AUDITORIA DE HACIENDA AL ABUELO

ntrprtr

Bovino maduro
#1
La Secretaría de Hacienda decide hacerle una auditoría al abuelo, y le envía un citatorio para que se presente a las oficinas de la dependencia. Al auditor no le sorprendió en absoluto que el abuelo se presentara acompañado de su abogado. El auditor le dice: "Bueno, señor, usted lleva un estilo de vida bastante extravagante y no tiene empleo, lo cual usted explica diciendo que gana dinero en las apuestas. No estoy seguro de que esa explicación le parezca muy plausible a la Secretaría de Hacienda".

"Soy muy buen apostador, y se lo puedo probar", dice el abuelo. "¿Que le parece si se lo demuestro?"

El auditor dice "De acuerdo, adelante".

El abuelo le dice "Le apuesto cincuenta mil pesos a que me puedo morder mi propio ojo"

El auditor lo piensa unos momentos y dice "De acuerdo, es una apuesta".

El abuelo se quita su ojo de vidrio y lo muerde. Al auditor casi se le cae la quijada.

El abuelo le dice "Ahora le apuesto doscientos cincuenta mil a que me puedo morder mi otro ojo"

Ahora el auditor puede darse cuenta de que el abuelo no es ciego, de manera que acepta la apuesta.

El abuelo se quita la dentadura y se muerde con ella el ojo bueno.

El sorprendido auditor se da cuenta que ha apostado -y perdido- trescientos mil pesos, con el abogado del abuelo está como testigo, y empieza a ponerse un tanto nervioso.

"¿Quiere apostar doble contra nada?" dice el abuelo. Le apuesto seiscientos mil pesos a que puedo pararme de un lado de su escritorio, y lanzar un chorro de orina a que caiga exactamente en la papelera que se encuentra en el rincón del otro lado, sin que caiga una sola gota en ninguna otra parte". El auditor, muy cauteloso esta vez, considera la propuesta del abuelo y decide que de ninguna manera el viejo podrá lograr hacer eso, de manera que acepta nuevamente.

El abuelo se pone de pie junto al escritorio y se baja el cierre del pantalón, pero aunque puja y se esfuerza al máximo, no puede hacer que el chorro llegue a la papelera en el rincón del otro lado, de manera que derrama orina sobre todo el escritorio del auditor y los documentos que se encuentran sobre el mismo.

El auditor brinca de gusto, dándose cuenta de que acaba de convertir una gran pérdida en una dulce victoria. Pero el abogado del abuelo se pone pálido, solloza y se lleva las manos a la cara.

"¿Se encuentra bien?" le pregunta el auditor al abogado.

"No, realmente no", le dice el abogado al auditor. "Esta mañana, cuando el abuelo me dijo que tenía un citatorio en Hacienda para una auditoría, me apostó diez millones de pesos a que cuando estuviéramos aquí, podríía orinar todo su escritorio, y que usted estaría dando brincos de felicidad por ello"

Moraleja: ¡¡¡No traten de joder a los viejos!!!
 
Arriba