Que tal compañeros, aquí les traigo otro relato que me paso a mí y a unos amigos por andar jugando con la maldita ouija y lo que pasó es real, la pura verdad, aunque no crean mi relato, tanto yo como los que estuvieron presentes sabemos lo que vimos y sabemos que fue real…
Cuando uno es adolescente le valen muchas cosas y creo yo que es la transición de niño a hombre ( por decirlo asi) que uno quiere demostrar que no le teme a nada, y es por eso que cuatro amigos y yo se nos ocurrió meternos a un panteón, en la noche, a jugar la ouija, en halloween (que estupidez!)., los que sean de monterrey sabrán de que panteón hablo, es el que está adelantito de donde estaba la disco KAOS por ave. Garza sada.
Bueno, resulta que ese panteón tenía una entrada clandestina por una pared que se le estaban cayendo los ladrillos y por ahí nos metimos, eran como las 10:00 p.m. (no era tan tarde) y después de avanzar un rato, nos pusimos en una lápida a empezar a jugar con la tabla. Como yo era el que tenía más “experiencia” en mover la tabla porque yo tenía mi propia ouija, pero la de esa vez era de un amigo y entre ese amigo y yo empezamos la sesión.
Teníamos como unos 15 minutos de intentar moverla y nada, luego de repente se empezó a escuchar a lo lejos la tonada de “las mañanitas”, todos nos pusimos a escuchar y dejamos la ouija a un lado, un amigo dijo que se escuchaba ahí dentro del panteón y callados fuimos siguiendo la tonadita hasta que llegamos a una tumba y sobre la lápida estaba una tarjeta de felicitación abierta, de esas que al abrirlas se empieza a escuchar una canción, y en esa eran las mañanitas. Un amigo la tomó y todos la observamos, no había nada escrito, solo la fecha que concordaba con la fecha de defunción de la persona que estaba enterrada ( un muchacho).
Total yo le dije al amigo que había tomado la tarjeta que mejor la devolviera y así lo hizo, justo cuando la dejó se escuchó un gruñido y pa´pronto que todos nos pusimos a correr hasta la salida, obvio pensamos que era el perro del velador y en el trayecto hacia la salida volvimos a escuchar la tonadita de las mañanitas, no paramos hasta llegar a la camioneta de un amigo en la cual habíamos llegado a ese panteón. Nos metimos todos en chinga y nos fuimos de ahí, en el camino de vuelta a nuestra colonia empezamos a bromear de la aventura y a reírnos de lo que nos había pasado hasta que un amigo nos hizo notar algo con una frase que siempre recuerdo: “no mames wey!!que chingados es eso?!” le preguntaba al amigo que había tomado la tarjeta y su brazo derecho estaba todo rasguñado del codo hasta las muñecas, neta, eran rasguños por todo el brazo y él dijo que nunca sintió nada, quien sabe que habrá sido, también la ouija estaba en la parte de atrás de la camioneta (una suburban) y nadie dijo que la hubiera tomado porque solo la hicimos a un lado cuando fuimos a seguir la tonada de la tarjeta, quizás la adrenalina del momento le hizo olvidar a alguien que a lo mejor sí la había recogido y puesto en la camioneta, quien sabe.
Total que el regreso a casa fue muy callado porque nunca comprobamos si en realidad fue un perro lo que nos gruño porque no se escucharon ladridos ni nada que constatara que era un perro (¿?),la tonadita de las mañanitas y como se volvió a escuchar, porque no había tanto aire como para abrirse sola (¿?), la ouija hasta la fecha nadie dice haberla recogido (¿?), el brazo del amigo todo rasguñado (¿?).
Esa noche no pudimos mover la ouija, pero con la experiencia fue suficiente.
Increíble verdad?, pues así pasó, quizás si alguien más me lo contara, no lo creería pero me pasó a mí y ya ustedes decidan…saludos a todos.
