ALGUNOS CUENTOS Y LEYENDAS COLOMBIANAS, (para los que gustan de relatos)

iso86

Bovino maduro
#1
navegando por la red me encontre estos relatos y pequeños cuentos que al parecer son mas folklore que verdad en fin disfruten

El Mohán Hay varias versiones de este espanto acuático, patrimonio de la tradición oral de la provincia de Tolima.
-En Ambalemaes un hombre pequeño, musculoso, de barba y cabello rojizos, ágil vivaracho, y tan sociable que muchas veces salía a mercar en compañia de los demás, porque de esta manera se daba cuenta de todo y podía actuar con más efectividad. Se le reconocía porque en sus compras nunca incluía sal. Cuando atacaba era un espíritu invisible al que se le escuchaban risas y cantos;otros afirman que puede transformarse a su antojo y así toma la forma de cualquier pescador conocido. Esto daba lugar a muchas confusiones.
-En Coyaima el Mohán era negro, tanto su piel como su espesa pelambre; de temperamento huraño, huidizo y desconfiado; poco mujeriego pero más feroz. Tenía muchos encantamientos y guacas al rededor, tesoros que él hacía inconquistables. Su mirada era maléfica y sus persecuciones funestas.
-En Chenche es un hombre de mediana edad, alto de nariz aguileña, ojos negros, largos cabellos con los que cubría su desnudez; sus manos eran finas, de largos dedos y afiladas uñas; boca grande, bien formada y dentadura de oro. Tenía muchas alajas en los dedos. Habitaba en un palacio de oro en las profundidades de los remolinos en los que se oía una música monótona e hipnótica; se dice que su morada no tenía asiento.

El Cazador Es un espíritu maligno, alma de algien que sólo se dedicaba a cazar. Los que toman esta afición por vicio escuchan el lúgubre ladrar de su perro. Todo enmudece, las mulas se sueltan, y se escuchan los disparos a lo lejos. La víctima enloquece o muere.

El Tunjo Es un espíritu que se presenta como un bebé llorando en la vera de un camino abanonado o la orilla de un río no muy visitado, y busca alguien que lo cuide, y a cambio lo volverá rico. Si la persona va a caballo y pasa de largo el niño lo alcanza y se monta en en la grupa, y dado el susto no se podrá librar de él si no es corriendo desesperadamente. Otros se bajan de la bestia y lo recogen; pero el bebé les habla claramente: -Papá, mire, ya tengo ñentes-. Abre la boca y se le escapa una llamarada, produciendo, obviamente, un susto terrible, y la persona huye despavorida. Pero si alguien ya conoce el truco, lo recoge y antes de dejarlo hablar se moja el pulgar y lo santigua; entonces el niño se convertirá en un muñeco de oro que , si se guarda bien, traerá riqueza.

La Candileja
Era una señora demasiado indulgente con sus dos nietos, quienes hacían toda clase de travesuras. Su alcahuetería llegó a tal extremo, que un día permitió que la ensillaran y la montaran como a una bestia, y los muchachos cabalgaron hasta matarla. Muerta la señora, en el juicio, se le reprochó la falta de severidad con sus nietos, y fue condenada a vagar como un espíritu. A los viajeros de a caballo los sigue y se les monta en la grupa para arañarlos y privarlos del sentido. Persigue a los borrachos y a los malos padres, y la única forma de ahuyentarla es insultándola o maldiciéndola, porque si se le reza más se aproxima. Se manifiesta en forma de un chisporroteo rojizo en lugares solitarios; a veces aparecen junto a ella otras dos luces.

El Guango. Era un hombre huraño y avaro que jamás colaboró a nadie, que jamás quiso colaborar con el transporte de un muerto para darle sepultura, alegando que él no era carguero de nadie y que cuando él muriera bien podían dejarlo tirado en cualquier lugar. Una vez muerto los vecinos olvidaron viejos rencores y recolectaron dinero para enterrarlo; construyeron un “guango” (andas) y trataron de levantar al hombre, pero estaba tan pesado, que se necesitaron muchos hombres para levantarlo y transportarlo. Para llegar al pueblo tenían que cruzar un río por un puente de madera, y aquí el peso se hizo insoportable y tuvieron que aflorar; el guango cayó, rompió el puente y cayó para perderse en las aguas turbulentas. Desde entonces ronda esta alma con el nombre de Guango por lo caminos suburbanos que van al cementerio a altas horas de la noche, en la forma de un muerto transportado por cuatro hombres, alumbrado por cuatro cirios y seguido de una larga y lúgubre procesión; en su lento avance va chirriando con un horrible ”chi-qui-chi-qui”. La víctima se queda paralizada viendo como el espanto se le acerca para decirle con ronco acento: -¡Meta el hombro compañero!-. Siente luego en el hombro un peso abrumador y queda como idiotizado por algún tiempo.

El silbador Es un pájaro de mal agüero, compañero de brujas, que canta ante los que pasarán –o pasan sin saberlo- por una tragedia. Da tres silbidos lúgubres y prolongados.

