El amor no es una droga

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El amor no es una droga
El amor es la única necesidad que tiene el ser humano. Amar y ser él mismo. La sexualidad no es amor. El
amor dice: "No soy yo quien te amo, sino que es el amor el que está aquí, es mi esencia, y no puedo menos
que amar." Eso surge libremente cuando estás despierto y se han caído tus programaciones.
Cuando comprendes que eres felicidad no tienes que hacer nada. Sólo dejar caer las ilusiones. El apego se fomenta
porque tú te haces la ilusión (porque así te lo han predicado y lo has leído en mucha literatura barata) de que tienes que conseguir la felicidad buscándola fuera; y esto hace que desees agarrarte a las personas que
crees te producen felicidad, por miedo a perderlas. Pero como esto no es así, en cuanto te fallan, o crees que
te fallan, vienen la infelicidad, la desilusión y la angustia.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la
sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible. Lo importante es desengancharse, despertando,
para ver que todo ha sido una ilusión. La única solución es dejar la droga, pero tendrás los síntomas de la
abstinencia. ¿Cómo vivir sin algo que era para ti tan especial? ¿Cómo pasarte sin el aplauso y la aceptación?
Es un proceso de sustracción, de desprenderte de esas mentiras. Arrancar esto es como arrancarte de las
garras de la sociedad.
Habías llegado a un estado grave de incapacidad de amar, porque era imposible que vieras a las personas tal
como son. Si quieres volver a amar, tendrás que aprender a ver a las personas y las cosas tal como son.
Empezando por ti. Para amar a las personas has de abandonar la necesidad de ellas y de su aprobación. Te
basta con tu aceptación. Ver claramente la verdad sin engaños. Alimentarte con cosas espirituales: compañía
alegre, camaradería sin apegos, y practicando tu sensibilidad con música, buena lectura, naturaleza...
Poco a poco, ese corazón que era un desierto siempre lleno de sed insaciable, se convertirá en un campo
inmenso produciendo flores de amor por todas partes, mientras suena para ti una maravillosa melodía: has encontrado
la vida.
Piensa en uno de los pasajes del Evangelio en que Jesús, después de despedir a la gente, se queda solo.
¡Qué hermoso es ese amor! Sólo el que sabe independizarse de las personas sabrá amarlas como son. Es una
independencia emocional, fuera de todo apego y de toda recriminación, lo que hace que el amor sea fuerte y
clarividente. La soledad es necesaria para comprenderte fuera de toda programación. Sólo la luz de la conciencia
es capaz de expulsar todas esas ilusiones y pesadillas en las que estamos viviendo y, con ellas, expulsar
también los rencores, todas las necesidades y los apegos.
¿Cómo empezar? Llamando las cosas por su nombre. Llamar deseos a los deseos y exigencias a las
exigencias, y no disfrazarlas con otros nombres. El día en que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya
no te resistas a ver las cosas como son, se te irán deshaciendo tus ceguedades. Puede que aún sigas teniendo
deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
Aliméntate bien con placeres naturales: disfrutando de la naturaleza, ejercitando los placeres del tacto, del
oído, de la vista, del gusto, del olfato. Hay un mundo por descubrir desde nuestros sentidos atrofiados. Te
darás cuenta de que no hace falta otra cosa para ser mucho más feliz de lo que consigues ser ahora. Sentirte
libre, autónomo, seguro de ti a pesar de reconocerte con todas las limitaciones, o quizá por ello, porque has
aceptado el ser sin límites que eres, pero con todas las formas mediocres en las que te desenvuelves. Sólo conectarte
con la realidad te hará fuerte y no necesitarás apoyos ni apegos.
Todos somos necesarios.
Poder decir a tus amigos: "No pongas tu felicidad en mí porque yo puedo morirme o decepcionarte. Pon tu felicidad
en la vida y te darás cuenta de que, cuando quedas libre, es cuando eres capaz de amar." El amar es
una necesidad, pero no lo es el ser querido, ni el deseo. El vacío que llevamos dentro hace que tengamos
miedo de perder a las personas que amamos. Pero ese vacío se llena sólo con la realidad. Y cuando estás en
la realidad ya no echas de menos nada, ni a nadie. Te verás libre y lleno de felicidad, como las aves.
 
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