El hombre fue expulsado del supermercado y desde entonces tiene prohibida la entrada en cualquier Morrisons sobre la faz de la tierra
“Pandemoniun de artículos”, “una faena en toda regla”, “me acuerdo absolutamente de todos sus antepasados…”. Estas son las principales conclusiones que sacaron los tres empleados de la cadena de supermercados Morrisons que durante varias horas ayudaron a un cliente a hacer la compra en un establecimiento de Barry, en el sur de Gales.
Se prestaron a llenarle la nada despreciable cifra de 22 carros con cerveza, refrescos, patatas fritas y otras chupilinguis, después de que el sujeto les dijera que estaba haciendo la compra para una obra de caridad, consistente en una gran una rifa en el paseo marítimo, con globos e hinchables, para recaudar dinero para la Legión Británica.
Ante lo majestuoso del pedido, el gerente del super ordenó abrir un nuevo pasillo VIP en el lineal de cajas para que el misterioso benefactor y sus porteadores pasaran los artículos a través del escáner, para volver a deporsitarlos en los otros 22 carritos que esperaban en formación a la salida.
¿La cuenta?: 3.338 £ (3.780 €). “Pagaré con tarjeta”. Y es en este momento cuando se produjo el Pandemoniun.
Por más que la atónita cajera intentara pasar (rezando) el plástico por todos los terminales con ranuras, la tarjeta era continuamente rechazada al no estar autorizada. “Es imposible, tengo 9.000 £ en la cuenta. Déjeme llamar al banco”, afirma el gerente que dijo el comprador.
Pero poco después de que el banco proporcionara un código de autorización, el pago también fue rechazado. Cuando el personal le dijo que se pasara por su oficina local a por el dinero, el benefactor se derrumbó y les dijo que, simplemente, se le había ido la mano con la rifa y que no podía pagar.
El hombre fue expulsado del supermercado y desde entonces tiene prohibida la entrada en cualquier Morrisons sobre la faz de la tierra, mientras que 15 miembros del personal tardaron una hora en reponer los productos a su sitio original en las baldas.