El Tres Pies Si el silbador es temido, este produce pánico entre los campesinos. Es un pájaro que maldice con la mirada, tiene una larga pluma en su estómago que parece ser otro pie; cuando su canto se oye cercano es porque está lejos y la persona no debe temer su ataque, pero si éste se oye muy tenue es porque en ese momento puede estar mirando a la víctima. La gente cree que en su silbido el ave dice “tres pies – tres pies”, y quien lo imita lo atrae.

La Tunda o Pata de Molinillo
Es un espíritu maligno condenado por mala madre, que dejó a su único hijo abandonado en los caminos para que lo devorasen los tigres. Baja a los ranchos de los jornaleros y atonta algún niño al que conduce hasta su madriguera con sus flatulencias. Antes de asesinarlo, siente amor por él mientras en torno suyo flota un humo que desazona, y la víctima irá muriendo al pasar de los días, muy lentamente; en estos tiempos, la montaña se debatirá entre rayos. Si se logra rescatar al hijo, para lo cual es necesaria una gran y ruidosa comitiva, ya éste no será el mismo de antes: tendrá problemas mentales.

La Boiuna
Es una diosa de las aguas, a veces con forma de anaconda; rige las crecientes de la planicie amazónica con lo que inunda todo a su paso, o determina los estiajes que resecan los esteros. Cuando se oye su ronquido huyen atemorizados hombres y animales, porque ella representa la ira del bosque. Cuando se ven sus ojos avanzando sobre las aguas neblinosas la gente sabe que comienza el paseo trágico para sacrificar animales domésticos, destruir las embarcaciones, volver paralíticos a los viejos, embobar a los niños y enloquecer a las mujeres. A veces se presenta en forma de polacra hecha de huesos humanos, con velas de mortajas; el que la ve queda ciego, el que la oye sordo y el que se moja con las aguas rizadas por la quilla queda hinchado y tembloroso para siempre.

El buque fantasma
Llamado también Maravelí. Algunos pescadores, con mente fuerte, de la costa pacífica, dicen que tiene como mil brazas de largo, quinientos pies de eslora, ochenta pies de puntal, con una velocidad incalculable; arriba va un pendón de cuero de mujeres infieles de todas las razas y lámparas que con su luz dañan los sembrados. Otros que lo ven pierden la memoria.
En ocasiones se dan fiestas terribles, como de aquelarre, hasta que una trompeta aguda humilla los tripulantes; éstos chillan y maldicen hasta que callan mortalmente.
Cada veinte años se sabe que viaja, cargado de malas personas. El capitán llama a lista, y el último es alguien aún con vida que percibe el llamado. Éste enloquece y muere lentamente.

El Hojarasquín de monte
Se le imagina con cuerpo musgoso y entrelazado de bejucos, coronado de flores silvestres, con pezuñas que dejan huellas para despistar a los cazadores de los animales que él tutela. Quienes se internan en el bosque y no son de su agrado se extravían, mientras que los que están perdidos y merecen su gracia encuentran el sendero.
Otras personas lo pintan de la cintura para arriba con forma de asno y humano la otra mitad, otros, con forma de árbol musgoso que se mueve. Sobre su origen, se dice que era un muchacho condenado por haber tratado a su madre como un caballo y enterrarle una espuela, y desde entonces vaga por los montes dejando un olor azufrado y dando horribles halaridos.

El Sombrerón
Aparece como un ser infernal que lleva un sombrero gigante que abarca desde la cabeza a las pantorrillas, o como alguien misterioso con un enorme sombrero y un vestido negro que gusta de perseguir a los jovencitos que comienzan a fumar y a los borrachos; de noche los sigue y les dice: “si te alcanzo te lo pongo”. En la provincia de Antioquia lo tienen como un jinete con un gran sombrero y una ruana negra, y si no va montado lleva gruesas cadenas y dos perros enormes; a su paso lo siguen fuertes vientos y huracanes. En Nicaragua es un hombrecito que cabe en la palma de la mano, que casi no se ve debajo de un sombrero de alas enormes y siempre lleva una guitarrita con la que embruja a las niñas bonitas; siempre va seguido de una recua de mulas cargadas de carbón.

La Rodillona Nariz ganchuda y afilada, ojos encendidos como de mujer atormentada, rostro con muchas arrugas y cabellos encendidos, camina atormentada por unas enormes y horribles rodillas. Asusta a los amantes en las campiñas; le tiene miedo al llanto de los niños y a las mujeres embarazadas.

La Vieja Colmillona Dicen los peones que después de una fatigosa jornada en el campo, cuando se disponen a descansar, que llega una vieja con cabello largo hasta la cintura, manos peludas e inmensas uñas y colmillos y mete la mano a los fogones sin quemarse para robarse los plátanos a la vista de todos y luego se va silenciosa. Ésta no hace daño.

fuente consultada:

Tomado de Mitos y leyendas de Colombia, de Fabio Silva Vallejo.

saludos:mota::mota::mota::mota::mota::mota:
 
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