En una de esas noches, en las cuáles el lobo
le aullaba a la luna, sin ésta presente, se
acercó a él un Búho, y le preguntó -Amigo
Lobo, cuál es tu problema, por qué siempre
estás aquí aullando, incluso cuando la luna
no aparece por nuestro cielo- El
Lobo, sorprendido por la
intervención abrupta del Búho, simplemente
volteó su mirada y le dijo -La luna es mi fiel
compañera, yo sé que aunque yo no pueda
verla, ella siempre está ahí en el cielo,
dispuesta a darme su luz y a acompañarme
todas mis noches-.
El búho, extrañado por la respuesta tan
sensata del Lobo, le contestó: -¿Y nunca te
has peguntado por qué la luna desaparece
algunas noches?, por qué incluso en las
noches más solitarias, ella no hace el intento
de aparecer cerca en tu vida, ¿de verdad
piensas que tu insignificante vida le importa
a la luna?-.
El Lobo, un poco molesto y aturdido por el
atrevimiento del Búho le contestó:
-Yo sé que la luna tiene muchas cosas
importantes que hacer, incluso más
importantes que yo, yo no pido que la luna
sea solamente para mí, yo lo único que pido
en mis noches, no importa si son las más
frías o las más cálidas, es su presencia, pues
he aprendido a amar a la luna, a pesar de
todas las adversidades que pueda implicar
esta aseveración-
El Búho, tratando de persuadir al Lobo le
dijo: -Entiendo tu sentir amigo lobo, pero es
necesario que pienses en todas las estrellas
que hay en el cielo, no tienes
porque confórmate esperando a que la luna
esté eventualmente, tienes que mirar algunas
nuevas estrellas, incluso más bellas y
constantes que la luna, sé listo y no te
conformes con una sola cosa, puedes tener
todo lo que la luna no te puede dar,
buscando en otras estrellas-.
El Lobo, con mucha tranquilidad le explicó al
Búho: -Amigo, sé que siempre es más fácil
mirar en las distintas direcciones que nos
presenta el horizonte, siempre es más
sencillo mirar al presente, cuando lo que
amas está ausente, y es de esa manera, que
en la sencillez de la vida, podemos encontrar
felicidad momentánea, aceptando todo lo que
la vida nos da. Lo complicado en la vida, es
saber cuidar lo que nos produce felicidad
eterna, la luna, cómo bien dices, pasa mucho
de su tiempo ausente en mi vida, incluso
cuando más he necesitado de su presencia,
ya he volteado al cielo y observado muchas
estrellas, pero yo decidí que a la luna le voy
a dedicar mis aullidos, porque ella me dedica
sus noches más hermosas-.
El búho, sin más que hacer, decidió partir a
seguir disfrutando de las estrellas, él, al
igual que el lobo, alguna vez dedicó sus
noches para contemplar y cantarle a la luna,
pero se cansó de que la luna no siempre
fuera lo que él esperaba, así que decidió ir a
contemplar estrellas y encontró mucha de
esa felicidad momentánea de la que habló el
Lobo, tanta, que esa felicidad fue mejor que
la que le provocaba últimamente la luna
cuando le iluminaba sus noches, en esos
momentos el búho se sentía feliz, de saber
que mientras la luna estaba ausente, el podía
disfrutar de la belleza de todas las estrellas
en el cielo. Al pasar del tiempo, el Búho, se
dio cuenta que por andar buscando nuevas
estrellas, descuidó tanto a la luna, que ya
había olvidado el lugar donde él solía
contemplar la belleza de la luna, que ahora
tanta falta le hacía, pues nada se puede
comprar con lo que la luna en su momento le
hacía sentir al búho.
En un ataque de desesperación y de
una búsqueda exhaustiva, logró recordar el
lugar en donde él solía mirar a la luna, y fue
entonces cuando llegó y vio que ese lugar ya
estaba ocupado, estaba ocupado por el
lobo.Y así fue cómo comenzó esa charla...
