El populismo en América latina durante la primera mitad del siglo XX.

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Bovino adolescente
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El populismo en América latina durante la primera mitad del siglo XX.

La irrupción del populismo en diferentes regiones y lugares, en épocas similares o diacrónicas muestran la característica, en cierto modo, adaptativa y ecléctica, de responder a determinadas condiciones comunes de atraso y desigualdad social y económica que traspasan las barreras del tiempo y el espacio. Por ello, el populismo tenía bastantes motivos para resurgir –con variantes, obviamente- en los países del llamado "Tercer Mundo". Y América Latina dio el primer paso. No vamos a describir aquí las características particulares de los populismos en cada uno de los países latinoamericanos. Para ello, remitimos al cuadro comparativo que presentamos en el inciso 3. Trataremos de sintetizar las principales características del populismo histórico latinoamericano, siguiendo a G. Germani, T. Di Tella y O. Ianni (1984 y 1973), principales analistas y teóricos del populismo histórico latinoamericano desde la óptica de lucha de clases, que a nuestro juicio, es bastante fundada, pese a algunas interpretaciones controversiales producto de su óptica marxista (como por ej. Creer que el populismo es una etapa "previa" y "superada" de la lucha revolucionaria)

Origen

Según estos autores, el populismo de la primera mitad del siglo XX en nuestros países es una "etapa", determinada por "la conformación definitiva de la sociedad de clases", dentro de un contexto de industrialización y acelerada urbanización. Este período superó la época del "Estado Oligárquico", Oligárquico dominada por relaciones estamentales o de casta creadas por el colonialismo mercantilista ligado al régimen esclavista.
El origen del populismo está ligado a la crisis del Estado Oligárquico. El populismo sucede a una serie de movimientos antioligárquicos de clase media (irigoyismo, tenientismo, por ej.), que estaban revestidos de un espíritu liberal y que buscaban el establecimiento de un estado de tipo Liberal (económica y políticamente hablando), difundiendo una serie de ideas sobre el progreso económico, la reforma institucional, la democratización, la libertad, etcétera. Sin embargo es la nueva estructura de clases, creada por la creciente urbanización, la inmigración campo-ciudad, el desarrollo industrial, el crecimiento del sector de servicios, la que pone en jaque al sistema oligárguico. En esta crisis juegan un papel importante además, tres acontecimientos externos (I Guerra Mundial, Depresión Económica de los 30, y II Guerra Mundial) que funcionaron como rupturas estructurales en las naciones de economía dependiente, como eran las nuestras.
Las mencionadas crisis mundiales provocaron convulsiones políticas internas en los países dependientes del capitalismo, como lo eran los latinoamericanos, o propiciaron eclosión de fuerzas políticas, sociales y económicas que se encontraban controladas durante la vigencia de los gobiernos oligárquicos. De esta forma, el populismo histórico latinoamericano correspondió a una fase de las transformaciones del Estado capitalista, en que la burguesía agroexportadora y la burguesía minera y comercial pierden el monopolio del poder político en provecho de las clases sociales urbanas (burguesía industrial, clase media, proletariado industrial, militares, intelectuales).
Configuración del populismo

