Cantinflas era el espejo de nuestro lenguaje: Basave

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El investigador muestra en su más reciente obra las características de un pueblo cuya mentalidad tiene bases muy arraigadas en las mentiras y la evasión.


¿Por qué un mexicano promedio se vuelve un conductor cortés, no tira basura y, en caso de ser infraccionado, no pide moche cuando maneja por alguna calle de Laredo o McCallen?
Este viraje a la conducta del mexicano promedio, que se produce en fracción de segundos, es una de las dudas que aquejaba al investigador y politólogo Agustín Basave Benítez (Monterrey, 1958), quien analizó desde la perspectiva del ensayo varias de las costumbres de la sociedad mexicana en el libro Mexicanidad y esquizofrenia. Los dos rostros del mexiJano (Oceano, 2010).
La dualidad en la forma de ser de los mexicanos es lo que originó la investigación, expresa Basave. La dualidad la encontramos por todas partes, asegura: Pedimos que se respeten las leyes, pero nosotros utilizamos la corrupción; queremos que no haya impunidad, pero no se le exige a la autoridad; deseamos que la ciudad no dé un mal aspecto, pero cualquiera tira la basura en la calle.
Así como lo tratara Octavio Paz en su Laberinto de la soledad, el mexicano vive tras sus propias máscaras.
“El mexicano vive en una especie de esquizofrenia, es bipolar. Claro que esto es en sentido metafórico y no psiquiátrico, pero actuamos como si lo fuéramos”, expresa el investigador, quien se ha alejado de la política por sentirse “decepcionado”.
Del libro, el autor aseguró que es un texto que “nos retrata como somos y que a mucha gente no le va a gustar”, pues lo considera crítico y reflexivo. Mexicanidad y esquizofrenia. Los dos rostros del mexiJano se presentó anoche en el auditorio de la Facultad de Derecho perteneciente a la UANL.
¿Pagar la multa o dar mordida?
Para nosotros los mexicanos, es más fácil pedir perdón que pedir permiso. En el diario actuar, puede resultar mucho más barato dar una mordida de 100 pesos al tránsito que ir a pagar una multa de 500 y que nos quitará una hora de nuestro tiempo en los trámites.
“Somos racionales, se nos ha perdido ese miedo a cometer lo indebido”, sentencia el autor.
La situación en este tipo de comportamientos no es nueva. Basave Benítez cierra, con este libro, una serie de publicaciones en torno al tema del mestizaje, que inició en 1992. A su parecer, el drástico choque de culturas ocasionado por la Conquista nos formó una mentalidad basada en la mentira y en las evasivas.
“El indio tenía que cuidar bien lo que decía, porque si no, recibiría un azote del capataz; el criollo no podía hablar abiertamente porque se le consideraba en contra de los españoles, y lo mismo pasaba con el mestizo. Siempre hablamos con evasivas”, expuso el catedrático de la Universidad Iberoamericana.
Después de haber militado en distintos partidos políticos, ya sea en el PRI o en el PRD, Basave Benítez se dice “decepcionado de la política como ella lo está de mí”, aunque asegura haber obtenido “mucha experiencia” que difícilmente se obtendría desde el cubículo.
Diferencia racial y diferencia de clases
El color de la piel todavía es definitorio para saber la clase social y económica a la que se pertenece en México. Los de piel morena estarán condenados a la clase baja o a la media, en el mejor de los casos; los de piel blanca, sin duda, aspiran a mejores condiciones.
Para el politólogo, “Hay dos méxicos, que están separados” y que condiciona a los sujetos a tener facilidades para su desarrollo económico y social por su color de piel.
Esta situación ha generado que conductas como el racismo sigan tan presentes en el imaginario del mexicano. La percepción que el gran grueso de la sociedad tiene sobre el indigenismo también cae en dos percepciones: nos sentimos orgullosos de nuestro pasado prehispánico pero sentimos desprecio hacia los indígenas actuales y sus demandas.
“Pareciera que sólo dignificamos al indio muerto, y que al indio vivo lo queremos muerto para dignificarlo”, comenta.
“No debemos resignarnos”
Pero lo que parecieran ser costumbres “arraigadas en el imaginario” de los mexicanos, también son oportunidades de para cambiar para bien.
“A veces decimos que así semos, lo decimos con gracia porque nos reímos de nosotros, pero las idiosincrasias se pueden cambiar para bien”, asegura Basave.
La conmemoración del Bicentenario también pudo –o debió- ser la excusa perfecta para generar este acto de análisis sobre si queremos seguir así o buscamos realmente un cambio.
“La sociedad es quien puede generar el cambio, no vendrá de políticos ni de gobiernos. Cada uno de nosotros puede hacerlo, ahora con las redes sociales es más fácil transmitir una idea y que ésta se propague. Si queremos seguir como estamos, mejor ni digamos nada”, sentencia.


Fuente: http://www.milenio.com/node/560989
 
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