lo haces, mi carrera de concertista habrá acabado!”.
El muchacho, sin apartar la golosa mirada del nuevo atractivo de su mujercita, le pidió al genio: “Haz que los brazos de mi mujer sean más largos”
 
Arriba