El populismo en América Latina fue una alianza entre clases sociales antagónicas, en proceso de formación (burguesía, por un lado, y proletariado, campesinos y clases medias, por el otro), guiadas por el propósito de confrontar y derribar el Estado Oligárquico, heredero del colonialismo, que desde el siglo XIX predominaba en todos los países del subcontinente. A nivel externo se luchó contra un enemigo llamado imperialismo norteamericano.
El período del ascenso y auge del populismo es llamada por Octavio Lanni, "época de la política de masas", en la cual la burguesía industrial asume el liderazgo ostentoso de las luchas reivindicativas y reformistas de la clase obrera y otros grupos populares. En estos años fueron creadas nuevas organizaciones técnicas y estilos de liderazgo político, surgiendo una ideología peculiar, llamada el "principio de paz social" o "armonía entre las clases", el cual adquirió primacía sobre las ideas y prácticas políticas inspiradas en los antagonismos de clase. La unión táctica de grupos de intelectuales, clases populares, y sectores de la burguesía y de las fuerzas armadas se consolidó con el fin de acelerar las rupturas estructurales que habían debilitado a la oligarquía y al imperialismo. Obviamente, se jugaban intereses diversos, pero todos coincidían en que el desarrollismo nacionalista era una estrategia posible, primordial y urgente.
Dentro de esta "pacto" es necesario diferenciar dos tipos de populismo: Uno, el de las altas esferas (gobernantes, políticos, burgueses, profesionales, políticos, demagogos), que utilizan tácticamente a las masas trabajadoras y a los sectores más pobres de la clase media. Dos, el populismo de las masas (trabajadores, migrantes rurales, baja clase media, estudiantes radicales, intelectuales de izquierda). En situaciones normales, perecía existir una armonía total entre estos dos populismos. Sin embargo, en los momentos críticos, cuando las contradicciones políticas y económicas se agudizaban, el populismo de las masas tendía a asumir formas revolucionarias. En estas situaciones ocurre la metamorfosis de los movimientos de masas en lucha de clases. Por su parte, el populismo de las altas esferas abandonó a su suerte a las masas, sin antes impedir que den el paso decisivo en las luchas políticas.
La burguesía industrial emergente, entonces, acabó por mantener su preponderancia sobre las otras fuerzas políticas combinadas en el pacto populista, asumiendo el liderazgo directo de las luchas reivindicativas y reformistas de las clases obreras y de amplios sectores de la clase media. A fin y cuentas, esa burguesía, aliada con militares, intelectuales, clase media, era la clase victoriosa en la lucha contra la oligarquía. La burgeuesía controló a las demás clases sociales integradas en el Pacto Cualquier intento de giro hacia la izquierda era rápidamente evitado con cierta dosis de autoritarismo o violencia reaccionaria. Cuando la politización de las masas amenazó con descontrolar el movimiento, el golpe de Estado resolvía el problema.
Y es que en la nueva configuración del sistema de clases propiciada por los procesos de urbanización e industrialización, entre otros, no existían las condiciones sociales necesarias para el fortalecimiento de posiciones radicales (como eran las socialistas). Muchas de las propuestas expresadas por estos grupos, estaban tomadas directamente de Europa sin ninguna reelaboración contextual, y por lo tanto, no tenían mayor apoyo popular. Además, según el autor, las condiciones en las cuales se encontraba la clase obrera en las crecientes ciudades, la conciencia de movilidad social superaba a la conciencia de clase. Los trabajadores recién llegados a las ciudades estaban en un proceso de resocialización. Si bien una parte de ellos fue sindicalizada y politizada, la mayoría permanece fuera de los cuadros políticos institucionales. En general, esa mayoría no tenía mayor conciencia política; su participación se limitaba a las elecciones, a los movimientos de masas, facilitando los liderazgos carismáticos y su manipulación por demagogos.
Para la gran mayoría de los adeptos al populismo, lo que estaba en juego era el ascenso económico y social. En un plano secundario se colocaba la democratización de las organizaciones y las relaciones sociales. En la mayoría de los casos el objetivo era lograr una estrategia política de desarrollo económico nacional que exigía un cambio en el manejo de las estructuras de poder, el manejo de las relaciones entre el Estado y la sociedad.
El populismo latinoamericano aparece como un fenómeno urbano; su base social y económica está en las ciudades más desarrolladas y en las que los sectores secundario y terciario tienen mayor dinamismo.
En algunos países con fuerte presencia indígena y con tradición comunitaria en las bases (Perú, México) el populismo sufrió una variante respecto al modelo urbano y capitalista al revestirse de en elemento tradicionalista y anticapitalista, idealizando la aldea comunal indígena y sus valores.
El populismo en el poder