Cuando uno es adolescente le valen muchas cosas y creo yo que es la transición de niño a hombre ( por decirlo asi) que uno quiere demostrar que no le teme a nada, y es por eso que cuatro amigos y yo se nos ocurrió meternos a un panteón, en la noche, a jugar la ouija, en halloween (que estupidez!)., los que sean de monterrey sabrán de que panteón hablo, es el que está adelantito de donde estaba la disco KAOS por ave. Garza sada.
Bueno, resulta que ese panteón tenía una entrada clandestina por una pared que se le estaban cayendo los ladrillos y por ahí nos metimos, eran como las 10:00 p.m. (no era tan tarde) y después de avanzar un rato, nos pusimos en una lápida a empezar a jugar con la tabla. Como yo era el que tenía más “experiencia” en mover la tabla porque yo tenía mi propia ouija, pero la de esa vez era de un amigo y entre ese amigo y yo empezamos la sesión.
Teníamos como unos 15 minutos de intentar moverla y nada, luego de repente se empezó a escuchar a lo lejos la tonada de “las mañanitas”, todos nos pusimos a escuchar y dejamos la ouija a un lado, un amigo dijo que se escuchaba ahí dentro del panteón y callados fuimos siguiendo la tonadita hasta que llegamos a una tumba y sobre la lápida estaba una tarjeta de felicitación abierta, de esas que al abrirlas se empieza a escuchar una canción, y en esa eran las mañanitas. Un amigo la tomó y todos la observamos, no había nada escrito, solo la fecha que concordaba con la fecha de defunción de la persona que estaba enterrada ( un muchacho).
Total yo le dije al amigo que había tomado la tarjeta que mejor la devolviera y así lo hizo, justo cuando la dejó se escuchó un gruñido y pa´pronto que todos nos pusimos a correr hasta la salida, obvio pensamos que era el perro del velador y en el trayecto hacia la salida volvimos a escuchar la tonadita de las mañanitas, no paramos hasta llegar a la camioneta de un amigo en la cual habíamos llegado a ese panteón. Nos metimos todos en chinga y nos fuimos de ahí, en el camino de vuelta a nuestra colonia empezamos a bromear de la aventura y a reírnos de lo que nos había pasado hasta que un amigo nos hizo notar algo con una frase que siempre recuerdo: “no mames wey!!que chingados es eso?!” le preguntaba al amigo que había tomado la tarjeta y su brazo derecho estaba todo rasguñado del codo hasta las muñecas, neta, eran rasguños por todo el brazo y él dijo que nunca sintió nada, quien sabe que habrá sido, también la ouija estaba en la parte de atrás de la camioneta (una suburban) y nadie dijo que la hubiera tomado porque solo la hicimos a un lado cuando fuimos a seguir la tonada de la tarjeta, quizás la adrenalina del momento le hizo olvidar a alguien que a lo mejor sí la había recogido y puesto en la camioneta, quien sabe.
Total que el regreso a casa fue muy callado porque nunca comprobamos si en realidad fue un perro lo que nos gruño porque no se escucharon ladridos ni nada que constatara que era un perro (¿?),la tonadita de las mañanitas y como se volvió a escuchar, porque no había tanto aire como para abrirse sola (¿?), la ouija hasta la fecha nadie dice haberla recogido (¿?), el brazo del amigo todo rasguñado (¿?).
Esa noche no pudimos mover la ouija, pero con la experiencia fue suficiente.
Increíble verdad?, pues así pasó, quizás si alguien más me lo contara, no lo creería pero me pasó a mí y ya ustedes decidan…saludos a todos.
... creo que esta mala experiencia les ha enseñado a no jugar con cosas que no pueden controlar, yo creo que existen muchas cosas que no podemos ver, sin embargo ahí están y pueden ser peligrosas .... que buen relato man, así es que esperemos otro muy pronto..!! gracias por compartir..!!
