Declaración de guerra
Un día aparece en las noticias que dos parralenses (originarios de Parral,
Chihuaha, México) mueren bajo la lluvia de plomo que les otorga la "Migra",
policía de la zona fronteriza con los Estados Unidos.
El presidente municipal de Parral lee la noticia en el periódico, durante su
desayuno madrugador (11:30 am), consistente en unos chilaquiles bien picosos
y una deliciosa caguama bien fría, con lo que pretendía curarse una horrenda
cruda...
Es tanto su enojo al leer esta masacre de sus paisanos, que sale a medio
desayuno hacia su oficina, patinando llanta y arrollando cuanto perro se le
atravesaba en el camino. Al llegar a la presidencia municipal,
encabronadísimo, le dice a su secretario particular:
- A ver, comuníqueme inmediatamente al Pentágono.
- ¿A dónde dice, sr. Presidente?
- Ay, Torcuato, usté cada vez más pendejo. Al Pentágono, que esos pinches
gringos tienen que pagar lo que le hicieron a nuestros paisas.
El secretario lo comunica como puede y pide hablar con el secretario de
defensa de los EUA., de parte del presidente municipal de Hidalgo del
Parral.
Cuando está lista la comunicación, se adelanta el presidente municipal y
habla:
- ¡Óigame, hijo de la rechingada! Le hablo para avisarle que el municipio
libre y soberano de Parral, Chihuahua, le declara la guerra a los Estados
Unidos, por la muerte de nuestros paisas asesinados por la migra.
- Disculpe, no entiendo. ¿Quién dice que habla?
- No se haga pendejo, le habla Don Emeterio González, presidente municipal
de Parral. ¡Y sépanse que se los va a cargar la chingada!
- Oiga, y ese Parral... ¿Dónde queda?...
El Presidente municipal toma un breve minuto para tomar aire, porque estaba
más que encolerizado por esta falta de conocimiento.
- Mira, pendejo... Yo sé que ustedes se creen muy listos, y que ya hasta
tienen agentes de la CIA y el FBI infiltrados en mi gobierno para
desestabilizarme y ahora se hacen los que no saben donde estamos... Parral
está al sur de la capital de Chihuahua, en el meritito México, cabrón.
- Ah, ya veo. ¿Y dice que nos declara la guerra?
- ¡Si, por culeros! Y no se rajen, ¡porque se las vamos a partir!
- ¿Sabe usted que le está declarando la guerra al país más poderoso del
mundo?
- Pos eso nomás lo dicen ustedes, porque nosotros les vamos a dar una
chinga.
El secretario de la defensa ya diciendo en tono burlesco, le pregunta:
- ¿Y con qué armamento?
- Pos tenemos la fuerza municipal, a las que les acabamos de comprar
bicicletas nuevas. Te voy a echar a los judiciales con sus cuernos de chivo
y tenemos algunas pistolas. ¡Pero no hace falta más, porque nosotros somos
muy hombres!
- ¿Y si sabe usted que si nos declara la guerra, en menos de tres horas
puedo lanzarle cien misiles, 200 helicópteros, ciento cincuenta aviones
bombarderos y tres mil soldados apoyados por diez divisiones de tanques?...
Un momento de silencio del otro lado de la línea. El presidente municipal
recupera su aplomo y pregunta:
- ¿Cuántos soldados dice?
- Tres mil.
- A ver, espéreme tantito.
El presidente tapa el auricular con su mano y discute unos minutos con su
secretario. Después vuelve a hablar.
- Oiga, ¿pos sabe que? Yo creo que mejor no le vamos a entrar.
- ¿No que muy hombres?
- ¡Lo de machos no se discute!, pero hace poco nos recortaron el presupuesto
federal, las cosechas han salido muy malas, sacamos poco maíz y con la
sequía se nos murieron casi todas las vacas y nos quedan pocas gallinas.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- ¿Pos que cómo le vamos a dar de comer a tres mil soldados en la cárcel
municipal, cuando los tomemos prisioneros? ¡De todos modos chinguen a su
madre, adiós!...
Saludos.