Por lo que respecta a sus fines económicos más generales, los movimientos y gobiernos populistas fueron abiertamente favorables a la industrialización y a la hegemonía de la industria sobre la agricultura y la minería. A la industrialización se la tomaba como equivalente del desarrollo económico en general, e indicador de bienestar social para el proletariado, mientras que los sectores agropecuario y minero eran considerados causas fundamentales de atraso económico y social. ¿Por que?. Los populismos consideraban que la exportación de materias primas y dependencia económica eran sinónimos para un país que no poseía industria. En este sentido aparecía ligado el nacionalismo, respondiendo a un propósito económico. En la medida en que desarrollaba una reorientación del subsistema económico nacional y cierta ruptura con el imperialismo, el populismo tenía algún compromiso con la idea de un capitalismo nacional y de una burguesía nacional. Para ello era indispensable un Estado fuerte que controlara las relaciones económicas capitalistas, que garantizara la nacionalización de la economía.
El populismo, en los países donde llegó al poder, adquirió formas autoritarias y algunas de ellas, dictatoriales. El peronismo, cardelismo, getulismo, velasquismo, marinismo, etc. Tenían en común un marcado acento autoritario- paternalista. Estaba en juego una estrategia política de desarrollismo nacional, junto a un remodelamiento de estructuras de poder. Por lo tanto, las masas debían permanecer bajo el control estratégico de la burguesía, el cual sería el encargado de idear y conducir el proceso. El gobierno populista aceptó apenas la coraza política que las masas le podían propiciar (votos, comicios, huelgas, etc.), pero bajo ningún concepto aceptó la defensa armada por parte de trabajadores y estudiantes. Cualquier defensa armada sostenida en las masas colocaba al poder burgués automáticamente, en el camino de su liquidación.
El populismo en el poder hizo una combinación sui generis de sistemas de movilización y control de las masas asalariadas urbanas con el aparato estatal. En una democracia representativa, tiende a haber una separación clara entre el Estado, el partido del gobierno y las bases populares. En el populismo ocurre una combinación singular entre el Estado, el partido gubernamental y el sistema sindical. Por esta combinación, algunos ven semejanzas con el Estado Socialista y el Estado Fascista. Sin embargo existen diferencias fundamentales: en el estado Fascista, la combinación se realiza de acuerdo con las exigencias de la dictadura de la burguesía y del capitalismo monoplista; en el Estado Socialista, esta vinculación se realiza según las exigencias de la dictadura del proletariado y de la socialización de los medios de producción. En el Populismo, el sistema de poder Estado - Partido - Sindicato se apoya en la alianza de clases, bajo la égida directa o mediatizada de la burguesía. El Estado populista es propuesto e impuesto a la sociedad como si fuera el mejor y único intérprete del "pueblo" (proletariado, campesinos, estudiantes, clase media), sin la mediación de los partidos. El pueblo ve al Estado a su guardián, intérprete, portavoz y realizador.
Una característica importante es la relación establecida con los asuntos económicos internos y externos. Dado el contexto de crisis del capitalismo internacional y de caída de la economía primaria exportadora en el que los populismos nacieron, los gobiernos populistas actuaron con medidas financieras correctivas y alternativas, destacándose el impulso a la industrialización sustitutiva de importaciones, y el intervencionismo económico. Bajo el gobierno populista el aparato estatal adquirió nuevas dimensiones como fuerza productiva, como agente económico. El Estado populista afectó sin duda la organización política de las formas de producción en una época en que crecieron las fuerzas productivas y el mercado interno.
El populismo, latinoamericano puede considerarse como arrevolucionario, en tiempos normales. Es escencialmente reformista, apoyando la doctrina de la "paz social" entre las clases sociales. En tiempos de crisis, sin embargo, el populismo revela su contenido antirrevolucionario. En épocas de crisis, las organizaciones, técnicas, liderazgos e ideologías populistas se revelan incapaces de transformarse en el sentido de la revolución. En la mayor parte de los casos, los cuadros burgueses y de la clase media se alían con los otros grupos de las clases dominantes, abandonando a su suerte a las masas. Las contradicciones estructurales internas y externas se agudizaron, llevando al colapso al populismo como modelo político de desarrollo y emancipación. De esta forma, La paradoja del populismo latinoamericano está en que estaba fundado en un pacto de clases sociales. Por lo tanto, cuando se rompió esta alianza, la ruptura se debió principalmente a las contradicciones desarrolladas entre las clases que componen el propio populismo. Generalmente hubo un resentimiento entre los miembros de la alianza y una mayor precisión en los perfiles de cada clase social.




En la historia latinoamericana tenemos numerosos ejemplos de ello, lo cual debe ser utilizarlo positivamente para bien de un nuevo proceso de transformación social y económica alternativo al neoliberalismo salvaje.