Hector Robles:metal:
Un día aparece en las noticias que dos parralenses (originarios de Parral,
Chihuaha, México) mueren bajo la lluvia de plomo que les otorga la "Migra",
policía de la zona fronteriza con los Estados Unidos.
El presidente municipal de Parral lee la noticia en el periódico, durante su
desayuno madrugador (11:30 am), consistente en unos chilaquiles bien picosos
y una deliciosa caguama bien fría, con lo que pretendía curarse una horrenda
cruda...
Es tanto su enojo al leer esta masacre de sus paisanos, que sale a medio
desayuno hacia su oficina, patinando llanta y arrollando cuanto perro se le
atravesaba en el camino. Al llegar a la presidencia municipal,
encabronadísimo, le dice a su secretario particular:
- A ver, comuníqueme inmediatamente al Pentágono.
- ¿A dónde dice, sr. Presidente?
- Ay, Torcuato, usté cada vez más pendejo. Al Pentágono, que esos pinches
gringos tienen que pagar lo que le hicieron a nuestros paisas.
El secretario lo comunica como puede y pide hablar con el secretario de
defensa de los EUA., de parte del presidente municipal de Hidalgo del
Parral.
Cuando está lista la comunicación, se adelanta el presidente municipal y
habla:
- ¡Óigame, hijo de la rechingada! Le hablo para avisarle que el municipio
libre y soberano de Parral, Chihuahua, le declara la guerra a los Estados
Unidos, por la muerte de nuestros paisas asesinados por la migra.
- Disculpe, no entiendo. ¿Quién dice que habla?
- No se haga pendejo, le habla Don Emeterio González, presidente municipal
de Parral. ¡Y sépanse que se los va a cargar la chingada!
- Oiga, y ese Parral... ¿Dónde queda?...
El Presidente municipal toma un breve minuto para tomar aire, porque estaba
más que encolerizado por esta falta de conocimiento.
- Mira, pendejo... Yo sé que ustedes se creen muy listos, y que ya hasta
tienen agentes de la CIA y el FBI infiltrados en mi gobierno para
desestabilizarme y ahora se hacen los que no saben donde estamos... Parral
está al sur de la capital de Chihuahua, en el meritito México, cabrón.
- Ah, ya veo. ¿Y dice que nos declara la guerra?
- ¡Si, por culeros! Y no se rajen, ¡porque se las vamos a partir!
- ¿Sabe usted que le está declarando la guerra al país más poderoso del
mundo?
- Pos eso nomás lo dicen ustedes, porque nosotros les vamos a dar una
chinga.
El secretario de la defensa ya diciendo en tono burlesco, le pregunta:
- ¿Y con qué armamento?
- Pos tenemos la fuerza municipal, a las que les acabamos de comprar
bicicletas nuevas. Te voy a echar a los judiciales con sus cuernos de chivo
y tenemos algunas pistolas. ¡Pero no hace falta más, porque nosotros somos
muy hombres!
- ¿Y si sabe usted que si nos declara la guerra, en menos de tres horas
puedo lanzarle cien misiles, 200 helicópteros, ciento cincuenta aviones
bombarderos y tres mil soldados apoyados por diez divisiones de tanques?...
Un momento de silencio del otro lado de la línea. El presidente municipal
recupera su aplomo y pregunta:
- ¿Cuántos soldados dice?
- Tres mil.
- A ver, espéreme tantito.
El presidente tapa el auricular con su mano y discute unos minutos con su
secretario. Después vuelve a hablar.
- Oiga, ¿pos sabe que? Yo creo que mejor no le vamos a entrar.
- ¿No que muy hombres?
- ¡Lo de machos no se discute!, pero hace poco nos recortaron el presupuesto
federal, las cosechas han salido muy malas, sacamos poco maíz y con la
sequía se nos murieron casi todas las vacas y nos quedan pocas gallinas.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- ¿Pos que cómo le vamos a dar de comer a tres mil soldados en la cárcel
municipal, cuando los tomemos prisioneros? ¡De todos modos chinguen a su
madre, adiós!...
Saludos.
Hector Robles:metal:
de todas formas gracias por compartir.