Estamos en un proceso "globalizador" cultural y económico del mundo. Proceso que no es otra cosa que buscar una homogenización, cuestión a todas luces imposible y dañina. Los seres humanos somos iguales en cuanto a "humanos", pero tenemos diversidad de culturas y maneras de pensar. Las soluciones a los problemas no son las mismas en todas partes. Pero las soluciones no se hacen de manera individual. La invitación y la necesidad es, entonces, a mirar de nuevo las comunidades, las regiones, la casa, lo que tenemos dentro, y a partir de ello, sabiendo quienes somos, qué necesitamos, qué queremos, buscar la transformación del sistema vigente, y pensar de esta manera implica crear procesos de largo plazo, de varias generaciones, lo cual implica tener buenas bases.

El populismo histórico creyó en el Estado como principal regulador económico y social. Trató de fortalecerlo a toda costa, llegando algunas veces a la exageración y produciendo efectos negativos como la excesiva burocratización. De todas formas, la idea de un Estado fuerte debe ser rescatada. Crear un Estado fuerte, pero descentralizado, es indispensable, pese a la creencia errónea que estos dos conceptos son contradictorios. Actualmente se busca disminuir el tamaño del Estado en pro del capital privado y de la iniciativa privada, y paralelamente se emplean procesos de descentralización, que no han sido efectivos, al menos en nuestros países. Un Estado nominal no sirve para nada, un Estado débil no puede regular, y tal vez uno de los grandes poblemas que ha tenido este país ha sido la debilidad del Estado. Y paradójicamente, las pocas responsabilidades que había adquirido, por mandato de "afuera" las están eliminando. Por ej, ¿Si no es el Estado, quién garantiza la seguridad social, el bienestar general?. ¿El capital privado?. Sólo lo hará si le es rentable. Y no siempre el bienestar es rentable, económicamente hablando.

Otra enseñanza del populismo histórico es su concepción amplia de pueblo, no reducida a los sectores proletarios, como pretendió hacerlo el marxismo, creyendo que sólo ellos tendrían la capacidad y la Conciencia para construir una mejor sociedad. Los procesos de mayor cobertura de las comunicaciones, y la variedad de las mismas hace cada vez más difícil pensar que sólo un porcentaje urbano y asalaridado de las masas populares tienen conciencia de su situación y las herramientas suficientes para afrontarla y transformarla. Los campesinos (los grandes olvidados de la teoría social) y nuevas clases sociales populares urbanas no proletarias (trabajadores independientes, rebuscadores, pequeños comerciantes, etc.), los niños, los jóvenes, las mujeres, tienen cada vez mayor conciencia del mundo en que viven y también tienen propuestas de cambio. Es indispensable congregarlas, no en una gran masa, sino en agrupaciones intercomunicadas (como las células del
cuerpo humano).
El populismo, entonces, no es, ni mucho menos una experiencia del pasado, una teoría pasada de moda, ni la caricatura que algunos políticos y medios de comunicación presentan, entresacando de este movimiento sólo sus aspectos más negativos y espectaculares: el tono populachero de los discursos, los gritos, los remedos de liderazgo carismático, el autoritarismo, etc. El populismo fue una lectura de una realida concreta, y mientras esta persista o aparezca de nuevo, habrá oportunidad para re-crearlo.

5. Bibliografía

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FERREIRA, Jorge. Trabalhadores do Brasil o imaginario popular. 1930-1945. Rio de Janeiro, Fundacao Getulio Vargas, 1997
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IANNI, Octavio. La Formación del Estado Populista en América Latina. Mexico: Ediciones ERA, 1984.
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LUNA, Félix. Perón y su tiempo. (s.d.). (s.f.)
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Link
http://www.monografias.com/trabajos11/popul/popul.shtml
 
#2
Curiosamente nadie comenta tu nota, la cual se me hace muy interesante, sera porque en este foro abundan los izquierdistas radicales que se no aceptan ninguna otra ideologia que no sea la suya.
Saludos
 

eoz

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#3
Curiosamente nadie comenta tu nota, la cual se me hace muy interesante, sera porque en este foro abundan los izquierdistas radicales que se no aceptan ninguna otra ideologia que no sea la suya.
Saludos
Si sabías que esto es trollear verdad? Si no, ya lo vas aprendiendo.


Y para que te lo sepas el populismo no es exclusivo de un sector ideológico si no me crees pregunta en el PAN por Fox, Calderón y las iPads de Josefina.
 
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